jueves, 25 de septiembre de 2008

Michael Moore, de gratis en la red


"Yo no hago cine-ojo, hago cine-puño", dijo una vez Einseistein, cuando le preguntaron por el trabajo del otro pope del cine soviético de la época, el documentalista Vertov. Einsestein profesaba una fe atea inquebrantable en el monjaje como manipulador de las imágenes para generar ideas, para adoctrinar al servicio de una causa mayor y provocar la respuesta activa del espectador. Mientras, Vertov apostaba por copiar la realidad, por documentar sin injerencias lo que pasaba delante del ojo de su cámara. Michael Moore ha cogido cuarto y mitad de la visión einsteniana y dos tazas y media del concepto de Vertov, y le ha añadido una salsa contemporánea de mordacidad para aderezar con toques de humor los platos que entrega.


Ahora, el cineasta que ha sido capaz de convertir documentales en blockbuster en la taquilla atiza de nuevo con su incisiva cámara. Michael Moore, cronista acerado de los tenebrosos ocho años de reinado mundial de Bush, salta de nuevo a la escena política para intentar dar un humilde empujón a Barack Obama y, de paso, volver a tocar las narices a las huestes republicanas. El director acaba de colgar en internet su nueva película, Slacker Uprising (http://slackeruprising.com/), un filme que narra la gira que hizo por diferentes estados durante la campaña presidencial en 2004, en la que el voto evangélico durmiente aplastó las aspiraciones del demócrata John Kerry. Tomando el fantástico modelo Radiohead, la descarga de la película es gratuita, con el objetivo de que su difusión alcance a todo votante viviente, incluidas "proyecciones en escuelas, iglesias y centros comunitarios", como pide el pripio cineasta.

Si hace cuatro años desnudó el grado de incompetencia máximo de Bush en la desigual Farenheit 9/11 –la escena de George W. tras conocer la noticia del atentado, junto a los críos de una escuela, atontado y con cara desencajada durante 11 minutos, ya ha entrado en la historia del cine-, esta vez Moore se centra en tratar de electrificar el voto joven en Estados Unidos, en llegar a los chavales a ambos lados del espectro político. "Quiero homenajearles, porque van a salvar este país de otros cuatro años más de gobierno republicano. La única cosa que quiero a cambio de este documental es la mayor participación de los jóvenes votantes en las urnas en noviembre", ha asegurado el director.

A pesar del excesivo protagonismo que se otorga en casi todos sus filmes y la manipulación de ciertas escenas más que preparadas, Michael Moore es una ráfaga de viento gozosa y liberadora. Desde los tiempos de su show televisivo The Awful Truth –donde a menudo perseguía a malechores corruptos de Wall Street... qué premonitorio suena ahora-, pasando por la radiografía de la avaricia insaciable de las grandes corporaciones –"¿Promete no volver a emplear a niños de 14 años para hacer zapatillas?, le pregunta al Consejero Delegado de Nike; "No", le dice con rostro de hielo el máximo jefazo-, hasta llegar a la brillante reflexión sociológica de los resortes del miedo en Bowling for Columbine, su mejor película de largo. Más recientemente, en 2007, el director que ha hecho famoso al pueblo de Flint, su lugar de nacimiento en Michigan y localización de algunas escenas de sus obras, estrenó Sicko, donde expuso con menos sarcasmo del habitual y más objetividad periodística el vergonzoso agujero negro del país más rico del mundo: los 47 millones de estadounidenses sin cobertura sanitaria.

Sólo nos queda celebrar el nuevo filme de una de las aves en extinción que sigue haciendo cine político y agradecerle que lo comparta de buen rollo. ¡Gracias, doble MM!

1 comentario:

Claudia Hernández dijo...

Fantástico, bienvenido otra vez el gran Michael, umh... despertar, ojalá despierten los jóvenes norteamericanos y nos salven del oscurantismo del periodo Bush!