jueves, 31 de julio de 2008

Fede... ¡no te vayas!



La espuma le sale por la boca. Su mirada quema al enemigo. Su pequeño dedo achatado señala a los pecadores que deben ser quemados en la hoguera. No tiene lengua, sino soplete flamígero. Porta un corazón de inquisidor que le bombea odio al cerebro. Hace bueno el dicho de que los bajitos tienen mucha mayor cantidad de mala leche por centímetro que cualquier otro ser tridimensional. La palabra socialista le produce un efecto devastador, a modo de ajos anti conde Drácula, y la melodía Gallardón le provoca convulsiones epilépticas y ataques de ira irrefrenables, acompañados del chirriar agudo de sus uñas sobre la mesa de la Cope. Es Federico Jiménez Losantos, el amigo Fede, el Harry Callaham de las ondas españolas, látigo de la progresía y el centro reformista, que puede tener los días contados en su poltrona episcopal. Una nueva sentencia contra el cowboy de gatillo fácil, esta vez por injurias al ex director del diario ABC, aumenta el run run entre los bastidores de los medios de comunicación. ¿Se comerá el turrón FJL en la emisora de los obispos o le darán puerta de manera elegante?


Estos son los hechos. Después de ser condenado el pasado 16 de junio a pagar una multa de 36.000 euros por injurias graves con publicidad al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, el pasado martes 29 de julio Federico recibió la segunda Hostia (¿pre o post confesional?) en la cara. El Juzgado de Primera Instancia número 69 de Madrid estimó parcialmente la demanda contra Losantos del ex director de ABC, José Antonio Zarzalejos, por intromisión ilegítima en el derecho fundamental al honor. Nuestro pequeño gran hombre tendrá que abonar 100.000 euros en concepto de indemnización, un sexto de los 600.000 euros que reclamaba el demandante. Aunque ambas sentencias ya están recurridas, la ascendencia entre los suyos del otrora consejero aúrico de la derecha española ha salido más que tocada.

El fallo exige también al presentador de La Mañana "poner fin a las actuaciones referidas y a cualesquiera otras de contenido equivalente", así como "abstenerse en lo sucesivo de realizar actos que comporten una intromisión ilegítima en el derecho al honor de José Antonio Zarzalejos Nieto". Pero sin duda lo que hará más pupa al fagocitador de políticos es la parte última del veredicto. Losantos deberá también publicar bajo su coste el fallo mediante anuncios en los diarios El Mundo, El País y Abc y "leer literalmente la sentencia en su programa, una vez entre las 6 y las 7 horas, otra vez entre las 7 y las 8 horas, y otra vez en la tertulia". Toma ya. Castigo humillante modelo Urdaci-Ce Ce O O, que el pequeño talibán de sacristía –Luis del Olmo, dixit- aceptará por encima de su cadáver.

Losantos ha calificado la sentencia como "un disparate" y ha asegurado que la recurrirá. "Es contraria a la libertad de expresión. Mi error ha sido no contraatacar en la justicia a los ataques que yo he recibido durante este tiempo, pero a partir de septiembre voy a demandar a todos los que están contribuyendo a mi linchamiento", clamaba el otro día en la páginas de El Mundo, el lugar desde donde lanza bombas de racimo a diario en su columna. Un periódico, por cierto, que podría ser el último reducto del irreductible Federico. Las señales invitan a pensar que puede haber humo en el fuerte. Carlos Herrera le ha birlado la segunda posición en las audiencias de los programas matutinos, y su respaldo entre la Conferencia Episcopal, según los confidenciales, está bajo mínimos. Aún conserva al valedor más importante, al Jefe de todo esto, el también cuaternario Rouco Varela, y al otro brazo armado de la fe española, el obispo Antonio Cañizares, pero apenas cuenta con otros respaldos entre la alta curia cañí. La pela es la pela, y el asunto Losantos sigue pesando como una losa en las negociaciones de la Iglesia con el Gobierno entreguista-socialista. Y es que los curas quieren seguir viviendo como Dios a costa del erario público, por los siglos de los siglos, amén.

Por otra parte, la sigilosa caída en desgracia de FJL tiene mucho que ver con la fallida operación "Devoremos a Rajoy“. La tripleta Pedro J, Esperanza Aguirre y Losantos –con el apoyo tácito de Ché Mari no me arrepiento de nada Aznar pergeñó la estrategia de la pinza, del acoso y derribo de don Mariano no sé si subo o si bajo Rajoy, desde la misma noche de la derrota electoral. Parecía coser y cantar ametrallar al antes gran líder del PP y poner a un nuevo duro en la dirección del partido de la gaviota. Pero hete aquí que, quizá envalentonados por la actitud del por entonces denostado Gallardón, la mayoría de barones del partido no se ha dejado amedrentar y ha evitado el enterramiento del político gallego. Han comprendido que, para llegar al poder, al menos en las formas hay que moderarse un poquito. Y si Pedro J y Esperanza tienen la capacidad de adaptarse al medio de los brillantes estrategas amorales –ahora dura o duro, luego reformista-, Losantos es incapaz de salirse de su espiral de insultos, obsesiones y amargura vital. Corren nuevos tiempos en el PP, y se acerca la extinción para los viejos dinosaurios de la derecha más recalcitrante, por muy fieros que rujan.

Sin embargo, al menos el que escribe, quiere quitarse la careta y hacer un ejercicio de sinceridad furtiva. Esta entrada quiere, por una parte, felicitar a los jueces del tan vapuleado sistema judicial español, que en dos sentencias han puesto coto a la bulimia verborreica del estandarte de la cadena Cope. Pero, al mismo tiempo, y aún a riesgo de poner a la vez dos velas a distinto santo, rogamos a sus señorías los magistrados que eviten continuar por la misma senda, no vaya a ser que acaben convenciendo a los curas de que hay que echar a Súper Fede, y nos quedemos sin el mejor humorista que ha dado la radio española en su medio siglo de existencia. Sus loas rayando en la mamada pública a Reagan y Thatcher son insuperables. Sus reiteradas explicaciones de la Guerra Civil a raíz del golpe de estado rojo (¿ein?) resultan enternecedoras. Su ristra de adjetivos para describir los años del felipismo es prolija y fascinante como ninguna otra. Su descripción de la venta de España a ETA a cargo de ZP nos hace gritar ¡¡síiiiiiiiiiiiiii!!, ¡¡pero que inquina!! Y, por supuesto, su elaborada, truculenta y conspiranoica teoría de los atentados del 11-M supera cualquier historia del genio de las conspiraciones Philip K. Dick.

Tampoco sería justo dejar sin la munición más importante a la mitad de programas humorísticos de La Sexta y a las tertulias nocturnas de la SER. Si nos quitan a Terminator Losantos, ¿con qué se van a rellenar tantos minutos en los medios? ¿Quién va a pedir ahora la abdicación del monarca? Y, lo que es más importante, ¿qué vamos a hacer los cientos de miles de seres humanos de izquierdas que, cada mañana, sintonizamos, aunque sólo sea un poquito, al Innombrable para llegar con la boca abierta, completamente anonadados al trabajo? Para calentarnos, para ponernos lo justito de mala hostia y tener el cuerpo en tensión competitiva. Ya lo apuntaba Shamalayan en El Protegido, todo superhéroe debe tener un villano a la altura. Si nos arrebatan de las manos al jodido vengador cavernícola... ¿¿de quién nos vamos a reír hasta partirnos la caja??

miércoles, 30 de julio de 2008

Ataque preventivo a 'The Big One'



Googlear. Dícese de la forma de buscar información en red del nuevo milenio.
Cuil (pronúnciese cool). Nuevo buscador lanzado por dos ex empleados de Google para hacer frente al gigante.
Quatro. El buscador destinado a reivindicar la pujanza de la Unión Europea. Anunciado a bombo y platillo en 2005, el proyecto sigue aún sin arrancar... ¿a alguien le extraña?


En el principio fue el el verbo, que digo, el MS-Dos. Un imberbe mesías, gafotas y desgarbado, alzó la software-calabaza y todos le siguieron. El reino apocalíptico del arcangel caído de silicio, IBM, llegaba a su fin. Así consta en el libro sagrado de los geeks, en el apartado del Génesis, versículo IV, capítulo III. Pero la tentación, la avaricia y la perversa influencia del maligno apagaron la llama de la libertad con el paso del tiempo, y El Elegido resultó ser un diablo insaciable. Las ventanas que abrió conducían al infierno, aniquiló navegadores como un general de galera romana y la competencia fue aplastada con el puño de las siglas XP. Un buen día de septiembre de 1998, dos antiguos creyentes que profesaban su fe en la universidad de Stanford, Larry Page y Sergey Brin, decidieron comenzar la Contrarreforma, clavando las nuevas leyes 2.0 luteranas bajo el epígrafe de Google.

Una década después, la batalla de la gran red entre el Mal y el Bien está en su apogeo. El Anticristo -Bill Gates- se acaba de retirar a su cueva, y The Big One -Google- gana terreno. La evangelización del Nuevo Mundo parece imparable, pero nuevas y beligerantes sectas aparecen en el horizonte. Las últimas, cuil, fundada por dos ángeles renegados de la gran G, y wikia search, del creador de la gran enciclopedia virtual. El papel dominante de Google, que maneja una cantidad brutal de información sobre los usuarios, ha empezado a crear recelos y suspicacias. Están cerca –si no han llegado ya- de convertirse en el monopolio que juraron combatir. El reverso tenebroso siempre camina al lado de nosotros.

Se ha escrito y hablado hasta decir clic del fulgurante éxito de Google. Su caso se estudia en las escuelas de negocio, sus fundadores son idolatrados como los Ché Guevara de la nueva era tecnológica. La empresa Aquiles, la de los pies ligeros, pero sin la flaqueza del talón. Hipersónica en la respuesta al cliente, imaginativa, capaz de mutar constantemente, de reinventarse, de mantenerse siempre un paso por delante de la competencia con servicios que brotan como setas. Junto a su omnipresente buscador, a saber: un mapamundi en 3D con imágenes de alta resolución (Google Earth), mensajería instantánea y transmisión de datos de voz (Google Talk), un servidor de blogs (Blogger), un creador gratuito de páginas web (Google Page Creator), un comparador de precios (Google Product), un motor de búsqueda para material almacenado en discos locales (Google Desktop Search) y, como no, el servicio de correo electrónico, de inmensa capacidad de almacenamiento y que corta el bakalao en el sector (gmail).


Además, Google pareciera el nuevo Shangri-La del mercado laboral, la ciudad en las nubes donde el trabajo se convierte en absoluta felicidad. Se enseñan una y otra vez fotos de sus maravillosos
centros de trabajo. Un festival de colorines, toboganes, sillones, mesas de billar, sofás lounge, jueguecitos, jijiji-jajaja, cómo mola en Google trabajar. Aunque uno tiene unos principios inamovibles respecto al asunto de laborar –aunque el curro se vista de seda, curro se queda-, es decir, daría un riñón, media oreja y mi colección de discos de Led Zeppelin por no pegar palo al agua en lo que resta de vida, hay que reconocer la habilidad de la compañía californiana para presentarse ante la sociedad como el paradigma de la ética y la responsabilidad corporativa. Incluso su eslogan –Don’t be Evil, en clara referencia a su Némesis, Microsoft-, nos insinúa que, dando a su botón de búsqueda, un niño pobre podrá comer durante una semana y serán salvados setecientos árboles al borde de la tala en el Amazonas.

Sobre el éxito de su buscador, Google ha erigido un enorme negocio publicitario que se basa en la inserción de anuncios en función de los términos buscados, aunque ha separado los resultados y la publicidad. La utilización masiva del Big One ha seguido una curva creciente en los últimos años y hay países como España donde acapara más del 90% de las búsquedas. En Estados Unidos, el segundo país con más internautas –acaba de ser adelantado por China-, acumula el 65%. Yahoo es segundo, con un 22%, y el Live, de Microsoft, tercero, con un 9%. En el otro gran mercado, el asiático, domina con cerca del 40% de las búsquedas, y tiene al competidor chino baidu con un lejano 17% de cuota.

El conejito sigue y sigue, y la última oferta que no puedes rechazar del gigante informático es Google Health, un servicio para reunir los datos del perfil médico del usuario en su cuenta de Google. Con la información ingresada, el buscador agrupa noticias médicas, ubicación de farmacias y cualquier artículo relevante al caso. El programa parece, una vez más, extremadamente útil, pero lleva incluido un pequeño detalle: al apuntarse a él, la información automáticamente es compartida con clínicas privadas, ya que el servicio no suscribe la política federal estadounidense de protección de datos relativos a la salud (HIPAA, en sus siglas en inglés). Un acercamiento a la sombra del Gran Hermano que ha levantado la sospecha de muchas asociaciones.

Pues bien, a este alumno aventajado del capitalismo 2.0 le ha salido un rival que, aunque parezca diminuto, podría empezar a hacerle cosquillas: cuil. ¿Qué le hace pensar a este Bobolongo que este nuevo contrincante tiene alguna posibilidad contra el cíclope? ¿Qué no seguirá el camino de cadáveres como teoma (hoy día ask.com), clusting o wisenut? Ningún argumento poderoso, simplemente una corazonada y dos sensaciones: cuando mayor parece el auge de un imperio, más cerca está su decadencia. Y, segundo, detrás de este nuevo buscador web, por primera vez están dos ex empleados de Google, dos cerebros con ganas de venganza que pueden conocer bien las debilidades del gigante. Cuil, que hizo su estreno mundial el pasado lunes, ha sido desarrollado por Tom Costello, un profesor de la Universidad de Stanford, y por su esposa, Anna Patterson, una ex-arquitecta de búsquedas de Google.

Con 121.617.892.992 páginas web indexadas actualmente -Google ha respondido en su blog que posee un trillón de enlaces web-, Cuil promete ser más rápido, más completo y mejor que el buscador de la gran G. A diferencia de Google, el cual mide la cantidad de links entrantes a un sitio y, tomando esa base, le asigna relevancia en los resultados de búsqueda (el sistema PageRank), Cuil analiza el contenido de las páginas web de manera contextual, es decir, asignándoles relevancia respecto a los términos usados en una búsqueda. Y los presenta en un estilo visual cercano al de una revista, con fotos y una maquetación más dinámica. Al obtener los resultados, estos son organizados en grupos separados, por tabs. Por ejemplo, si buscas “fútbol”, aparecerán todos los resultados en dos o tres columnas, pero además tabs para “fútbol español”, “fúbot italiano", "fútbol argentino"... Además de otras categorías para fotos o vídeos. La idea es que los datos queden separados en grupos que faciliten encontrar el resultado correcto. Por el momento, las críticas de los expertos son positivas.

A cuil hay que unir la llegada de Wikia Search, que funcionará de manera similar a la enciclopedia on line Wikipedia, contando con la participación de los internautas. El buscador, impulsado por Jimmy Wales, el fundador de la fantástica Wikipedia –no me acuerdo de cómo era el periodismo ants de su creación...-, ya está disponible para que los juguetones usuarios de la red puedan experimentar con él. Las partes del proyecto en fase embrionaria pueden consultarse en: http:// search. wikia. com.

La principal novedad es que se trata de un sistema de búsqueda en el que los resultados proporcionados por los algoritmos de búsqueda serán progresivamente ordenados por la red de usuarios, que ayudarán a construir la base definitiva de datos del servicio. Un sistema radicalmente diferente al de Google, que desde hace años ha demostrado el poder de las fórmulas matemáticas para proporcionar resultados acertados en búsquedas que muchas veces duran sólo unos segundos. "Los seres humanos son mejores que los ordenadores para dar una opinión editorial sobre qué sitios web son más relevantes en una búsqueda. Así como Wikipedia revolucionó nuestro modo de pensar acerca del conocimiento, en este momento tenemos una oportunidad de revolucionar nuestro modo de pensar acerca de la búsqueda", asegura entusiasta Jimmy Wales.

Su idea de buscador libre e internauta-didacta entronca en la línea de nuevos proyectos como los de powerset –buscador de artículos en la propia wikipedia, recientemente comprado por Microsoft-, mahalo (gracias en hawaiiano), o hakia –buscador semántico basado en significados para ofrecer respuestas a preguntas formuladas-, estos dos últimos en su fase beta de prueba. También trata de hacerse un humilde hueco el noruego alltheweb.com, que se especializa en la búsqueda multimedia para MP3, vídeo y fotografías.

El que seguro seguirá en desarrollo durante el próximo siglo es el buscador multimedia Quatro-Theseus (Quatro será el nombre en Francia, Theseus en Alemania). Se trata de un proyecto apadrinado por Jacques Chirac y Gerhard Schröder –con una financiación conjunta de unos 300 millones de euros-, allá por abril de 2005, que, fiel a la entrañable tradición europea de burocracia, inacción y reuniones para mirarse el ombligo, aún no está operativo. Thomson, France Telecom, Deutsche Telekom, la española Inra o Thalès son algunas de las compañías privadas envueltas en este ejercicio de fútil voluntarismo político-empresarial. La parálisis de la UE también alcanza a la red de redes.

martes, 29 de julio de 2008

Con bigote no hay programa


El cliente siempre lleva razón, es el mantra tatuado a sangre y fuego del comercial que se precie. Y todo vale por subir un 0,3 de rating en la audiencia es la ley que impera en la televisión del sigo XXI. La última muestra, la furibunda reacción de los telespectadores de un telediario sueco, cuyas quejas en masa obligaron el otro día a afeitarse "en vivo" el bigote al presentador del espacio. Ya lo adelantó El Jueves en su portada de hace un par de semanas, ¡¡todo vale por la audiencia!!

El periodista, Rikard Palm, del programa de actualidad Rapport, se había dejado bigote durante las vacaciones, según él mismo relató a la publicación en red aftonbladet.se. "Me dejé crecer el bigote antes de volver al trabajo porque mi mujer me decía que estaba más guapo". Pero los espectadores no estaban ni mucho menos de acuerdo con la esposa. Así, la llegada de Rikard Palm al trabajo después de su periodo estival con su nuevo y fino mostacho no gustó demasiado a la audiencia.

El cambio de look se produjo en un escaso periodo de una hora y media, ya que salió ante las cámaras con bigote a las 18.00 para presentar un avance y en la emisión del noticiario a las 19.30 ya no lo tenía. "Los teléfonos no paraban de sonar. Todos estaban muy enfadados. Es increíble que la gente pueda reaccionar así por un bigote", dijo Palm al diario digital.

El programa se emite en la cadena sueca pública SVT y, al igual que ocurre en Reino Unido o Francia, en Suecia los espectadores pagan una licencia anual por ver la televisión. Quien paga, manda, así que desde esta humilde bitácora proponemos la instauración de un canon también para la televisión pública española, y así poder exigir a Lorenzo Milá que salga con perilla y en tanga a presentar el telediario de las 21.00. Eso sí que sería talante.

miércoles, 23 de julio de 2008

Y de postre... ¡¡nos comemos a África!!



Hay pequeños detalles, olores o gestos que nos alejan de un individuo o un colectivo de representantes del pueblo. Cuando el súperequipo A de gobernantes universales decidió que había llegado la hora de invadir Iraq y humillar a la ONU, una foto quedó grabada para el recuerdo: la famosa instantánea de las Azores, con Bush, Blair y Aznar mirando al frente, seguros de domeñar el destino del globo, estadistas de hierro con el pecho hinchado, a punto de reescribir el nuevo orden mundial.

En otro ejemplo flamígero, durante una reunión del G-8 que ocurrió hace años, y benditas filtraciones de prensa mediante, una ristra de fotos de los grandes líderes en sus reuniones privadas recorrió el mundo ante el estupor de la ciudadanía global. En ellas, los eméritos gobernantes fumaban puros, regalaban carcajadas de arrogancia y ponían los pies sobre la mesa en un dibujo de la clase dirigente mundial que parecía copiar una viñeta de El Jueves (¡feliz aniversario!). En la reciente cumbre del G-8 celebrada hace poco más de una semana en Japón, y centrada en su primera jornada en buscar soluciones a la crisis alimenticia del planeta y la imparable escalada de precios, otro detalle quedará para el recuerdo. La obscena bacanal gastronómica que se dieron los reyes del mundo.

En la cena celebrada en el hotel Windsor, de la isla de Hokkaido, se sirvieron 19 variedades culinarias preparadas por 25 cocineros, al mando de los cuales estaba el prestigioso Katushiro Namakura, el primer chef japonés en ganar una estrella Michelin. George Bush (EEUU), Angela Merkel (Alemania), Gordon Brown (Reino Unido), Silvio Berlusconi (Italia), Nicolas Sarkozy (Francia), Yasuo Fukuda (Japón), Stephen Harper (Canadá) y Dmitry Medvedev (Rusia) disfrutaron además de seis caldos de Japón, Francia y California, que completaron el suculento banquete, con título y todo: “Delicias de la tierra y el mar". Y es que la pobreza en África, el envío de ayuda al continente o la escasez de alimentos que se debatieron durante esa primera jornada debieron de suponer un desgaste brutal para sus señorías los gobernantes.

Diversas ONG han exigido a los Estados que forman el G-8 que cumplan con sus promesas de ayuda al desarrollo hechas en 2005. Entonces anunciaron a bombo y platillo aumentar la ayuda a África a 50.000 millones de dólares al año hasta 2010. Nada de eso se ha cumplido, y parece que parte del presupuesto se ha ido en pagar La grande bouffe de nuestros sabios regidores. Qué pena que no comiesen hasta reventar para emular a Marcello Mastroianni, Michel Piccoli, Ugo Tognazzi y Philippe Noiret. Ahhh, es que deberían ver más cine...

Así fue el menú, cuya traducción he aprehendido del blog de Ignacio Escolar, director del diario Público. ¡Todo sea por el copyleft!

ENTRADAS
- Maíz relleno de caviar.
- Salmón ahumado y erizo de mar.
- Tartaleta de cebolla.
- Bulbos de azucena y ajedrea.

PRIMER PLATO
- Ternera de Kyoto bañada en algas y condimentada con espárragos y salsa de sésamo.
- Tacos de atún con aguacate, salsa de soja y "shiso" (hierba japonesa).
- Sopa de almejas.
- Congrio con azucenas y vinagreta de soja.
- Langostinos.
- Rollitos de anguila a la plancha envueltos en bardana.
- Boniatos.
- Gobio frito en aceite de soja y azúcar.

ENTRE PLATO
- Sopa de marisco.

SEGUNDO PLATO
- Pescado del Pacífico a la plancha y con una vinagreta de pimienta.

TERCER PLATO
- Cordero lechal con hierbas aromáticas, trufas negras y salsa de piñones.

PRE POSTRE
- Tabla de quesos con miel de lavanda y frutos secos.

POSTRES
- Degustación "Fantasía del G-8"

CAFÉ
- Café y dulces rellenos de fruta

martes, 22 de julio de 2008

Mandela, o cómo creer en el ser humano



"Durante mi vida me he dedicado a la lucha del pueblo africano. He luchado contra la dominación blanca, y he luchado contra la dominación negra. He abrigado el ideal de una sociedad democrática y libre en la cual todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Espero poder vivir para alcanzar este ideal. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy preparado para morir"
Nelson Mandela, en su alegato final durante el juicio de 1962, tras el cual fue condenado a cadena perpétua (en la imagen la prisión de Robben Island) por el régimen apartheid de Suráfrica

En la era de la globalización, el Dios mercado y la eterna guerra contra el terrorismo, el prestigio de la política y los políticos apenas levanta un palmo del suelo. Sobrevuela bajo, ensuciado, dando tumbos y metiendo las pezuñas en charcos embarrados, incapaz de reactivar la apatía general y la falta de compromiso ideológico de las nuevas generaciones. El objetivo número uno de la clase dirigente de medio planeta es ganar las próximas elecciones, mientras se construyen redes clientelares, se fomenta a los aduladores, se trata de tener a los medios de comunicación bajo palio y se obstruye la crítica, muchas veces acusada de anti patriota. Por eso la ciclopea figura de Nelson Mandela, que el 18 de julio cumplía 90 hermosos años, se agiganta aún más estos días. Un estadista de profunda intuición, brillante capacidad intelectual y un generoso corazón del tamaño de Oklahoma, que a este bobolongo siempre ha emocionado. Desde este humilde rincón queremos gritarle hoy: ¡Feliz cumpleaños, lindo Madiba!


"Para ser libre no basta sólo con liberarse de las propias cadenas, sino que hay que vivir de una forma que respete y fomente la libertad de los demás".
A pesar de media vida en la trinchera y tres cuartas partes bajo los barrotes de una cárcel racista, Mandela ha mantenido con pulso firme su ideario honesto. Hay que tener un espíritu limpio y una generosidad trabajada en el tiempo para, como él hizo en 1990, tras 27 años de plomo en la prisión, evitar izar la bandera de la venganza y trabajar para construir un país sin odio. En ese periodo de cuatro años (1990-94), trufado de matanzas indiscriminadas de negros, razzias nocturnas policiales y asesinatos de líderes históricos como Chris Hani, máximo jefe del movimiento anti apartheid mientras Mandela cumplía condena, sólo la vigorosa constancia de Madiba en el camino de la transición pacífica evitó el estallido de una guerra civil de dimensiones aterradoras y el degüello de media población blanca.


"Si quieres hacer las paces con tu enemigo, deberás trabajar con él. Y entonces se convertirá en tu socio."
¿Cómo hace uno para enterrar el odio?, ¿para no masticar la venganza en 27 años de aislamiento carcelario en Robben Island y Pollsmoor Prison, con sólo una visita y una carta permitida cada seis meses? ¿Cómo mirar a los ojos a la gente que no te permitió asistir al funeral de tu hijo primogénito, muerto en accidente de coche con sólo 25 años? ¿Cómo se sienta a negociar una persona con el régimen de P. W. Botha y luego Frederik De Klerk, que, en 1969, urdió una trama para hacerle escapar de la cárcel y así poder matarle mientras huía? (gracias al servicio secreto británico se desbarató el apestoso montaje). ¿Cómo se puede consensuar el futuro de una nación con un atajo de asesinos que durante décadas mantuvo bajo el yugo, la segregación racial y la humillación pública a la mayoría aplastante negra del país, más de un 80 por ciento? Quizá sea la extraordinaria influencia de la figura de Mahatma Gandhi en el pensamiento de Mandela, quizá los miles de libros que devoró en su fría celda, lo cierto es que Madiba logró liderar el paso del régimen afrikaner a la democracia con la suavidad de su sonrisa bonachona y la firmeza de sus convicciones inquebrantables.


"No hay nada como volver a un lugar que parece no haber cambiado para descubrir en qué
cosas has cambiado tú mismo".
Tras enarbolar la bandera de la reconciliación y hacer de la pedagogia la mejor arma para
convencer a los sectores menos dispuestos al consenso en su propio partido, Mandela logró en 1994 la victoria de la Humanidad en las primeras elecciones libres celebradas en Suráfrica. El líder del Congreso Nacional Africano (ANC) sumó el 62 por ciento de los votos, después de una campaña en ocasiones en el alambre, donde a menudo calmaba a voces los estallidos de furia contra los blancos que se daban en sus enormes mítines en los estadios. Educó, convenció y triunfó. Y a diferencia de los numerosos sátrapas del continente, cinco años después, renunció a un segundo mandato como presidente cuando todo el país y la comunidad internacional le aclamaban para que siguiese, y cedió el poder a Thabo Mbeki. "Le hice caso a Nelson Mandela muchas veces. Si le hubiese hecho caso siempre, me hubiera ido mejor", decía con elocuencia Bill Clinton hace unos días.


La política del encuentro

En su mandato presidencial, Mandela pulió las aristas en forma de cuchillo que amenazaban con descarrillar el proceso de desmantelamiento total del apartheid, vaciando de argumentos a los extremistas blancos y a los radicales zulús. La herramienta para sanar las heridas profundas de la sociedad fue el establecimiento de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, presidida por otra alma hermosa, el arzobispo Desmond Tutu. Por la corte de Cape Town pasaron víctimas y verdugos, todo ciudadano que había sufrido la violencia del apartheid o que la había ejercido tenía derecho a declarar en el tribunal. A cambio de las confesiones y el perdón, muchos asesinos consiguieron la amnistía, pero para el pueblo surafricano fue fundamental exponer la sangre derramada durante tantas décadas, poner un punto y aparte y forjar entre todos un compromiso de que aquello no se podía volver a repetir.


Frente al olvido de los crímenes de muchas dictaduras -España es un caso sangrante- por la supuesta necesidad de pasar página y no desenterrar los muertos, Suráfrica optó por la brutalidad de la verdad, y la estrategia funcionó y sanó en gran parte al pueblo. Quizá nada como la final del Mundial de rugby de 1995 para ejemplificar la inteligencia de Mandela para mostrar a los suyos que blancos y negros podían convivir en paz. Hasta ese día, la selección nacional de rugby surafricana era odiada en la comunidad negra. Era un deporte de blancos, para blancos, símbolo de la opresión de los blancos. En aquel partido donde sólo había un jugador negro en el bando local, Suráfrica venció de forma épica a los súper favoritos neozelandeses, y Madiba, enfundado en una camiseta del equipo (los Springboks), entregó la copa de campeón al capitán Francois Pienaar, un Afrikaner (así se llama a los blancos descendientes de los colonos del oeste de Europa que empezaron a llegar en el siglo XVII).


"Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas otras montañas por escalar".
Junto al laberinto político y racial, Mandela tuvo que hacer frente en sus años de presidencia a otro dilema moral de impacto tremendo, que volvió a resolver con la sabiduría y la ética de un
gran hombre. Winnie Madikizela-Mandela, su mujer desde 1958 y otra de las voces más respetadas de la resistencia negra, se había dedicado en los ochenta a una campaña salvaje de asesinatos y atentados contra el Gobierno blanco, apadrinando la ejecución sumaria de sospechosos con métodos neonazis como el prender fuego a una persona inmovilizada por una rueda de neumático. Al mismo tiempo, Winnie se había enriquecido de forma más que sospechosa (en 2004 fue condenada a tres años de prisión por fraude). La ley del talión indiscriminada de su mujer era incompatible con la ética de Mandela, quien se separó de Winni en 1992 y cuatro años después se divorció. En 1998, Madiba se volvió a casar con un símbolo, esta vez Graça Machel, la viuda del antiguo presidente y héroe de Mozambique, Samora Machel, fallecido en un accidente de helicóptero en 1976, dicen que con la inestimable ayuda del Gobierno estadounidense.


Resistencia legítima

Que la vida es de color blanco y negro, y que,
siguiendo la doctrina Bushaznariana, los terroristas son todos iguales en el mundo, es una falacia que desmonta, mejor que cualquier otro ejemplo, la trayectoria honesta y en línea recta de Nelson Mandela. Abogado en los cincuenta junto a su amigo Oliver Tambo de una firma que apoyaba legalmente a negros sin recursos económicos, Madiba sufrió el acoso del Gobierno apartheid, los arrestos y el asesinato de amigos cercanos. Dado que el diálogo en aquella época con la furibunda clase xenófoba dirigente era imposible y la violencia del estado iba en aumento, no tuvo otra opción que resistir y luchar por su pueblo. "Era el último recurso para nosotros", ha dicho más de una vez Mandela de su salto al monte.

Así co-fundó y se convirtió en el líder del brazo armado del ANC, el Umkhonto we Sizwe - MK (La lanza de la Nación). Durante 17 meses y hasta su detención en 1962, coordinó campañas de sabotaje y bombas en lugares símbolo del régimen opresor, y planificó planes de guerrilla para acabar con el apartheid. Pero sus ataques siempre se realizaron evitando atentados con víctimas mortales. Era la premisa principal. Y, cuando se estableció la Comisión de la Verdad y la Reconciliciaón en los noventa, fue el primero en admitir que el ANC, en su combate del apartheid, también violó los derechos humanos, contra el pensamiento mayoritario de su partido, que aducía que todo fue en legítima defensa y era una sacrilegio pedir también perdón.


"La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo".
Ya lo decía la cabecera del programa literario after-hours de Sánchez Dragó, "todo está en los libros". Para que Suráfrica se ponga definitivamente de pie, Mandela ha comprendido que el mayor enemigo del país es el SIDA –de hecho uno de sus hijos murió por el virus en 2005-. En este sentido, en 2003 apadrinó la creación de la fundación 46664, que hace referencia al número de preso que tenía en Robben Island, para recaudar dinero a través de conciertos e iniciativas. Frente a la sinrazón y mentalidad cuaternaria de su sucesor, Thabo Mbeki, que ha puesto en duda varias veces la existencia misma del SIDA y cuya inacción política clama al cielo, Mandela es un embajador infatigable de la lucha contra el virus, una voz vital en África, el continente que sufre la mayor pandemia de la enfermedad, y cuyos dirigentes normalmente miran hacia otro lado. Incluso Mandela ha admitido que seguramente falló a Suráfrica al no hacer lo suficiente contra el SIDA cuando estaba en el poder.


La conciencia del mundo

En los últimos años, pese al cáncer de próstata que padece y sus cada vez mas reducidas apariciones públicas, Mandela, cuya fundación para los niños huérfanos es la más importante del
mundo, fue la conciencia de África en la guerra de Irak, arremetiendo contra la ilegalidad de la invasión, calificando de racista la operación bélica de Bush y recordando el largo historial de abuso de derechos humanos de EEUU. De hecho, hasta julio de 2008, Mandela y otros miembros de la cúpula del ANC tenían prohibida su entrada en Estados Unidos –excepto en el edificio de las Naciones Unidas-, ya que estaban catalogados como terroristas por el Departamento de Estado, que tenía que otorgarles permisos especiales para saltarse esa normativa. Estados Unidos, por cierto, que ha tenido un especial ensañamiento con Mandela a lo largo de su historia, hasta que Bill Clinton llegó al poder en 1988. La CIA fue quien facilitó a la policía afrikaner el paradero de Mandela en 1962 y, en 1986, en un gesto que define la catadura moral del personaje, Dick Cheney, por entonces miembro de la Casa de Representantes del Congreso, votó en contra de una resolución que pedía la liberación de Madiba.


El estadista de la mirada serana, premio Nobel de la Paz en 1993, tampoco ha dudado en señalar una y otra vez las tropelías de Robert Mugabe en Zimbabwe, frente al mutis por el foro de la panoplia de autócratas que por desgracia gobierna en mayoría el continente. Mandela ha acusado a Mugabe de perpetuarse en el poder y le ha pedido que lo abandone con un mínimo de dignidad antes de que acabe sus días como Augusto Pinochet. Más recientemente, en junio de 2008, ha responsabilizado de la caótica situación en Zimbabwe a un "trágico falllo de liderazgo". Y, junto a personalidades del bagaje solidario de Graça Machel, Desmond Tutu, Kofi Annan, Ela Bhatt, Gro Harlem Brundtland, Jimmy Carter, Li Zhaoxing, Mary Robinson y Muhammad Yunus, es el padre espiritual del colectivo The Elders (Los ancianos), que aporta la visión de la razón, la esperanza y la generosidad en los conflictos políticos allá donde se les reclame.

Feliz cumpleaños, señor Mandela. En tiempos de la ley del cinismo, usted es un árbol de humanidad que hace creer en que otro mundo es posible.

miércoles, 16 de julio de 2008

El toque Lubitsch, el acento Wilder



William Wyler a Billy Wilder en el entierro de Ernst Lubitsch: "Qué pena, no más Lubitsch". Billy Wilder: "La pena es que no habrá más películas de Lubitsch"

Un domingo de profunda resaca se combate mejor con la ayuda del cine. Y uno de los genéricos más eficaces para recuperar mínimos es un judío berlinés con un toque muy especial, Ernst Lubitsch. Descubrir hace un par de días La octava mujer de Barbazul fue una auténtica gozada. Un delicioso tour de force entre Gary Cooper y Claudette Colbert a través de la intuitiva cámara del director de la comedia sofisticada, de la ironía, de la sugerencia, de la insinuación... Un director con una mirada afilada e inteligente, retratista con su pincel mordaz y siempre elegante del pacato código de valores social de la época. Un cineasta fluido, de una frescura atronadora, dueño de un ritmo musical, suavemente vivaz, maestro en el juego de las elipsis y de los diálogos de doble sentido, cuyo genio hizo támden con el de Billy Wilder en La octava mujer de Barbazul (1938).


"Sabe, si uno pudiera escribir el toque Lubitsch, seguiría existiendo, pero se llevó el secreto consigo a la tumba. Es como el arte chino del soplado del vidrio; ya no existe. De vez en cuando, busco un giro elegante y me digo: '¿Cómo lo habría hecho Lubitsch?' Y se me ocurre algo, y se parece a Lubitsch, pero no es Lubitsch. Ya no existe". En el libro Ernst Lubitsch: Laughing in Paradise, de Scott Eyman, Billy Wilder resume los elogios que siempre dedicó a su maestro. De hecho, este otro brillante judío al que el monstruo nazi que despertaba hizo emigrar a Hollywood, siempre tuvo colgado un cartel en su despacho que decía: "Piensa antes en cómo lo haría Lubitsch". "Comprendió enseguida que si uno dice dos más dos, el público no necesita que le digan cuatro", cita con sencillez Wilder en sus Conversaciones... junto a Cameron Crowe.


La admiración recíproca entre ambos comenzó en La octava mujer de Barbazul, su primera
colaboración. En la película, un millonario arrogante y mujeriego, que ha tenido siete esposas, se prenda de la hija de un noble en bancarrota. Ella, a instancias de su padre, decide aceptar la proposición de matrimonio del presuntuoso empresario, pero le deja claro que sólo por su dinero. La sensibilidad cómica del dúo Wilder-Charlie Brackett encajó como un guante con la pulida elegancia sugestiva de Lubitsch. El film, "una película menor" para Lubitsch, es sabroso en su abanico de matices, sabiamente sembrados a lo largo de su apariencia de comedia menor. No tiene la fama de Ninotchka (1939) –"La Garbo, ríe", fue el fabuloso eslogan publicitario en su estreno-, el juego perfecto y armonioso del enredo que es Un ladrón en la alcoba (1932), la hilaridad de La viuda alegre (1934), el hondo romanticismo de El bazar de las sorpresas (1940) o la asombrosa combinación de comedia y apuntes dramáticos de la obra maestra Ser o no ser (1942). Quizá lo que tiene es un poquito de todas estas virtudes, sazonadas por supuesto con el atrevido toque Lubitsch y el acento con tilde sarcástica de Wilder.


Porque en La octava mujer de Barbazul se aprecia la doble, triple lectura de esos puzles maravillosos en forma de guión que escribía Billy Wilder. La película habla en su primera capa de barniz de la guerra de sexos. En su segunda, del conflicto cultural entre los emergentes Estados Unidos y la anquilosada Europa. Un tema que Wilder tecleaba a las mil maravillas: "¡Llevo menos de una hora en Berlín Oeste y ya debo miles de dólares!", se queja el ex comunista Otto en Un, dos, tres. "Bienvenido al capitalismo", le contesta su futuro suegro James Cagney, cabeza de la Coca Cola en Berlín. En tercera instancia, La octava... azota a la nobleza sin blanca que se alía a los nuevos ricos (Gatopardo dime tú...), un matrimonio de conveniencia ejemplificado en la genial metáfora de una bañera Luis XIV, en la que Cooper (y, por ende, los inmodestos EEUU) se mete y acaba partiéndola en dos. Y es que Wilder y Lubitsch se carcajean tanto de la arrogancia americana como de la grandeur venida a menos y el cinismo europeo. El film aborda también la sumisión social al dinero: los dependientes de la tienda, el lacayo-empleado-jeta -que borda David Niven-, capaz de nadar hasta una plataforma en medio del mar para preguntarle a Cooper cómo quiere rematar una carta ("¿Saludos o atentamente?") . Y por eso se explica tan bien que el impertinente Cooper no deje de perseguir a la Colbert. "¡Cumple tu contrato!", le grita sobre el matrimonio no consumado. El dinero, en fin, no lo puede todo.


Nada mejor que la secuencia inicial, ideada por Wilder, pulida por Lubitsch, para mostrar la pegada inteligente del film. Michael Brandon (Gary Cooper, el hombre que nunca sabía qué hacer con las manos, según el crítico Carlos Pumares) acude a una tienda de la Riviera francesa a comprar un pijama. El soberbio yanqui se empeña en que le vendan sólo la parte de arriba del conjunto, porque asegura que el 90% de los hombres duerme sin la de abajo. Los atolondrados empleados no saben qué hacer: esa petición no viene en el libro de reglas (pragmatismo gringo, exceso de reflexión europeo). Piso a piso, escalera a escalera, jefe a jefe, la duda llega hasta la planta noble del edificio, donde descansa el gran jefazo. En un (otro más) guiño fantástico, el jefazo sale de la cama para contestar el teléfono. Dice que eso es imposible, que de ninguna manera, que posiblemente conduciría a la anarquía porque otros clientes podrían empezar a pedir lo mismo. Entonces, el plano de la cámara se abre para verle sólo con la parte de arriba del pijama. El caudal de la hermosa secuencia finaliza con el encuentro entre Cooper y Nicole de Loiselle (Claudette Colbert), que compra la parte de abajo del mismo pijama, dividiendo el precio de la pieza entera entre los dos. Una parte de abajo muy grande, para un hombre de 1.90, que pica el orgullo y la curiosidad de Cooper, y pone el anzuelo para el resto de la película.

Un placer para la vista esta octava mujer de Barbazul, y un gustoso aperitivo para recuperar en los próximos días más dedos del toque Lubitsch y dar al play mientras se nos dibuja una sonrisa maliciosa. Quizá imaginando la deliciosa amoralidad del gran director, al que en Hollywood se conocía como rey de la comedia sofisticada, pero también príncipe del casting coach: "Si quieres este papel, pasa por favor a mi despacho...". Uno de los grandes de la historia del séptimo arte, que, fiel a su naturaleza, como el escorpión, murió de un infarto en el diván de su despacho, mientras se lo montaba con una nueva candidata a actriz.

Caricatura de Ernst Lubitsch del artista Al Hirschfeld, sacada del libro Hirschfeld's Hollywood

jueves, 10 de julio de 2008

Viene el lobo y nos pilla viendo el fútbol


¡¡A por eelloooosss, ooee, a por eelloosss, ooee, a por eeellooos ooooe, a por ellos ee-oo-eeeeeee!!
Exclama al unísono la clase empresarial española

¡¡Alcooooohol, alcooohol, alcohol, alcohooooll, hemos venido, a emborracharnos, que nos exploten nos da iguaaaaaaal!!
Responde con una sonrisa encantada la clase trabajadora española

El epopéyico, majestuoso, histórico, inigualable (añádase la ristra de sinónimos del Word a mano) triunfo de España en la reciente Eurocopa ha dejado a la Piel de Toro con el éxtasis en el cuerpo. Decenas de años de frustración, de arbitrajes indignantes, penaltis fallados, juego rancio, insultos mediáticos y esperanzas rotas bañadas en las lágrimas de la ciudadanía han sido enterrados. ¡Albricias!, España es campeona de Europa, ¡olé! Qué felicidad, qué alboroto, por fi un perrito-copa piloto. Y después Nadal gana Wimbledon, ¡toma ya! En la mismísima hierba de la Pérfida Albión. Anonadados estamos, pues. Sin embargo, y aún a riesgo de flirtear con las teorías sobre la alienación de las clases de ese tipo de larga barba blanca (y no hablo de Papá Noel), este Bobolongo se siente en la obligación moral –perdón, ética– de anunciar el advenimiento de Sauron, el señor oscuro, sobre el mercado laboral español. Dios me libre de poner en duda la relevancia del fútbol en nuestras vidas, pero los empresarios... ¡nos van a dar por todos los lados mientras jugamos en la playa con un balón de Nivea!

Ya resuenan los tambores de guerra allende los mares. "Así serán los despidos de la crisis: más baratos, más rápidos y más duros", abría su información económica El Mundo hace semana y media. "La crisis sera más larga y profunda", analiza en su suplemento homólogo El País, que se centra en el desplome inmobiliario. Emilio Botín pide desde el continente que ha recolonizado –América– contención salarial –excepto la suya, claro está– para capear el temporal. El súperbanquero con la S grandota de Santander, fagocitador de entidades varias, aconseja paternalmente a su querido gobierno socialista, mientras, como patrocinador de la competición, entrega la Copa Libertadores al equipo Liga Deportiva Universitaria, de Quito (qué ironía, otra vez el fútbol…). A un océano de distancia, la patronal de los empresarios, la CEOE, manda sus tropas a sitiar el abismo de Helm. Con cara de sabio, su presidente, Gerardo Díaz Ferrán, habla de una "situación gravísima" y de "1,5 millones de parados más" si el Gobierno no "apuesta por medidas que flexibilicen el mercado". Si hacemos caso al señor presidente, y citando a una brillante ex compañera laboral, el trabajador español va a acabar siendo más flexible que las afamadas prostitutas tailandesas, con perdón de lo políticamente incorrecto.

Mientras, el Partido Socialista Obrero (me da la risa cuando digo esto...) Español medita un paquete económico de apoyo para el gremio de la construcción. Claro que sí, hombre, esos visionarios de la nueva economía no pueden dejar de tener beneficios anuales del 100 por cien. Si ya no pueden especular, algo les tendrán que regalar. "Nuestro sector inmobiliario es de los mejores del mundo. Vivimos un aterrizaje o ajuste suave“, sentenciaba con sagacidad el 24 de octubre de 2007 Carmen Chacón, por entonces ministra de Vivienda. Pero hay que ver cómo disfrutan los políticos 2.0 enjuagándose la boca con "aterrizajes suaves", "burbujas", "ralentizaciones" y su panoplia de términos para pintar de rosa una pizarra que chirría al contacto de los rotuladores de colorines Crayon, que tanto usan los juguetones ministros de ZP.

Mileuristas del mundo, ¡uníos!

Afortunadamente, uno sigue manteniendo intacta la capacidad para indignarse siete veces al día, así que cada vez que escucho el concepto flexibilidad me dan ganas de invadir la sede central de Telefónica y tragarme la última hornada de móviles 3G XYZ 3,4, con carcasa intercambiable. ¿Quieres más flexibilidad, vampírica CEOE? El poder adquisitivo del ciudadano español no ha hecho sino descender desde principios de los noventa, con las reformas thatcherianas del mercado laboral –despido barato, reconversión industrial salvaje, ETTs y compañía– apadrinadas por los gobiernos de Felipe González. Los sueldos son tan lamentables que si se cantase aquello de un bote, dos botes, mileurista el que no bote, no saltaría ni Dios. Además, el concepto de antigüedad es ya una leyenda homérica que se pierde en la noche de los tiempos, ya sea porque es imposible la estabilidad laboral, ya sea porque ese plus ha sido destruido en los nuevos convenios colectivos.

Perdida la antigüedad del trabajador, el efecto perverso concatenado es el establecimiento de dos categorías de trabajadores. La minoría veterana en las empresas, generalmente atrincherada en sus exiguos beneficios, y la mayoría de jóvenes explotados, con una escala salarial inferior. Habría que añadir un tercer nivel, el de los inmigrantes, alrededor del 8% de los asalariados con alta en la seguridad social. A nuestros compañeros latinos, rumanos o marroquíes que vienen a ganarse el pan y a intentar ahorrar entre prejuicios para ver si se pueden traer a su familia en el futuro, se les paga menos que a los jóvenes explotados, y, muchas veces, en negro. Qué hubiese sido sin el sector de la construcción -¡Ohhh, gran timón de la economía española, alúmbranos en esta noche oscura!- y su vanguardista estrategia de contratación de personal en las mil y una obras:
"O aceptas cobrar en B o te vas a la puta calle. Por cierto, cuando te largue, también te voy a echar en negro, así que lo de cobrar las prestaciones lo vas a tener chungo". Por tanto, si los salarios recrean la historia del Increíble Hombre Menguante, el coste de la vida sube como la espuma, el despido le sale por la patilla a los empresarios y las horas extras no las cobra ni el Tato, la gran pregunta que tanta zozobra me causa es: ¿de qué jodida flexibilidad habla el señor de la CEOE?


Preparan la segadora

Más calmados que yo, los sesudos expertos hablan del ajuste más brutal que va a sufrir el empleo desde que existe estadística laboral. En realidad, si se mira con detenimiento, el currante vive en un ajuste permanente desde hace lustros, ya que el empresario ha decidido hace tiempo que es la mejor estrategia para la sumisión perpétua del currante. Los despidos ya han comenzado, y en el verano la cosa no puede ir sino a peor. El ejemplo de la patronal de los transportistas, que ha aprovechado la barata excusa de los paros para echar a un buen puñado de trabajadores, tiene toda la pinta que será seguido ahora por el sector de la pesca. La "leve desaceleración" por "la presión de la coyuntura internacional" de la que Zapatero nos conminaba a no preocuparnos antes de las elecciones se ha hecho una bola de nieve. Rueda y rueda, y el alud engorda. La crisis se ha llevado por medio en el primer trimestre de 2008 casi un cuarto de millón de trabajadores respecto a los tres meses anteriores, la mayor subida en 15 años, según datos de la EPA. Y el paro registrado ha aumentado en 423.237 personas desde que comenzaron a detectarse los primeros síntomas de desaceleración económica,
de acuerdo al INEM.


El espléndido –merece la pena leerlo- artículo de El Mundo define con humor negro lo que se avecina: la "tormenta perfecta" en el mercado laboral. Sus autores, Francisco Núñez y Cristina Caballero, apuntan a las primeras víctimas del Tsunami neocon-liberal: el tercio de currantes temporales –"la clase precariada", que definió genialmente Gaspar Llamazares–, a quienes les va a renovar contrato Rita, the singer. De nuevo los trabajadores de la construcción –con un paro calculado en torno al 30%– reciben los primeros puñetazos. Después, los trolls abobinables en forma de ERE –Expediente de Regulación de Empleo– ya atruenan en la ontananza. Bajo esta figura, el empresario puede echar a grandes grupos de trabajadores aduciendo razones de causa mayor económica o técnicas. En teoría, estos ERE deberían ser para llegar a acuerdos de prejubilación beneficiosos para currantes que lleven media vida en una compañía, pero en la práctica, y más en tiempo de maremoto de crisis, se usan simplemente para poder echar a muchos a 20 días de indemnización por año trabajado, en vez de los 45 pertinentes cuando el despido es improcedente. Entusiasmados con su interpretación libre del himno catalán Els Segadors, los empresarios han aumentado en un 21% los ERE presentados.

Pero que nadie se preocupe, porque, como decía el clarividente Forges el otro día, en dos años llega el Mundial de fútbol. Y Nadal número uno de aquí a tres días. Pena de Fernando Alonso este año... Sí es que como en España no se vive en ninguna parte. Que si somos los mejores, ¡bueno y qué!, ¡bueno y qué!

lunes, 7 de julio de 2008

No sin mi arma


"Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas". Segunda Enmienda de la Constitución de EEUU, adoptada en diciembre de 1791

“From my cold, dead hands!” Traducción libre: ¡Me arrancarán [el rifle] de mis frías manos muertas!
Charlton Heston, blandiendo un rifle en el aire, durante el discurso inaugural de la convención anual de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en 2000.

La electrizante Bowling for Columbine, del francotirador Michael Moore, arrancaba su argumentada denuncia de la cultura de las armas y el miedo imperante en Estados Unidos con un ejemplo atronador. Tras abrir una cuenta en un banco, el inquieto Moore recibía a cambio un rifle del tamaño de los que portaba John Wayne, en sus cabalgadas en pos de los salvajes indios. Unos cuantos años después, se podría decir que el Tribunal Supremo de Estados Unidos acaba de abrir cuenta nómina, ahorro y vivienda en el citado banco. Los prestigiosos magistrados han debido de pensar que es mucho más práctico y eficiente un rifle para controlar a las visitas al hogar inesperadas que un juego de tazas de porcelana para invitarles a compartir un café.

Los sabios de larga toga del tribunal de tribunales emitieron a finales de junio el que quizá sea su veredicto más importante desde que, este mismo año, declarasen ilegal la situación de los presos en Guantánamo. El máximo órgano judicial del país abordó el caso de una ley estatal, –la de la capital de la nación, Washington D. C,– que prohibía la tenencia de armas de fuego. El fallo de la Gran Corte, por una exigua mayoría de 5-4, declaró que la normativa de la ciudad, en vigor desde hace 32 años, violaba la Constitución. El tribunal apoyaba así la idea de que la Segunda Enmienda de la Carta Magna protege el derecho de un individuo a portar armas como defensa propia preventiva, y no es un derecho que esté ligado únicamente a una milicia estatal.

Desde 1976, la ley del Distrito de Columbia –una entidad administrativa independiente de cualquier estado– prohibía la posesión de revólveres y exigía que los rifles y escopetas en manos privadas estuviesen descargados o tuviesen un mecanismo para desactivar el gatillo. Este segundo término también ha sido declarado inconstitucional por la corte máxima. Es la primera vez en 200 años que el Tribunal Supremo se pronuncia decisivamente sobre la interpretación de la Segunda Enmienda, redactada por los “padres constituyentes" en plena Guerra de Independencia contra Gran Bretaña. Hasta ahora, las cortes estatales habían considerado que esta Segunda Enmienda sólo otorgaba ese derecho de tener armas a las milicias, léase la Guardia Nacional, una especie de Guardia Civil gringa, pero sin tricornio. Pero la decisión del Supremo en el caso Heller contra el Distrito de Columbia amplía esta interpretación y ampara el derecho individual de los ciudadanos, basándose en el derecho consuetudinario y el contexto histórico previo y posterior a la redacción de la enmienda, allá por el año 1791.

La mentalidad del 'cowboy'

Pese a la incuestionable necesidad de reglamentar el acceso a las armas de fuego cortas, usadas en casi dos tercios de los robos y agresiones, y en mas de la mitad de los 15.000 asesinatos anuales en Estados Unidos, según estadísticas del FBI, los jueces conservadores del cada vez más conservador Tribunal Supremo hicieron piña para acabar con la normativa. El presidente de la corte, John Roberts, nombrado por nuestro preferido muñeco de pin, pan, pum, George Ineptus Maximus Bush, aseguró que "no veía razonable mantener una prohibición total de la tenencia de armas en manos privadas", la misma opinión de su compañero ideológico Antonin Scalia. La tercera pata del núcleo con olor a pólvora del tribunal, el juez Samuel Alito, considerado del ala dura del tribunal y también propuesto por Bush, añadió que las exigencias sobre el manejo de rifles y escopetas en Washington D.C. hacían "muy difícil que esas armas pudiesen ser utilizadas en defensa propia".

En el banco de los opuestos a levantar las restricciones a la armas, el juez Stephen Breyer citó estadísticas que señalan que entre 80.000 y 100.000 personas en Estados Unidos mueren o resultan lesionadas cada año como consecuencia del uso de armas de fuego. Agregó que, en el caso de la capital de EEUU, la cifra de muertos oscila entre 200 y 300, y el número de heridos ronda entre 1.500 y 2.000. El diario británico The Times también aportaba interesantes datos al respecto, recurriendo a estadísticas de 2005. Durante ese año, en Inglaterra y Gales –ambos países con severísimas leyes de control de armas- sólo hubo 50 muertes relacionadas con crímenes a mano armada, mientras que en el mismo periodo de tiempo en EEUU los fallecidos alcanzaron los 12.352. Sorprendentemente, al bueno del juez Breyer parece apoyarle la opinión pública. Según una reciente encuesta del diario The Washington Post, el 59 por ciento de los estadounidenses defiende la prohibición de armas, y el porcentaje sube al 76 por ciento en el caso de los residentes de Washington D. C.

Como no podía ser de otra forma, la administración Bush se ha apresurado a decir que "comparte profundamente la decisión del Tribunal Supremo". John McCain, el candidato republicano a la Casa Blanca, también ha alabado el veredicto. Nada nuevo bajo el sol en ambos. Lo que si resulta muy decepcionante es la posición del supuesto "hombre del cambio", Barack Obama. En su incansable camino hacia el centro, Obama también ha apoyado la decisión de la corte: "Siempre he creído que la Segunda Enmienda protege el derecho de los ciudadanos a portar armas. Esta decisión refuerza que si actuamos con responsabilidad podemos proteger tanto nuestros derechos constitucionales como mantener seguras a nuestras comunidades y niños“. Populismo de todo a cien del candidato demócrata, acobardado en los últimos meses en sus declaraciones para no enfadar ni antagonizar a los votantes de las ciudades rurales del país, devotos seguidores del evangelismo sectario y los rifles.

Se abre la veda para la NRA

"Este es un gran momento de la historia americana", clamó al cielo tras conocer el veredicto Wayne LaPierre, vicepresidente de la Asociación Nacional del Rifle (NRA). “La decisión reivindica a los americanos a lo largo y ancho del país que siempre han sabido que merece la pena proteger su libertad. Considero este fallo el principio de un proceso gradual para proporcionar respiro a otros americanos sometidos a leyes restrictivas". De lo que habla la poderosísima NRA, el lobby con más influencia del país gracias a sus más de cuatro millones de socios, es de una contrarrevolución en toda regla a través de demandas judiciales, a mayor gloria de los vendedores de armas. Porque gracias al veredicto del Supremo, los trámites burocráticos, cargas impositivas y restricciones a la tenencia de armas, en vigor en la actualidad en muchos estados, van a ser minimizados al extremo.

En un país donde se calcula que unos 70 millones de personas poseen un arsenal combinado de unas 250 millones de armas –récord absoluto en los estados llamados desarrollados–, el impacto de la decisión de la Gran Corte en las diversas leyes estatales será crítico. De hecho, la NRA ya está empezando a mover sus alfiles armados. Prepara una demanda en Nueva York –donde hay que esperar una media de seis meses y realizar un par de visitas a la comisaría policial para adquirir un arma- y ya ha formalizado pleitos en San Francisco -¡contra la ley que prohíbe las pistolas en las casas de protección oficial!-, Chicago y otras ciudades, argumentando que las normativas de estas ciudades perjudican el derecho de la gente a la defensa propia ante el crimen.

La letanía que repiten los adalides de las pistolas es que su tenencia generalizada entre la sociedad ayuda a disminuir los asesinatos por crimen. Los think tanks conservadores dicen que, en los estados con leyes más restrictivas al respecto, el crimen no ha disminuido, sino que ha aumentado. Son similares párrafos a los que utilizan los mismos perros pero con diferentes collares para defender el mantenimiento de la pena de muerte. En ambos casos, las estadísticas se empeñan en demostrar lo contrario.

Recurriendo a Wikipedia, unos 10.000 asesinatos se cometen al año en Estados Unidos con armas de fuego. Y, de acuerdo a la revista mensual American Journal of Public Health, de las 233.251 víctimas de homicidio entre 1988 a 1997, el 68% fue asesinado por armas, la mayoría de ellas pistolas. Más recientemente, en 2002, de las 1.202 mujeres asesinadas por la violencia de género –sí, esta barbarie no es patrimonio de España–, 700 fueron matadas por sus compañeros usando armas. Respecto a otro grupo también cercano al peligro, el de los niños, grupos que promueven la prohibición de las armas afirman que unos 9 críos mueren al día en EEUU a causa de errores de otros al descargar sus armas. La abrumadora fuerza de los datos y las investigaciones ha llevado a la citada asociación Public Health ha concluir que las posibilidades de que alguien se suicide o de que se cometa un homicidio son mayores en los hogares donde las armas de fuego están presentes. Blanco y en botella, leche.

Por último, tomando como ejemplo otros dos países anglosajones que comparten sistema judicial basado en el derecho consuetudinario, la teoría del "cargo un arma ergo el crimen se reduce" también hace aguas por todos los lados. Tanto en Gran Bretaña –prohibición de la tenencia privada desde 1997- como en Australia –con un descenso del 50% en las muertes relacionadas con armas desde que en 1997 se declarase ilegal poseerlas en casa– son buena muestra de ello. Sin coartada pragmática ni mediana defensa intelectual, los sesudos magistrados del Tribunal Supremo deberían comenzar a atacar la proliferación de armas en manos privadas, pero parece que en sus señorías pesa más el amor a la cultura de la pólvora que el sentido común.

jueves, 3 de julio de 2008

El mejor lugar para cometer un crimen



El camino nos llevó a un invernadero y el mayordomo abrió la puerta y se hizo a un lado. Esta daba a una especie de corto vestíbulo, tan cálido como un horno mantenido con rescoldo. Mi acompañante me siguió, cerro la puerta exterior, abrió otra interior y pasamos por ella. Aquí hacía realmente calor. El aire era espeso, húmedo, cargado de vapor, y grandes gotas de agua salpicaban las plantas. La luz tenía un color verdoso, irreal, como la luz filtrada a través del depósito de un acuario. Las plantas llenaban el lugar formando un bosque, con desagradables hojas carnosas y tallos como los dedos de cadáveres recién lavados...

El sueño eterno, Raymond Chandler

El titiritero que mueve los hilos de nuestro deambular terrícola –llámese Jesús, Alá, Buda, energía cósmica, Hakuna Matata, Bokonón, el señor de la casualidad o el Monstruo Volador de Espagueti, me inclino por este último- lanzó el taco en mi cabeza hace unas semanas y consiguió una carambola a tres bandas. Respondiendo a los aullidos de mi compañera vital, fuimos a visitar el jardín botánico de Múnich, donde pasamos una relajada tarde en verde, alejados del malvado influjo de la cerveza.

Junto a los preciosos jardines en color panorámico, de flores cuyo nombre desconozco, la verdadera corriente eléctrica que me movió el piso, como dice los hermanos de la pampa, fue el recorrido por los invernaderos. Siempre me ha parecido fascinante esa atmósfera densamente seductora, la dialéctica de una naturaleza exuberante enclaustrada en un edificio, los estrechos pasillos, el agua estancada, la sensación de viajar a un continente diferente con el olor de una espesa planta, con el roce de un helecho descomunal…

Borracho de dióxido de carbono, me puse a imaginar las inmensas posibilidades cinematográficas de este particular hábitat, y mi memoria enseguida fue polinizada por el cínico, intuitivo, duro e irónico Humphrey "Philip Marlowe" Bogart, entrando a un invernadero que huele a crimen, donde le espera en silla de ruedas el general Sternwood, en la magistral El sueño eterno.

- ¿Le gustan las orquídeas?
- No demasiado –contesté.
El general entornó los ojos.
-Son asquerosas. Su tejido es demasiado parecido a la carne humana y su perfume tiene la podrida dulzura de una prostituta.

¡Fum! El diálogo-bala del gran Raymond Chandler envuelto entre plantas que tosen, entre flores con el color en blanco y negro de la roja sangre… Un mundo esponjoso sobre el que descansa un arco tenso de palabras que se deshacen en la boca, que uno puede paladear y disfrutar de su sabor: el dulce néctar, los filamentos orgullosamente erguidos, el hermoso cáliz, el estigma pegajoso que recoge el polen…

En procesión de 35 mm, y junto a ese sueño eterno que nos alcanzará a todos, llegaron pidiendo paso Jack Lemon y Lee Remick, sedientos de whisky por los suelos de un invernadero en Días de vino y rosas. Después, Tom Cruise, picado por una planta venenosa, asumiendo la cuenta atrás de su vida, mientras la viejecita a la que ha acudido desesperado cuida meticulosamente sus plantas y le relata cómo se irá paralizando su cuerpo… Otra vez la muerte cercando el invernadero, esparcida cual tibio aspersor, en esta joya de la ciencia ficción que es Minority Report (¿Podemos elegir realmente en la vida?, grita la espléndida idea control de la película). Y, como no, las vainas aterradoras de La invasión de los ladrones de cuerpos, abriéndose en el invernadero para dejar paso a las réplicas alien de los personajes…


La suerte de compartir vida junto a una hermosa devoradora de literatura es que, cuando menos te lo esperas, las maravillas se abren ante los ojos, y las asociaciones de ideas refrescan el aplomado cerebro. Tan sólo unos días después de la visita reveladora a los invernaderos y cuando todavía tenía el CO2 haciéndome cosquillas en la sangre, llegó a mis manos el libro Arcadia todas las noches, de Guillermo Cabrera Infante, quien ya me había hecho gozar con su Cine o sardina.
El escritor locuaz, el gran fan del cine, el malabarista de los juegos de palabras, el niño que hace plastilina con el lenguaje, se zambulle en Arcadia... en sus grandes mitos, por supuesto comenzando con el monumento Orson Welles, para luego asistir de puntillas a los asesinatos de Hitchcock y tomar de postre la poderosísima narración-acción de Howard Hawks. En ese capítulo dedicado al director que hizo obras maestras en cada género, Cabrera Infante cita algunos pasajes de El sueño eterno, justamente los que se me aparecieron a fogonazos en el jardín botánico.

Se levantó lentamente y vino hacia mí moviéndose toda. Llevaba un vestido negro mate. Sus muslos eran largos y andaba con un vaivén que no había visto nunca en una librería.

Dos líneas. 30 palabras. Ya sabes qué mujer habita y no habita en la tienda. Ya sabes adonde conduce ese vaivén. La descripción certera, directa, seca, despojada del artificio. Una prosa intensa, con textura, rugosa si se quiere, como aparece en la descripción del invernadero. Y, cuando se acerca al humor cáustico, como en este travelling descripción de la dependienta de la librería, un estilo “refinado y tan embriagador como el cognac-champagne”, citando a Cabrera Infante. La novela negra en todo su esplendor a través de la máquina de escribir del alcoholizado Raymond Chandler, a quien me descubrió mi gran pana Julián Santana. El genio de Un largo adiós, de Adiós, muñeca, de La mujer del lago, que comenzó a escribir de verdad a los cincuenta años, cumbre junto al más colorido Dashiell Hammett de un género injustamente infravalorado.


Plantas encerradas, crímenes, Chandler y cine, todo junto y asfixiantemente adictivo. Qué hermosos los invernaderos, y qué escenario tan acolchado e inquietante para juguetear con el crimen en la gran pantalla.

Fotos Jardín Botánico de Múnich: Claudia Hernández