martes, 10 de junio de 2008

El ataque de los vampiros de Bruselas


1 de mayo de 1886, cientos de miles de obreros de Estados Unidos inician una huelga general que dura varios días para conseguir la jornada laboral de ocho horas. Revueltas, manifestaciones y ejecuciones de sindicalistas de por medio, los representantes de la patronal finalmente acceden a la demanda a finales de ese mismo año. En 1889, la Segunda Intenacional proclama el 1 de mayo como Día Internacional del Trabajador en homenaje a los anarquistas asesinados, los Mártires de Chicago, y a la conquista de la jornada de ocho horas.

Anoche tuve una pesadilla espantosa. Estaba en el trabajo, acabando mi jornada. Apagué el ordenador y saqué el mp3 segregando jugos pensando en lo que escucharía camino a casa, para limpiar mi cerebro de los códigos binarios del curro. El sol se estaba poniendo, había sido und día productivo, y quería auto recompensarme con una hermosa birra (o dos). Me dispondía a coger el ascensor hacia la puerta de salida. Tardaba y tardaba. Parecía que todo el mundo se habia puesto de acuerdo para salir a la misma hora. Escuché una tema entero –y uno de los largos de Wolfmother-, y el ascensor seguí sin subir. ¿Pero qué diablos...?

De pronto me di cuenta de que la planta estaba desierta, que no había visto a ningún compañero en los últimos diez minutos. Me quité los cascos y... ¡¡bumm!! Quedé atónito. Un coro de gritos de diferente modulación recorrían las escaleras y pasillos del edificio. Hombres, mujeres y niños chillando de horror... El miedo me consumía.. ¿qué estaba pasando? Decidí salir por piernas del edificio cuando, por fin, sonó la señal de llegada del ascensor. Ansioso, con la garganta seca y la mente nublada, me abalancé dentro de él... pero cuando se abrieron las pueertas.. ¡¡¡aaaaaaahhhhhhh!!! Un tipo trajeado con los colmillos de Nosferatu saltó sobre mí y mordió despiadado mi cuello entre gruesas risotadas. Mientras me succionaba con saña, por mi cabeza pasaban los rostros desfigurados de Jimmy Hoffa, Lionel Jospin y Marcelino Camacho en un alarido mudo... Lo siguiente que recuerdo es que estaba tecleando de nuevo frente al ordenador, mientras la noche se cerraba tras la ventana...

Por si había alguna duda de lo que se trata realmente la Unión Europea, su alma vampírica ha quedado más que desnudada tras el mayor zarpazo a los derechos de los trabajadores del último siglo. La Unión Europea del Capital, ese club de burócratas que se excita en cada reunión cuando junta el prefijo neo con su querido vocablo liberalismo, ha decidido resucitar a Margaret Thatcher y Ronald Reagan para crear un vástago del que ambos estarían orgullosos. La Europa de las compañías corporativas han alcanzado un acuerdo para ampliar la jornada laboral por encima de las actuales 48 horas semanales, previo acuerdo entre el trabajador y el empresario. Así lo han decidido los ministros de Trabajo de los 24 países de la UE, a excepción de España, Grecia y Chipre. Qué razón tenían Francia y Holanda en votar en su día NO al tratado constitucional europeo.


En virtud de pactos individuales, empresario y trabajador podrán alargar la jornada laboral hasta 60 horas semanales, calculadas como media durante un periodo de 3 meses, e incluso hasta 65 horas en el caso de guardias médicas. En el caso de los galenos, los quebrantahuesos de la UE se han cebado si cabe un poquito más, ya que la directiva no considera tiempo de trabajo el periodo inactivo de las guardias de los médicos, algo aberrante que incluso va en contra de una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE.

Como el tiempo se computa como promedio durante tres meses, las jornadas se podrán alargar hasta las 78 horas, completando por fin el sueño dorado del buen empresario: un currante que trabaje por dos y cobre como si fuese medio. La medida, que aún debe recibir el visto bueno del Parlamento Europeo, va aún más lejos y permite superar las 65 horas laborales si hay un acuerdo entre los interlocutores sociales o si así lo establece el convenio colectivo. Además, como espectacular colofón a tan revolucionaria reforma, los contratos de menos de 10 semanas de duración no quedarán cubiertos por estas disposiciones, y por tanto no tendrán ninguna limitación de horas de trabajo. Estos contratos Flash -llamarlos temporales sería un exceso- permiten, en teoría, trabajar 24 horas al día durante 10 semanas. 240 horas empaquetadas con un lacito. Ideal para periodos picos en la producción. Dudo muchísimo que compañías pioneras en el cuidado social del currante, como las que gestionan servicios de teleoperador, hagan uso de esta posibilidad...

En teoría, el acuerdo contempla una serie de salvaguardas para garantizar que los trabajadores aceptan sobrepasar las 48 horas semanalas voluntariamente, y no forzados por temor al despido. El empresario deberá obtener un consentimiento por escrito del trabajador para ampliar la jornada, y este documento deberá renovarse cada año. Paralelamente, el acuerdo no podrá firmarse en el momento de la rúbrica del contrato ni durante las cuatro primeras semanas de la relación laboral. Pero son sólo paños calientes para justificarse ante la ciudadanía, y hay que ser my ingenuo para creer que evitarán la nueva era de explotación laboral contemporánea.

Parafraseando las palabras atribuidas a Bertol Brecht –que plagió de otro dramaturgo de la época-, primero vienieron a por la educación, pero como yo ya me había licenciado no hice nada. Luego vinieron a por la sanidad, pero como yo no me pongo nunca malo, tampoco hice nada. Y fnalmente vinieron a por los trabajadores, y cuando quise hacer algo ya me habían dado por Detroit. La Europa de la educación concertada, los hospitales gestionados por las constructoras y las politicas dictadas por un club no elegido en las urnas (la Comisión Europea) dirige ahora su hambriento apetito al trabajador. Ya que privatizamos todo, hagámoslo también con el tiempo libre de los currantes.

Los insignes ministros de Trabajo de la UE, adoctrinados por sus democráticos gobiernos, deberían ir más allá y no quedarse en esta tontería de quítame aquí unos derechos y ponme una docena de horas más. Como ellos definen esta ampliación bajo el eufemismo de "free choice" (libre elección) del trabajador –el Capital siempre ha sabido envolver esponjosamente su codicia: fuego amigo, daños colaterales....- , desde Os Bobolongos recomendamos una batería extra de medidas que hagan de Europa la vanguardia de la política laboral del mundo: Free blow jobs (mamadas libres) al jefe cada mediodía. Por supuesto, tambien opcional y previo acuerdo súper libre entre el empresario y el trabajador, faltaría más. Free back door. Lo mismo, pero permitir al capataz que te de por detrás, muy libre y opcional, claro está. Podría ser a primera hora, para definir bien la jerarquía corporativa desde el café de la mañana. Free extra hour. Bueno, esto es de cajón. Como esta reforma pseudo-socialista podría acabar con las horas extras sin remunerar, entrañable vínculo entre el trabajador –sobre todo español- y el empresario, la free extra hour permitiría seguir haciendo horas extras tras la jornada pactada de 60 horas.

Para los que dicen aquello de "¿para qué voy a votar?", "todos los políticos son iguales“, "yo no soy de izquierdas ni de derechas", "lo único que me importa es que me suban el sueldo", bla, bla, bla..., hay que recordarles dónde arranca esta iniciativa. El eje Mediterráneo -Francia, España e Italia- ejercía desde hace años la minoría de bloqueo contra los países centroeuropeos y Gran Bretaña, ansiosos de tragarse de un bocado al trabajador. Pero un buen día los franceses votaron a su pequeño Napoleón, Nicolas Sarkozy, y otro día los italianos votaron a su Vito Corleone –perdone la comparación, señor Brando-, Silvio Berlusconi, y la romántica pareja ha remado junta para poner el puño sobre el currante. El chambaleo es tan grotesco que Francia ha apoyado el aumento de la jornada laboral a cambio de que el primer ministro británico, Gordon Brown, del Partido La-Bo-Ris-Ta, apoye por su parte la reforma –aún más flexible- de las agencias de trabajo temporal. Así, directiva a directiva, el estado social europeo se va destruyendo.

La verdad es que esta Europa cada vez tiene más cara de novela de Orwell. Lo de ocho horas para el trabajo, ocho para el ocio y ocho para dormir (algún compañero de Os Bobolongos a veces coge prestadas 6 horas de sueño para computarlas en ocio...) será una leyenda aúrica que contaremos entre lágrimas a nuestros nietos. Cada vez somos más en el mundo, pero en vez de repartir la carga de trabajo para combatir también el desempleo, se camina imparable hacia el sueño del empresario: que un trabajador curre por dos. Aunque en realidad, alargar la jornada de trabajo sea una daga al corazón de la productividad: España es el mejor ejemplo, si voy a estar 12 horas en la oficina, me echaré 7 cigarritos, comeré en tres horas y surfearé otras tres. Eso a la Europa de las corporaciones no le importa. Sólo con los impuestos y beneficios sociales que conllevaría la contratacion de nuevos currantes, y que se van a ahorrar por la cara, ya van a hacer caja de sobra.

Por otra parte, la libertad de elección del trabajador en materia de jornada laboral es un cuento chino en un mandarín ancestral. Si no firmas esto te vas a la puta calle; La calle es muy fría; Detrás de ti tengo a 300 esperando para ocupar tu puesto, ¡y por menos dinero! no son versos del Romancero gitano, sino estrofas que sueltan por la boca los mil y un explotadores que campan por la piel de toro. Además, dejar al trabajador que pacte a solas con el empresario es renunciar a toda la historia legal y de lucha social colectiva. Claro que al capital y a cualquier capataz de tres al cuarto le encanta negociar de tú a tú con el trabajador, para que pueda ejercer el poder y la coacción sin ninguna restricción.
Te invito a trabajar a 55 horas.
Gracias pero paso. Invítame si quieres a un Santa Teresa on the rocks.
Vale, vamos al bar de abajo. Ah, pero antes, fírmame este finiquito, que me da la risa.
Destrozada la negociación colectiva, vía libre para el advenimiento de la segunda era industrial victoriana, pero sin un Dickens que escriba de las desigualdades.

Si a esta nueva ametralladora que se le va a regalar al empresario se une el nivel de servidumbre y la abdicación de la dignidad obrera en España, donde la gente hace y hace horas extras por la cara –las babosas trepas que reptan por doquier deberán llegar a las 80 horas semanales para ascender-, el futuro invita a subirse a la sonda Mars Explorer y pasar una temporada mirando a las estrellas desde el adusto desierto marciano. Además, ¿qué pasará con la seguridad en el trabajo?, ¿es que un tipo currando 60 horas a la semana no es más proclive a tener un accidente? ¿Y no queremos aumento de la natalidad? Porque con estos horarios, vamos, de follar ni hablamos...

Por ahora, sólo la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos ha advertido de que, de aprobarse la directiva, podrían convocar una huelga en toda Europa. Desde esta humilde ágora hacemos un llamamiento a la HUELGA GENERAL EUROPEA. Que despirten los anestesiados sindicatos y nosotros, los trabajadores sin conciencia de clase y con el cuello dolorido de tanto agachar la cabeza. Un buen revolcón en la calle es lo mínimo que se debería hacer.

Recojo por último un post dejado en El Mundo por Dreamer Otnaive al respecto.

Darwinismo social del duro. Pero no pasa nada, los partidos de la selección seguirán siendo en abierto y habrá ofertas para que sigamos consumiendo los recursos del planeta en diferentes formatos. Y mientras un joven médico se queda dormido operando a un peón de la construcción, el dueño del hospital y el de la constructora ya habrán escondido sus millones en algún paraíso fiscal. Lo que me repatea es que siempre estará el lame-culos de turno que considera que esto es natural, que no se puede cambiar. C'est la vie. Que la gente egoísta siempre gana y que mejor comerse las sobras de los buitres. O sea, la moral del esclavo. Yo siempre he preferido la ética de la liberación.

4 comentarios:

Claudia Hernández dijo...

Amigo, que oportuno post, me levanté deprimida, leyendo la noticia y, si te digo, tal como tú, me pareció que aún no terminaba de tomar mi medio litro de café correspondiente a cada mañana para despertar. Duele decirlo, pero si estos tipos, del Parlamento europeo, elegidos por los europeos, hacen éso, ¿será de verdad que se lo merecen los ciudadanos? sí y no; no, por lo menos, a los que yo conozco. Responsabilidad al votar, y ahí está el palazo de la derecha a la mayoría: tontos, tontos, tontos de no ver que hacia esto es donde siempre quieren llegar. HUELGA YA! PAREMOS A EUROPA POR CONSERVAR NUESTROS DERECHOS!

Unknown dijo...

Curioso que el "Labor Day" en Yankeelandia sea el primer lunes de septiembre, en vez del 1 de mayo; será para que nadie recuerde lo que hicieron esos ingratos desalmados aquel día de 1886.
Os perdono la "esdrujúla" porque me voy a tomar la libertad de remitir el texto a mis cofráteres (con el pertinente ©) y porque me ha gustado la mención a Wolfmother.

David dijo...

Si los padres del capitalismo clásico levantaran la cabeza se verían a sí mismos como libertadores de las masas frente a estos neocon fascistoides que nos llevan irremediablemente al universo orweliano de 1984. George penso en Stalin cuando realizo esa obra maestra y resulta que esta siendo la tan esperada y querida unión europea la que contribuye a la desaparición de los derechos humanos. Da vergüenza ver como evoluciona el homo sapiens. Homo productivus. no pienses, produce y gasta. Grandioso articulo hermano pero ten cuidado con esas medidas que propones que alguno seguro que ya las esta valorando en la puta union de bastardos europeos.
Salud y república

Raquel dijo...

amén