El capital es dinero y productos básicos.
Y al ser valor, ha adquirido la capacidad oculta
de incrementar su propio valor.
Así se multiplica sucesivamente, o, al menos,
pone huevos de oro.
Karl Marx, El Capital
Algunas partes del pensamiento de Marx
no son realmente tan malas.
Peer Steinbrueck, ministro de Finanzas de Alemania
La cifra: 3,800,000.000.000 millones de dólares. En corto, 3,8 billones de dólares. Gracias al trabajo de la cadena de televisión estadounidense
CNBC, ya se le ha puesto cifra exacta –por ahora– al dinero desembolsado por el gobierno de EEUU para subvencionar a las corporaciones y al sector financiero del país. El explosivo cóctel nace de la suma de dinero presupuestado, gasto actual, garantías, préstamos, permutas financieras y otros mecanismos del mercado adoptados por la Reserva Federal, la Tesorería y otras oficinas gubernamentales durante el último año. La
CNBC advierte que ha calculado todos los desembolsos asociados directamente a la crisis financiera, así como otros que, aún de forma indirecta, posiblemente estén relacionados con ella. Ajustada a la inflación, y según los datos del citado medio, la apocalíptica cantidad ya supera lo gastado por EEUU a lo largo de toda la II Guerra Mundial.
Para seguir coloreando el interior de las letras de la palabra asombro, la cadena
ABC aportaba nuevos datos entre los escombros del basurero de injusticia. En 2007, las cinco mayores compañías financieras de Wall Street –Bear Stearns, Goldman Sachs, Lehman Brothers, Merrill Lynch y Morgan Stanley– pagaron un récord de 39.000 millones de dólares en bonos y opciones sobre acciones (stock-options) a sus directivos. Teniendo en cuenta que el Gobierno de EEUU regaló 2.900 millones a J.P. Morgan para que comprase y supuestamente salvase Bear Stearns, la estafa adquiere proporciones de mamut de la era glaciar. Sin embargo, reunidos en territorio del Emperador el pasado fin de semana, los Gobiernos de más potencial económico del mundo decidieron seguir dándole a la máquina de hacer billetes de Washington para sacar de la indigencia al sector financiero, imprimiendo verdes con más aguante que el conejito de Duracell. ¡Liquidez y al abordaje! Porque como la gente no siga abrazando el endeudamiento como forma de vida, se acabó el chiringuito.
Faemino y Cansado* en el G-20La cumbre del
G-20 + España y Holanda venía precedida de dos grandes episodios humorísticos. El primero, las dos semanas largas de lucha titánica del Gobierno Zapatero por estar presente en Washington, relatadas con pasión por los medios de comunicación patrios. El destino histórico de España parecía estar en juego. “Ir supone un salto cualitativo en la posición de España”, soplaba la fanfarria el secretario general del PSOE, Pepe Blanco. Un orgullo patriótico que sonaba demasiado a la sentencia imborrable de Aznar, tras el encuentro en las Azores que decidió la invasión ilegal de Iraq: “España ha recuperado su papel en la historia”. Carlos V y Felipe II brindaban con vino en el otro mundo. A modo de culebrón, que si un guiño de Sarkozy por allí, un desplante de Bush por allá, una mano de Lula allende los mares... por fin nuestro presidente pudo acudir a la reunión de reuniones e incluso estrechó la mano de Bush. Y los medios tomaron la instantánea largamente buscada por el líder del PSOE, humillado reiteradamente por el Emperador después de su osadía de retirar las tropas de Iraq.
Precisamente George W. Bush, ese brillante estadista tan querido en este blog y que da color a su cabecera –aunque ya por muy poco tiempo–, fue el protagonista del segundo
sketch desternillante alrededor de la cumbre. En las semanas previas a su celebración, el presidente de EEUU mantuvo una conversación telefónica con Kevin Rudd, primer ministro de Australia. Rudd es un socialdemócrata que fue elegido el año pasado para separarse de las políticas de sumisión al Imperio del anterior líder conservador.
Pues bien, en un momento dado de la charla con acento tejano, mientras Rudd le insistía a Bush que la mejor respuesta a la crisis era apostar por una reunión del
G-20 en lugar del G-7, George hizo una pausa y pregun
tó a su homólogo australiano: “What’s the G-20?...” A lo que Rudd apostilló: “Qué va, qué va, qué va… ¡yo leo a Kierkegaard! Bueno, vale que Sarah Palin confunda los conceptos país-continente y que no sepa que África (¿ese trozo enorme de tierra al Sur, donde hay muchos negros?) pertenezca a la segunda categoría. Venga, aceptamos gobernadora de Alaska con el cerebro de un pingüino como política de compañía. Pero que nuestro Geoooooooorge no sepa qué es el
G-20 (G-7 + UE + países emergentes)... venga, que lleva ocho años como presidente del mundo. ¡Y joder, que no es la primera vez que se reúne con líderes en ese formato!
En fin, enojado por la filtración de su terrible ignorancia –que se le atribuye al líder australiano-, Bush ofreció una gélida bienvenida a Rudd en la pasada cumbre y, en otro gesto de sutileza,
ordenó retirar la foto de este encuentro de la web de la Casa Blanca. Poco después, algunos blogs de internet en EEUU se dieron cuenta de la incongruencia –21 fotos de Bush estrechando manos y la clamorosa ausencia del premier australiano-, y ayer la foto de Bush junto a Rudd volvía a aparecer en la página.
Y la nave va, aunque la gente se ahogueApartando –no por mucho tiempo– la figura bi-dimensional del monstruo de las galletas, la cumbre del G-20 fue
todo un éxito, según sus participantes. Los políticos allí presentes aseguraron haber avanzado en su objetivo principal: extender una suave alfombra persa que reflote las entidades financieras, para que el crédito vuelva a fluir por las arterias de la economía. De las ambiciosas medidas originales, reforzar la transparencia y ampliar la información sobre los emisores, incluyendo la de los fondos de inversión, limitar los sueldos de los altos directivos, evitar la venta de acciones a corto plazo que buscan un beneficio meramente especulativo o reformar drásticamente el sistema bancario, nada de nada. Un etéreo compromiso de reforma y fortalecimiento de los mercados financieros, pero advirtiendo que la responsabilidad es de cada país y que hay que evitar, por contraproducente, la regulación excesiva.
En el lenguaje aséptico e inodoro financiero, se trata de pulir las asimetrías. Como evitar los daños colatelares en las guerras o reducir las bajas por fuego amigo. Es decir, que Estados Unidos ha logrado imponer su tesis de que no conviene crear nuevos organismos y supervisores internacionales, al contrario de lo que defendía Europa. Y que nadie juegue con la idea de limitar los obscenos sueldos de los directivos. Que nadie ose atentar contra el libre mercado. Que cada país se endeude hasta el infinito y multiplique las medidas de estímulo fiscal a las compañías. Así el dinero volverá a fluir por el sistema para iniciar otro ciclo milagroso de multiplicación de panes y peces, hasta que la siguiente hostia llegue en otros cuantos años. Mientras tanto, EEUU, Europa y los suyos adoptarán la receta que saben de memoria: unos cientos de miles de despidos –Citigroup, el mayor banco del mundo, ha anunciado que pone en la calle a 50.000–, congelación de los salarios, empobrecimiento del estado del bienestar y flexibilización del mercado laboral.
El sistema parece que hace aguas, víctima de sus inherentes excesos, pero los países que dirigen el cotarro se cuidan bien de cuestionar, aunque sea sólo un poquito, sus pilares. Es un anatema poner sobre la mesa el reparto más equitativo de la riqueza en el mundo, el problema capital de todos: el número de millonarios suma la decena; el número de pobres alcanza los
2.000 millones. Y es un sacrilegio despejar la ecuación que no cuadra: ¿a dónde van las galácticas plusvalías empresariales?
ExxonMobile ha declarado los mayores beneficios en la historia de una compañía en Estados Unidos, y en España, el desamparado sector bancario, no le va a la zaga. En los nueve primeros mese del año, el
BBVA obtuvo un beneficio neto de 4.501 millones de euros entre enero y septiembre de 2008, un 5,4% menos que en 2007.
Alfredo Sáenz, mano derecha de Emilio Botín en el Santander, ha anunciado por su parte: "Es alcanzable que cerremos el año con
10.000 millones de beneficios". Eso sí, Sáenz no es partidario de se publique el nombre de las entidades que van a recibir las ayudas del Gobierno porque, a su juicio, tiene un efe
cto "reputacional" negativo sobre ellas. Es decir, los avales que el Estado concederá a la banca en 2008 y 2009, a razón de un tope máximo de
100.000 millones de euros cada año, deberían ser opacos como una cuenta en un banco suizo. El Estado, además de dar el servicio, pone la cama y el dinero; la juega, se la corren los bancos. Y uno que es un poco zoquete, siempre que oye hablar de la banca se hace la misma pregunta. Por un lado, se considera usureros a los prestamistas que cobran intereses por encima del 25%. Mientras, si un ciudadano creyente pide un crédito para una casa, digamos a 30 años, y acaba pagando el valor del inmueble y, aproximadamente, el 90% de un segundo piso, a todos les parece una maravilla. Debe de ser que cuando te acercas al 100% del nivel de usura, pasas de criminal a motor de la economía...
Cuentos chinos, cuentas trampa“Un exceso de expansión del crédito puede permitir al sistema capitalista vender más mercancías temporalmente de lo que podrían comprar la suma de los ingresos reales creados en la producción actual y los ahorros pasados (…) Pero a largo plazo, las deudas deben ser pagadas (…) Dado que estas deudas no pueden ser pagados automáticamente mediante la ampliación de la producción y los ingresos, el capitalismo está destinado a una Krach” (un crash).
El errado visionario, pero excelente analista, Karl Marx ya hablaba en el siglo XIX de la huida hacia delante del capital para engordar las alforjas, y preveía un crack futuro del sistema. El capitalismo no acabará devorándose así mismo como predecía el filósofo alemán –el sistema es un astuto camaleón que, por muchos golpes que recibe, siempre encontrará la forma de mutar para seguir vendiendo humo–, pero su respiración enfermiza es calcada a la que dibujó el barbudo Marx.
Se trata de hinchar las burbujas, multiplicar el valor de un producto sin ninguna base real, sobredimensionar su precio y especular con su valor futuro. Los huevos de oro de la cita marxista que abre esta entrada, unos hermosos Kinder de chocolate que, cuando se desenvuelven, se quedan en huevas enanas de anguila, pero que mueven la caldera del tren del neocapitalismo. Para muestra, dos botones. En Estados Unidos, el mercado de valores es mas grande que su economía: el capital en bolsa y renta fija bursátil representa el 122 por ciento del PIB, mientras que en España, el 90%. Y en Estados Unidos uno de cada tres habitantes invierte en sociedades de inversión (uno de cada cinco en España).
En su estupendo blog
Multiplícate por cero, del diario Público, la periodista Amparo Estrada ha
descrito mejor que nadie una de las siniestras paradojas que alimentan el sistema. La creación de valor desorbitado en los mercados bursátiles, basados básicamente en la especulación y en la maximización de plusvalías a corto plazo, coincide con el hundimiento del poder adquisitivo del trabajador, precisamente, quien produce los productos.
El caso del inversor: el Ibex 35 nació en enero de 1992. En octubre de ese mismo año (elijo octubre para comparar con octubre de 2008) se registró su cotización histórica más baja en promedio mensual: 1.873 puntos. En octubre de 2007, el índice alcanzaba los 15.890 puntos. Es decir, quien metió 100.000 pesetas en la bolsa española en 1992, en su punto más bajo, quince años más tarde tenía 748.000 pesetas (olvidémonos del euro para mantener la comparación). Pero el viernes pasado, en octubre de 2008, esas 748.000 pesetas, con el Ibex desmoronado en los 8.997 puntos, se habían convertido en 380.000. O sea, que el inversor ha perdido en un año 368.000 pesetas, pero ha ganado 380.000 respecto a 1992 (sin descontar la inflación).El caso del asalariado: en octubre de 1992, el mismo mes de menor nivel histórico el Ibex 35, supongamos un sueldo mensual de 100.000 pesetas. En octubre de 2008, el mismo mes de la mayor caída bursátil jamás habida, su sueldo es de 162.500 pesetas si le ha subido el salario conforme a la inflación acumulada desde 1992, dado que el IPC es la referencia de la mayor parte de los convenios.Es decir, el valor de las empresas para las que trabajan esos asalariados subió un 748% –al 50% anual– entre 1992 y 2007–. Y en octubre de 2008 la tasa se ha reducido de golpe al 380% –el 24% anual (debe ser duro)–. En esos mismos períodos, los sueldos subieron un 58,6% hasta 2007 y un 62,5% hasta 2008. A pesar del tremendo batacazo bursátil, el valor en bolsa ha subido seis veces más que el sueldo.La pavorosa crisis de la que nuestros gobernantes nos alertan mañana, tarde y noche, es una nueva patraña para seguir esquilmando al trabajador. El único problema que pasa aquí es que las descomunales plusvalías del capital financiero han sufrido un parón, y los jefes del chiringuito quieren que papá Estado les eche una mano para evitar contentarse sólo con beneficios en base a la economía real. Ante tamaño atraco a mano armada, sólo queda la desobediencia civil-financiera a lo Gandhi. A saber: transitar ligero por la vida, sin hipotecas inmobiliarias, letras del coche y deudas de todo tipo. Si se apura, tirar a la basura las tarjetas de crédito y quedarse con una de débito para sacar del cajero. Abolir la mentalidad de propietario y disfrutar de la vida, los viajes y las buenas cenas.
.
Faemino y Cansado* Duo célebre de humoristas españoles.