jueves, 6 de noviembre de 2008

Cartas a Sofía

Después de Obama y todo el buen rollo que parece haber generado siento tener que hablar de esto pero es que no puedo reprimir mi ganas de dialogo con nuestra reina de ¡¡España!!

Me hace gracia la familia real que ahora da su opinión y levanta la liebre del debate sobre temas resueltos ya por el poder legislativo. Tanto tiempo mudos y ahora a soltar opiniones cual tertuliano televisivo. Sofía, querida, te posicionas junto al Opus Dei y eliges a una de sus miembros mas tercos para difundir tu "palabra". Hay gente que todavía dice que es una encerrona y sigue defendiendo a la humilde y desamparada. Mira reina, si te apetece opinar sobre algo hazlo durante el té de las 5 junto a tu grupo selecto de amigas estupendas, te puedes cagar en los homosexuales, en el aborto y poner a parir el divorcio (sin el que tu hijo seguiría soltero), la eutanasia y en como esta el servicio. Pero en tu sueldo va el callarte en público como la estatua de cera que eres, se te paga para que te calles y por eso vives como una Reina. Además, es que eres un poquito hipócrita, con los que nos gusta eso a los bobolongos. Para criticar el matrimonio gay, por ejemplo, has dicho que las “leyes civiles” no pueden estar por encima de “las leyes naturales”. A ver Sofi, que tu eres Reina en virtud de una ley civil, y no natural. Pide a tus sirvientes que te traigan un ejemplar de la Constitución Española, que alguno habrá por la Zarzuela. Por cierto, puede que ese té rico que tomaste antes, fuera pagado por los impuestos de algún divorciado o de alguna mujer que haya tenido que abortar, ten cuidado no te contaminen, OH! reina de todos los españoles. No es por estar de acuerdo o no con tus opiniones, es que tu papel es el de florero, como el de toda la institución a la que perteneces. Si quieres ser rebelde, pues bien, pero deja en el salón del trono tu corona antes de marcharte a buscar otro empleo (Federico o Curri Valenzuela quizá te hagan un hueco).

Los monarcas no pueden ser demócratas, como los curas no pueden ser ateos, otra cosa es parecerlo para poder perpetuarse en el tiempo. Doña Sofía, solo faltaba que además de respetar el deseo del dictador Franco de colocarles donde se encuentran, ahora tuviéramos que aguantar sus opiniones reaccionarias y casposas. ¿¡Por que no te callas, Reina!?

3 comentarios:

Claudia Hernández dijo...

Ah, qué acertado como cerraste el post.
Sabias y explosivas palabras, que el tema no da para menos. Una vergüenza tener que aguantar opiniones tan lamentables, que como bien apuntas, han sido incluidas dentro de la constitución y sus leyes para todos los que habitan el territorio español.

Anónimo dijo...

¡Qué grande, David! Todavía me estoy partiendo la caja... No sabía que esa luminaria, vividora y retrógrada, había dicho eso de que las leyes civiles no pueden estar por encima de las naturales. ¡Pero qué cara (de pan) más dura! Esta tipa es fiel heredera de la teoría de las dos espadas. Yo la ataba a una carroza en el próximo día del orgullo gay para que se le quite un poquito la fachería. Me uno a tu deseo, pó facó, tertuliana de Curri Valenzuela para la próxima temporada

Anónimo dijo...

Opino que es inhumano someter a alguien a que haga lo que dictamina una empresa, sea esta la empresa que sea, en lugar de ostentar el libre albedrío (polémicas religiosas y filosóficas aparte sobre tal término) y decir y actuar como le parezca a ese alguien siempre y cuando no lesione intensionadamente y con alevosía, que no torture a nadie. Y no dudo que haya quien se sienta lesionad@ por las palabras de la señora de Borbón y etcéteras, pero también hay quienes están herid@s con el triunfo de Obama, con la emancipación de la mujer o con la aprobación del Matrimonio homosexual (Estatus bastante casposo, por cierto, [con las debidas excusas a mis seres amados que han optado libremente por esta vía y que bien hemos celebrado junt@s sus nupcias] y fracasado como institución social que lamentablemente un grupo humano [el homosexual] que viene a modificar el perfil de sus sociedades no ha sido capaz de renovar o revolucionar).
Yo no creo en la monarquía, por tanto tampoco creo en el sagrado deber protocolario a cumplir por sus representantes. ¿Que la reina es una figura pública con influencia sobre una gran parte de quienes se reconocen como su pueblo y debería tener cuidado de fijar posiciones porque como ‘lidereza’ refuerza ciertas actitudes y determinaciones? No hace falta, esa gente ya está convencida y de esa debilidad intelectual ella no es responsable. Sostengo que todo ser humano sea libre de opinar, que no sea oprimido por su trabajo, ocupación u oficio ni conductual ni moralmente. Y aunque sé, y en mis propias carnes lo vivo, que muchas veces resulte incómodo escuchar ciertas cosas, creo que “Nada es sagrado, todo se puede decir” de Raoul Vaneigem. Traducción del francés de Thomas Kauf; editorial melusina [sic]. www.melusina.com
Cj