martes, 4 de noviembre de 2008

La cruzada del caballero oscuro contra el cambio climático


"Lo que Dios ha creado, el hombre no debería cambiarlo con estructuras faraónicas. En el problema del agua hay que respetar una España húmeda y otra seca. Este elemento no debe ser alterado sustancialmente por el hombre"
San Malaquías de Aznar, Capítulo IV, versículo I de las escrituras pre etapa en la Moncloa

Durante años, mientras la ola de los precios de la vivienda en España crecía y crecía, mientras los hipotecados hacían surf en la cresta para no caerse, el pueblo soberano (por el brandy, no por su capacidad de elección democrática) se mesaba el cabello o la perilla y se preguntaba: "¿Cómo es esto posible?". Quien no haya comentado alguna vez con los colegas en un bar aquello de "esto es insostenible" que tire la primera colilla. Todos los sabíamos. No hacía falta ser un experto en los ciclos económicos ni conocer una cita de Keynes ni ser un tiburón blanco de las finanzas. El sentido común estaba haciendo tic, tac, tic, tac. La burbuja iba a estallar y estalló.

En un post posterior glosaremos la revolucionaria actitud de los gobiernos mundiales, subsidiando a la banca internacional con el dinero de la clase trabajadora, pero el interés de la entrada de hoy va por otro camino. Se trata de abundar en el afilado contraste entre la nueva razzia verbal del ex presidente Aznar contra el cambio climático y el hecho innegable del mismo, reforzado con el último estudio de la WWF (World Wide Fund for Nature, Fondo Mundial para la Naturaleza), la más grande y respetada organización conservacionista independiente del mundo y el grupo ecologista en activo más antiguo de España (bajo la denominación WWF/Adena). La asociación afirma rotundo que si el patrón de consumo actual no cambia, el hombre necesitará dos planetas enteros para nutrirse de recursos en 2030.


La misma lógica racional que sobrevolaba la carrera hacia ninguna parte del mercado inmobiliario hay que aplicarla al asunto del cambio climático. Su existencia es tan antigua como la propia Tierra, pero su dramática aceleración tiene sólo un culpable: la acción del hombre. Sin embargo, un político extra terrenal, que dio brillo y orgullo a la patria durante ocho gloriosos años, nos ha sacado a todos del error: no hagamos ni puto caso a los ecologistas, son los nuevos comunistas. Estos cabrones nos quieren obligar a reciclar y a consumir menos energía. ¡Antes me leo el Libro Rojo de Mao que hacer caso a Greenpeace! Incluso pretenden conservar las especies y proteger a los poquitos árboles que quedan en pie. Totalitarios de mierda... Nuclear, petróleo, carbón, la trilogía de la sin razón, defiende el estadista del mostacho afeitado. "Es como esos letreros por las autopistas que dicen 'No podemos conducir por ti'; ¿y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?", ya bramó Aznar El Grande en uno de sus arrebatos de extrema lucidez, cuando vio la campaña de la Dirección General de Tráfico, destinada a mitigar la conducción bajo los efectos del alcohol.

Ahora, la voz de Che Mari, ese agrio, adusto y castellano ex presidente del ego incontrolado, se ha embarcado en una nueva cruzada. El enemigo esta vez no habita en los alrededores de Mesopotamia, ni detrás de los micrófonos y ordenadores del Grupo PRISA, ni siquiera parece estar relacionado con el terrorismo (aunque vaya usted a saber... ecologistas, comunistas, terroristas.. a mí me suenan todos igual...). En fin, es un adversario mucho más escurridizo, camaleónico y difícil de golpear: el cambio climático, esa patraña inventada por miles de científicos estalinistas a sueldo de la ONU, otra organización filobolchevique, que se ha atrevido a aprobar (y asegurarse de no cumplir) cincuentaytantas resoluciones contra la ocupación del territorio palestino (aún sin estado) por Israel. El sin par estadista que grafitea con la firma de crispación allá donde va su grácil verbo, el mismo que aseguró que ETA estaba detrás de los atentados del 11-M y el iluminado que metió a España en una guerra ilegal, pintada de sangre y de mentiras para devolvernos "al lugar que nos correspondía en la Historia", está empeñado ahora en negar una realidad que los más de 2.500 científicos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de la ONU se han debido inventar tras un fin de semana de borrachera.


El negacionista alerta del peligro rojiverde

Aznar, cuya esposa Ana Botella es concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid -que Alá nos pille confesados...-, compara al movimiento ecologista con el comunismo soviético y abobina de los "abanderados del apocalipsis climático, enemigos de la libertad, que exigen dedicar cientos de miles de millones de euros a la lucha contra el calentamiento global". Para Aznar, "en estos tiempos de amenaza de una nueva glaciación en la economía nacional", no tiene sentido destinar esos recursos "a causas tan científicamente cuestionables como ser capaces de mantener la temperatura del planeta Tierra dentro de un centenar de años y resolver un problema que quizá, o quizá no, tengan nuestros tataranietos". Con la coherencia del franquista que se opuso ferozmente al estado de autonomías y luego se transmutó en fervoroso defensor de la Constitución de la transición, Aznar ve más que razonable inyectar cientos de miles de millones de euros en las arcas de la banca internacional, fondos de riesgo y demás usureros del sistema, pero, eso sí, declara anatema la apuesta a fondo por energías alternativas y por la construcción de un desarrollo sostenible. Qué se jodan los tataranietos. Total, cuando ellos nazcan, yo ya estaré ahí arriba en el cielo, a la derecha del Padre...


Las barbaries intelectuales del vengativo ex presidente, agente a sueldo del magnate mediático Ruppert Murdoch, dueño y señor de la ultraconservadora cadena de televisión Fox News, y muñidor entre bastidores de la guerrilla anti-ecológica, se dan de bruces con un muro de cemento unido por la tozuda realidad científica. Sin ir más lejos, según el estudio de la asociación WWF que citábamos anteriormente, titulado Living Planet, el mundo se dirige a una debacle ecológica mucho peor que la crisis financiera y el colapso de los mercados de crédito. De acuerdo al análisis, los seres humanos están sobre explotando en un 30% los recursos naturales del planeta –es decir, un 30% más de lo que la Tierra los puede reponer cada año-, lo que conduce a la deforestación, los suelos degradados, la contaminación del aire y el agua, y la dramática disminución en el número de peces y otras especies.

Como resultado de ello, estamos moviéndonos en una deuda ecológica anual de 4 billones de millones de dólares, el doble de la estimación de las pérdidas hechas por el mundo de las instituciones financieras como consecuencia de la crisis, aseguran los autores del informe (el cual se puede consultar en el siguiente enlance de WWF/Adena). La cifra se basa en un estudio de Naciones Unidas que calcula el valor económico de los servicios prestados por los ecosistemas destruidos anualmente, tales como la disminución de las lluvias para los cultivos o la reducción de la protección contra las inundaciones.


Necesitaremos dos planetas para 2030


El problema también está empeorando, puesto que la población y el consumo siguen creciendo más rápido que la tecnología, que tarda más en encontrar nuevas maneras de ampliar lo que puede ser producido a partir del mundo natural. Esto ha llevado al informe a predecir que en el año 2030, si nada cambia, la humanidad necesitará dos planetas para mantener su estilo de vida. Y eso que esta cifra es "conservadora", ya que no incluye el riesgo de un repentino shock, como una aceleración del cambio climático."La reciente recesión en la economía mundial es un claro recordatorio de las consecuencias de vivir por encima de nuestros medios", dice James Leape, Director General de WWF Internacional. "Pero la posibilidad de recesión financiera palidece en comparación con la amenaza ecológica", subraya.

El informe continúa: "Tenemos sólo un planeta. Su capacidad para prestar apoyo a una floreciente diversidad de especies, incluidos los seres humanos, es grande, pero fundamentalmente limitada. Cuando la demanda humana sobre esta capacidad es superior a lo que está disponible -cuando se superan los límites ecológicos- se erosiona la salud de los sistemas vivos de la Tierra. En última instancia, esta pérdida pone en peligro el bienestar del ser humano". Los autores del estudio también instan a los políticos a montar una gran respuesta internacional, en la línea del mega plan de rescate multibillonario aprobado para el sistema financiero global. "Se debe activar una acción colectiva para buscar la supervivencia de toda la vida en el planeta Tierra", ha señalado Emeka Anyaoku, el presidente de WWF Internacional.

Viviendo por encima de nuestros medios

El estudio Living Planet asegura que "estamos viviendo por encima de nuestros medios", una descripción que calca lo acontecido en España en la etapa de la burbujar inmobiliaria: el endeudamiento sin freno del españolito medio, ansioso por ser propietario de un coche, de una casa, de una pantalla ultra plana de 57 pulgadas, de una tostadora para colocar 7 rebanadas de pan, de un iPhone súper último modelo... Las últimas cifras no engañan, y muestran que hoy día las tres cuartas partes de la población del mundo vive en países que consumen más de lo que pueden reponer.

Al mazazo que supone para la doctrina antiverde de Aznar el elaborado informe de los agentes de la Stasi, camuflados bajo el nombre de WWF, se unen las recomendaciones que han hecho la propia WWF, la Fundación de la Energía, Greenpeace y un grupo de científicos, ecologistas y académicos chinos al Gobierno de Beijing para que reconduzca el desbocado crecimiento económico que está arrasando con el medio ambiente en el gigante asiático (leer noticia). Estas organizaciones razonan que la dependencia de China respecto a los combustibles fósiles, especialmente el carbón, le cuesta al país 250.000 millones de dólares al año, que se emplean en paliar los efectos devastadores sobre la naturaleza. A saber: las 3.800 muertes de mineros al año, la contaminación del agua y el aire, la lluvia ácida, las emisiones de carbono y el hundimiento del suelo -con el consecuente impacto en edificios e infraestructuras- significaron el año pasado un coste equivalente al 7% del PIB de China.

El serio aviso de estas organizaciones se suma al que hizo la Academia de las Ciencias de China hace poca más de una semana, asegurando que las emisiones de gases de efecto invernadero en el país llevan camino de doblarse en los próximos veinte años: de los 1.800 millones de toneladas emitidos en 2007 se pasaría a 3.100 en 2030, justo el año en el que WWF predice la necesidad de una segunda Tierra para abastecer a la devoradora raza humana. Así que, el Gobierno chino no tiene otro remedio que empezar a diversificar su consumo con el desarrollo de fuentes de energía limpias y alternativas. Primero por supervivencia, y segundo por razones económicas del tamaño de la imbecilidad de Aznar.

Para leer en español el estudio Living Planet, pincha aquí

Para parirte la caja (o indignarte justo los suficiente) con las mejores citas cómicas del presidente de honor del PP, picha aquí (cortesía de Wikiquote)

2 comentarios:

Claudia Hernández dijo...

Muy buenas como siempre vuestras entregas; pero por otro lado, es que este tipejo, el Josemari, es que sabe de tooo!

Anónimo dijo...

Qué ironía tan fina e inteligente que aunque patente no distrae de la reflexión, de la crítica necesaria. Sí que nos ubicamos frente a los componentes de una tragedia griega: Un destino anunciado e inexorable intocado por quienes pueden cambiarlo. Al final agonía, dolor y muerte. ¡Qué espanto! Defenderemos la esperanza que dicen que es verde y la crítica colorista o traslúcida, desde allí donde podamos. Cj