La espuma le sale por la boca. Su mirada quema al enemigo. Su pequeño dedo achatado señala a los pecadores que deben ser quemados en la hoguera. No tiene lengua, sino soplete flamígero. Porta un corazón de inquisidor que le bombea odio al cerebro. Hace bueno el dicho de que los bajitos tienen mucha mayor cantidad de mala leche por centímetro que cualquier otro ser tridimensional. La palabra socialista le produce un efecto devastador, a modo de ajos anti conde Drácula, y la melodía Gallardón le provoca convulsiones epilépticas y ataques de ira irrefrenables, acompañados del chirriar agudo de sus uñas sobre la mesa de la Cope. Es Federico Jiménez Losantos, el amigo Fede, el Harry Callaham de las ondas españolas, látigo de la progresía y el centro reformista, que puede tener los días contados en su poltrona episcopal. Una nueva sentencia contra el cowboy de gatillo fácil, esta vez por injurias al ex director del diario ABC, aumenta el run run entre los bastidores de los medios de comunicación. ¿Se comerá el turrón FJL en la emisora de los obispos o le darán puerta de manera elegante?
Estos son los hechos. Después de ser condenado el pasado 16 de junio a pagar una multa de 36.000 euros por injurias graves con publicidad al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, el pasado martes 29 de julio Federico recibió la segunda Hostia (¿pre o post confesional?) en la cara. El Juzgado de Primera Instancia número 69 de Madrid estimó parcialmente la demanda contra Losantos del ex director de ABC, José Antonio Zarzalejos, por intromisión ilegítima en el derecho fundamental al honor. Nuestro pequeño gran hombre tendrá que abonar 100.000 euros en concepto de indemnización, un sexto de los 600.000 euros que reclamaba el demandante. Aunque ambas sentencias ya están recurridas, la ascendencia entre los suyos del otrora consejero aúrico de la derecha española ha salido más que tocada.
Losantos ha calificado la sentencia como "un disparate" y ha asegurado que la recurrirá. "Es contraria a la libertad de expresión. Mi error ha sido no contraatacar en la justicia a los ataques que yo he recibido durante este tiempo, pero a partir de septiembre voy a demandar a todos los que están contribuyendo a mi linchamiento", clamaba el otro día en la páginas de El Mundo, el lugar desde donde lanza bombas de racimo a diario en su columna. Un periódico, por cierto, que podría ser el último reducto del irreductible Federico. Las señales invitan a pensar que puede haber humo en el fuerte. Carlos Herrera le ha birlado la segunda posición en las audiencias de los programas matutinos, y su respaldo entre la Conferencia Episcopal, según los confidenciales, está bajo mínimos. Aún conserva al valedor más importante, al Jefe de todo esto, el también cuaternario Rouco Varela, y al otro brazo armado de la fe española, el obispo Antonio Cañizares, pero apenas cuenta con otros respaldos entre la alta curia cañí. La pela es la pela, y el asunto Losantos sigue pesando como una losa en las negociaciones de la Iglesia con el Gobierno entreguista-socialista. Y es que los curas quieren seguir viviendo como Dios a costa del erario público, por los siglos de los siglos, amén.
Por otra parte, la sigilosa caída en desgracia de FJL tiene mucho que ver con la fallida operación "Devoremos a Rajoy“. La tripleta Pedro J, Esperanza Aguirre y Losantos –con el apoyo tácito de Ché Mari no me arrepiento de nada Aznar– pergeñó la estrategia de la pinza, del acoso y derribo de don Mariano no sé si subo o si bajo Rajoy, desde la misma noche de la derrota electoral. Parecía coser y cantar ametrallar al antes gran líder del PP y poner a un nuevo duro en la dirección del partido de la gaviota. Pero hete aquí que, quizá envalentonados por la actitud del por entonces denostado Gallardón, la mayoría de barones del partido no se ha dejado amedrentar y ha evitado el enterramiento del político gallego. Han comprendido que, para llegar al poder, al menos en las formas hay que moderarse un poquito. Y si Pedro J y Esperanza tienen la capacidad de adaptarse al medio de los brillantes estrategas amorales –ahora dura o duro, luego reformista-, Losantos es incapaz de salirse de su espiral de insultos, obsesiones y amargura vital. Corren nuevos tiempos en el PP, y se acerca la extinción para los viejos dinosaurios de la derecha más recalcitrante, por muy fieros que rujan.
Sin embargo, al menos el que escribe, quiere quitarse la careta y hacer un ejercicio de sinceridad furtiva. Esta entrada quiere, por una parte, felicitar a los jueces del tan vapuleado sistema judicial español, que en dos sentencias han puesto coto a la bulimia verborreica del estandarte de la cadena Cope. Pero, al mismo tiempo, y aún a riesgo de poner a la vez dos velas a distinto santo, rogamos a sus señorías los magistrados que eviten continuar por la misma senda, no vaya a ser que acaben convenciendo a los curas de que hay que echar a Súper Fede, y nos quedemos sin el mejor humorista que ha dado la radio española en su medio siglo de existencia. Sus loas rayando en la mamada pública a Reagan y Thatcher son insuperables. Sus reiteradas explicaciones de la Guerra Civil a raíz del golpe de estado rojo (¿ein?) resultan enternecedoras. Su ristra de adjetivos para describir los años del felipismo es prolija y fascinante como ninguna otra. Su descripción de la venta de España a ETA a cargo de ZP nos hace gritar ¡¡síiiiiiiiiiiiiii!!, ¡¡pero que inquina!! Y, por supuesto, su elaborada, truculenta y conspiranoica teoría de los atentados del 11-M supera cualquier historia del genio de las conspiraciones Philip K. Dick.
Tampoco sería justo dejar sin la munición más importante a la mitad de programas humorísticos de La Sexta y a las tertulias nocturnas de la SER. Si nos quitan a Terminator Losantos, ¿con qué se van a rellenar tantos minutos en los medios? ¿Quién va a pedir ahora la abdicación del monarca? Y, lo que es más importante, ¿qué vamos a hacer los cientos de miles de seres humanos de izquierdas que, cada mañana, sintonizamos, aunque sólo sea un poquito, al Innombrable para llegar con la boca abierta, completamente anonadados al trabajo? Para calentarnos, para ponernos lo justito de mala hostia y tener el cuerpo en tensión competitiva. Ya lo apuntaba Shamalayan en El Protegido, todo superhéroe debe tener un villano a la altura. Si nos arrebatan de las manos al jodido vengador cavernícola... ¿¿de quién nos vamos a reír hasta partirnos la caja??