martes, 17 de julio de 2007
Rodaje 'Los crímenes de Oxford': entrevista a Álex de la Iglesia
Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965) estrenará en noviembre su última película, Los crímenes de Oxford, un filme basado en la novela homónima del argentino Guillermo Martínez, de 8 millones de euros de presupuesto, y en el que abandona la comedia negra por un thriller “seco, duro y trágico”. El pasado mayo, el director de Crimen Ferpecto apuraba su última semana de rodaje en Inglaterra. En una repleta taberna de Oxford de luz ténue y ambiente relajado, Álex nos atendió entre pinta y pinta.
¿Cómo ha ido el rodaje? Es tu primer proyecto con un equipo casi en su totalidad extranjero y con el inglés como herramienta de trabajo…
La verdad es que con Perdita Durango tenía muchos actores españoles y era una coproducción española. Este es un proyecto marcadamente europeo, con producción anglofrancesa y española; casi todo el equipo es inglés menos el cámara y Leonor Watling.
Las ventajas de rodar en Inglaterra son claras: los lugares son extraordinarios y se puede filmar prácticamente en todas parte. Lo malo, el hecho de que las condiciones de rodaje son complejas. La normativa Health and Safety de seguridad en el trabajo, que reduce los accidentes, a veces les lleva a locuras como no poder dejarme poner un coche sobre una carretera o colocar tablones de madera sobre un césped para no pisarlo.
Ésta es una película nacida de un encargo, basada en una novela, cuando usted acostumbra a embarcarse en filmes netamente personales.
Es una historia muy diferente a las que habitualmente ruedo y nace de una novela que me gustó mucho. La idea fue de Gerardo Herrero. No es una novela fácilmente adaptable. Habla mucho de conceptos y no es fácil su adaptación visual. Eso era lo que me resultaba aractivo, que era una película muy dialogada,. Ahora se habla poco en el cine y yo siempre he apostado por un cine más visual que literario. Me apetecía probar otra cosa, contar otras situaiones. Y no es una comedia, es un thriller seco, duro e incluso trágico. Un posible referente sería Pi, de Darren Aronofsky, que tiene algunos puntos de contacto, sobre todo esa idea de que una determinada configuración numérica te puede permitir acceder a secretos.
El punto de vista no es el habitual. Los protagonistas no son un policía o el criminal, sino un profesor de lógica y un estudiante de matemáticas. Su manera de acercarse al caso es totalmente distinta. No es un CSI, no hablamos de pistas, sino de abordar el crimen desde un punto de vista más intelectual.
La novela establece una dialéctica entre lo empírico y las incertidumbres de la vida, sobre hasta qué punto tenemos capacidad para comprender la realidad.
A mí lo que más me interesa de la película es confrotantar las dos maneras de ver la realidad. Por un lado, Martin (Elijah Wood), el estudiante convencido de que la esencia de la realidad son los números y que, si comprendes el secreto sentido de los números, se puede comprender el secreto sentido de la realidad. Que el hombre está capacitado para conocer la verda absoluta de las cosas, y la esencia de éstas es numérica. Y Sheldon (John Hurt) se ríe de esa visión, es un esceptico. Lleva años estudiando el pensamiento y cómo funciona, y cree que los numeros y las ideas preexistentes de la realidad son una concepción errónea y muy antigua. Dice que para no nos volvernos locos tenemos que creer que las cosas tienen una lógica.
Las dos maneras de pensar son muy atractivas. Pero, desgraciadamente, no puedes contemplar un acontecimiento desde todos los puntos de vista, no puedes tener todos los datos. Y no se puede ver un asesinato desde fuera; al intenetar observar algo lo transformas y tu mismo cambias los datos que creías manejar. La historia es el camino que lleva Martin, que es una persona joven, para darse cuenta de que las cosas no son cómo creía, que las personas no dicen lo pensado y él mismo no es el que pensaba.
¿Qué cambios has realizado en la adaptación de la novela?
He variado la nacionalidad del personaje de Martin y he intensificado la relación de él y Shelton con Lorna (Leonor Watling). Para Sheldon, no es el más listo el que más libros lee, sino el que más experiencias acumula. Martin cree que es superior porque puede amar, y Sheldon le descubre que es superior porque en todos los lugares que quiere ir, él ya ha estado. Lo interesante de la novela es contar que el que llega no es de Oxford, se siente un extraño. Para los ingleses, los americanos son tipos que ven la vida de forma superficial, frívola, que no tienen modales… y en Oxford son los más ingleses de Inglaterra. Me interesaban esos contrastes.
En general, es más Sherlock, más británica, más whodoit, pero, por otro lado, también tiene rasgos hitchkockianos; hay un montón de conexiones con sus películas. Sin ser pedantes, hay referencias cinematográficas claramente distinguibles por cualquiera. La gente siempre habla de homenajes, y eso es algo que no soporto. Parece que te vas a ir a un banquete y te vas a poner hasta arriba de pollo. O la palabra guiño, también es insoportable. Para mí Hitchkock no es un director, es una manera de pensdar, de trabajar.
En tu blog (blasfemandoenelvrticedeluniverso.blogspot.com) te desahogas con mucho humor del día a día y he podido comprobar lo increíblemente satisfecho que estás con el trabajo de Elijah Wood…
He trabajado con gente magnífica: Carmen Maura, de lo mejor del mundo, Álex Angulo, que me vuelve loco, Javier Bardem, un genio… Pero gente tan increíblemente profesional como Elijah, ninguno. Siempre está atento a lo que hace la cámara, a cómo entrar en cuadro, como mirar…, es otra manera de trabajar. Y luego es asombrosmaente educado, amable, siempre positivo, hasta momentos enfermizos, el mejor tío que me encontrado en un rodaje. Me parece apasionante poder disfrutar de estos actores y Elijah es la mayor sorpresa de la película. Ya conocía que John Hurt era un grande, pero no sabía que alguien podía ser tan bueno. Lo domina como si levara sigos rodando, empezó a los 8 años y vive el cine. Es como Obelix, que se cayó en la olla de pequeño. Lo hace todo instintivo, tiene un control absoluto de la cámara.
Un ejemplo de la dedicación de Elijah. El otro día rodábamos a las 4 de la mañana en un edificio a 40 metros de altura, con una tempestad que nos llevaba por los aires. Elijajh se caía al suelo en la escena, y la primera vez que lo hizo puso la mano instintivamente. Normalmente hay tiempo y pones colchoneta, protectores… Pero esta vez no había tiempo de nada. Le digo ntonces que se ha notado lo de la mano. Sonríe y dice que repitamos. Se tira a saco, la cara contra el suelo, lloviendo, el suelo de estaño a bajo cero… Y le digo que tampoco vale. Así y tres tomas más… y el tipo con una sonrisa en la boca. Para mí eso es la vida. Exijo a todo el mundo un nivel de implicación al 100 x 100 porque trabajamos a marchas forzadas. Se me hunde el mundo si me dicen que no. Y Elijah es un ejemplo. Después de eso, ¿quien se va a empezar a poner pegas? Si el protagonista hace eso, nadie se pone tonto. Si él se ríe, te abraza y te adora, todos hacen lo mismo. Genera un ambiente que hace muy fácil trabajar.
Vamos, que se ha enamorado usted…
Joder, es que luego también e sun actorazo. Cómo controla la mirada y cómo clava todas las expresiones y sentimientos sin histrionismo. Sus ojos casi expresan demasiado. La fisonomía de la cara, el tamaño de los ojos, el tono de piel… Necesita la mitad de luz que John Hurt. Está construido para rodar. Y, además, tiene esa manera yanqui de trabajar, que no son tan orgánicos como los españoles, que nos movemos más con el estomago y corazón. Es mucho más cerebral y transmite sentimientos de manera tan limpio que es mucho más cinematográfica. Perdonar por esto, pero en España tendemos, yo incluido, a la exageración. Es maravilloso encontrar un actor que sabe que en un plano corto no puede hacer eso. No puedes gritar en una película. Es horrible. Sabe que si ruedas un plano general hay que actúar de una manera, en el medio de otra y en el corto de otra.
Aun pesar de Elijah, la tensión de rodar en el extranjero le ha hecho sufrir…
Es cieryo. He aumentado el consumo de químicos, sobre todo para dormir. Acumulo mucha tensión. Me juego la piel y trabajamos una media de 14, 16 horas en condiciones muy duras, sabiendo que si no ruedas un plano determinado ese día no lo harás nunca. Y cuando acabas te desinflas. Pero esta vez, quizá por rodar fuera, con actores nuevos, no podía dormir, no me podía apagar, estaba todo el día encendido. Gracias a las compañías farmnacéuticas he podido dormir: dormidina, noctalmid, oxcidal, he probado de todo… Sólo me falta solo que alguien me golpee en la nuca con un bate… igual Elijah tiene ganas… Yo necesito seguridad al rodar. Saber que va a funcionar, necesito a la gente que controlo y sé que funciona. Me encanta trabajar con mis amigos, que también creo que son los mejores.
Por la temática, el cambio de género, el inglés, el presupuesto (8 millones de euros), los actores estrella… ¿es éste el mayor reto de tu carrera?
Realmente me la estoy jugando… pero no me gusta reconocerlo. Pasa palabra.
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