miércoles, 25 de julio de 2007
Enrevista Guillermo del Toro: "Me pasaba horas poniendo nombre a las hormigas"
Un par de días antes de recibir el Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa por El laberinto del fauno, Guillermo del Toro (Guadalajara, México, 1964) develaba sus sensaciones y el poso que le ha dejado este filme mágico, segundo de la trilogía que ha concebido sobre la Guerra Civil española.
Érase una vez…
"Hacer una película es una belísima y promiscua forma de imaginación y el director genera las imágenes para esa historia. Primero trabajo en mi librito y luego me abro a los demás.
La película es una declaración de amor a una literatura que he coleccionado desde niño. Hay referencias a Carroll –el vestido de Ivana Baquero lo diseñé yo con Alicia en el País de las maravillas en la cabeza–, El mago de Oz, Wilde, los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen… Conservo una colección de cuentos de hadas muy variada que ha sido fuente de inspiración, y en su origen esos cuentos violencia explícita, horror. Y la oscuridad es necesaria para los sueños. Creo, de hecho, que el origen del relato de horror se encuentra en los cuentos de hadas y era mi deseo el casar la estética del cine de horror con el contenido emocional (y emocionante) de los cuentos".
La fantasía (inquietante) al poder…
"La película es parte de un universo que siempre he tenido en mi cabeza. Casi todos los narradores terminan por estar obsesionados con ciertas temáticas y en mi caso también, aunque no sea de forma consciente. Me gustalo clásico con un toque bizarro, en realidad soy un romántico. Lo que sí es deliberado y consciente es la construcción de esas imágenes. Tienen muchas cosas en común con Cronos y otros de mis filmes anteriores. La niña no se evade a una fantasía gratificante sino que sus fantasías, bastante acojonantes, surgen de lo que ella mira a su alrededor. El mundo fantástico en la película refleja oblicuamente al mundo real. La imaginación, creo yo, requiere compromiso".
"Mi interés siempre ha sido el horror, lo fantástico y el cine negro. También Hitchcock, Bueñuel, el cine más oscuro, no necesariamente de género. De hecho, en mi etapa de cortometrajista hice una historia no de género. Mi cineasta favorito es Terry Gilliam, Cronemberg y la saga Mad Max de George Miller, para mí obras maestras absolutas. De Tim Burton me interesan Ed Wood y Eduardo Manostijeras".
Malditas sean las guerras y malditos los canallas que las apoyan…
"Me gusta combinar la fantasía con un suceso tan crudo como la Guerra Civil. Me interesa acercarme al conflicto en forma de parábola o fábula, no como documento histórico sino el aspecto universal de la historia. Para mí, en México, en mi adolescencia, se volvió una guerra de gran importancia para el mundo y no sólo para España. Mi país y mi vida fueron afectados profundamente por la emigración de refugiados españoles, que cambiaron para bien la cultura y las artes. México y España tienen un vínculo fuerte en este Guerra Civil, pero me interesó mucho cómo, de alguna forma, también se volvió preludio y prólogo (en la posguerra) de la II Guerra Mundial. Me parece que, respetuosamente, se puede usar para crear fábulas y parábolas que no sólo atañen a España sino al mundo, a través de lo fantástico".
El hombre que nombraba las hormigas…
"Yo dibujo en mi libreta ideas boceto, sigo un impuslo espontáneo, y luego se lo pasaba a David y Montse para que las dieran forma. Por ejemplo, el fantasma de El espinazo… debe verse como una porcelana rota que simboliza la inocencia destruida. La primera escultura de El hombre pálido tenía cara. Cuando le dije a David que le quitase el rostro casi tuvo un derrame cerebral. Y luego le dije, ¿a qué no adivinas donde van a ir sus ojos?… Al final la criatura resulta más aterradora sin rostro. Es mi criatura favorita, después vendría el fauno, Hellboy y el fantasma de El espinazo del diablo".
"La entomología me gustaba desde chico. Una de mis diversiones favoritas era era ponerme delante de un hormiguero durante horas y ponerle nombre a cada una, que luego cazaba selectivamente. Era algo desquicado. También he tenido siempre una obsesión por las maquinarías de relojería".
España y… ¡olé!
"En los Goya lo pasé genial. Más allá de la nacionalidad con la que compite El laberinto, estamos todos en el mismo barco. Yo no importa donde ruede o con qué dinero, siempre seré mexicano. El cine de habla hispana vive un momento de renovación muy potente. Cosas tan bonitas como Azul Oscuro…, La noche de los girasoles, Bosque de sombras… Yo cuando vi AzulOscuro... en Venecia tenía ganas de romper el protocolo como jurado y abalanzarme para dar abrazos a los creadores e irme de cervezas con ellos. Al final me limité a hacer ruidos cuando se nombró la película".
"Es vital para nuestra narrativa que cada vez debute más gente en la dirección, es necesario el inicio de nuevas carreras en España. Si estuviera al cargo de las subvenciones daría como mínimo la mitad de todo el dinero a las obras de directores debutantes o de segundas obras –él predica con el ejemplo, acaba de producir El orfanato, del debutante J.A. Bayona–. La mitad del deber de una industria es la renovación, y la otra mitad sostenerse. Cuando escuchas voces nuevas con temáticas y tonos narrativos diferentes a os normales se refresca el paladar del público y permite continuara la industria. Lo peor de una industria es perpetuar siempre el mismo modeo de películas".
Fuera del laberinto… el horizonte de la televisión
"Ahora estoy muy interesado en la televisión, porque vive un momento increíble gracias a que tiene los mejores escritores. Me encantaría escribir un epiodio de The wire, mi serie favorita. La Fox me ha contratado para desarrollar series como productor y director durante dos o tres años. Todo el concepto de la serie partirá de mí".
"La tele te permite arcos dramáticos más largos . A veces hasta tres o cuatro episodios para desarrollar un personaje, su pasado…y además tienes la lealtad del público, Es una situación única. El cine tb es muy bello, pero cuando el filme tiene mucho tamaño se pierde parte de la libertad creativa".
¿Y el futuro?
"Voy a darme un descanso de 2 años, o al menos esa es mi intención. Hellboy 2 me llevó 138 días de rodaje en Hungría. La idea es hacer un Tarzan anti Disney, convertido en un animal que sufre hasta adaptarse a la selva. Su etapa de crecimiento, increíblemente dura y brutal".
martes, 17 de julio de 2007
Rodaje 'Los crímenes de Oxford': entrevista a Álex de la Iglesia
Álex de la Iglesia (Bilbao, 1965) estrenará en noviembre su última película, Los crímenes de Oxford, un filme basado en la novela homónima del argentino Guillermo Martínez, de 8 millones de euros de presupuesto, y en el que abandona la comedia negra por un thriller “seco, duro y trágico”. El pasado mayo, el director de Crimen Ferpecto apuraba su última semana de rodaje en Inglaterra. En una repleta taberna de Oxford de luz ténue y ambiente relajado, Álex nos atendió entre pinta y pinta.
¿Cómo ha ido el rodaje? Es tu primer proyecto con un equipo casi en su totalidad extranjero y con el inglés como herramienta de trabajo…
La verdad es que con Perdita Durango tenía muchos actores españoles y era una coproducción española. Este es un proyecto marcadamente europeo, con producción anglofrancesa y española; casi todo el equipo es inglés menos el cámara y Leonor Watling.
Las ventajas de rodar en Inglaterra son claras: los lugares son extraordinarios y se puede filmar prácticamente en todas parte. Lo malo, el hecho de que las condiciones de rodaje son complejas. La normativa Health and Safety de seguridad en el trabajo, que reduce los accidentes, a veces les lleva a locuras como no poder dejarme poner un coche sobre una carretera o colocar tablones de madera sobre un césped para no pisarlo.
Ésta es una película nacida de un encargo, basada en una novela, cuando usted acostumbra a embarcarse en filmes netamente personales.
Es una historia muy diferente a las que habitualmente ruedo y nace de una novela que me gustó mucho. La idea fue de Gerardo Herrero. No es una novela fácilmente adaptable. Habla mucho de conceptos y no es fácil su adaptación visual. Eso era lo que me resultaba aractivo, que era una película muy dialogada,. Ahora se habla poco en el cine y yo siempre he apostado por un cine más visual que literario. Me apetecía probar otra cosa, contar otras situaiones. Y no es una comedia, es un thriller seco, duro e incluso trágico. Un posible referente sería Pi, de Darren Aronofsky, que tiene algunos puntos de contacto, sobre todo esa idea de que una determinada configuración numérica te puede permitir acceder a secretos.
El punto de vista no es el habitual. Los protagonistas no son un policía o el criminal, sino un profesor de lógica y un estudiante de matemáticas. Su manera de acercarse al caso es totalmente distinta. No es un CSI, no hablamos de pistas, sino de abordar el crimen desde un punto de vista más intelectual.
La novela establece una dialéctica entre lo empírico y las incertidumbres de la vida, sobre hasta qué punto tenemos capacidad para comprender la realidad.
A mí lo que más me interesa de la película es confrotantar las dos maneras de ver la realidad. Por un lado, Martin (Elijah Wood), el estudiante convencido de que la esencia de la realidad son los números y que, si comprendes el secreto sentido de los números, se puede comprender el secreto sentido de la realidad. Que el hombre está capacitado para conocer la verda absoluta de las cosas, y la esencia de éstas es numérica. Y Sheldon (John Hurt) se ríe de esa visión, es un esceptico. Lleva años estudiando el pensamiento y cómo funciona, y cree que los numeros y las ideas preexistentes de la realidad son una concepción errónea y muy antigua. Dice que para no nos volvernos locos tenemos que creer que las cosas tienen una lógica.
Las dos maneras de pensar son muy atractivas. Pero, desgraciadamente, no puedes contemplar un acontecimiento desde todos los puntos de vista, no puedes tener todos los datos. Y no se puede ver un asesinato desde fuera; al intenetar observar algo lo transformas y tu mismo cambias los datos que creías manejar. La historia es el camino que lleva Martin, que es una persona joven, para darse cuenta de que las cosas no son cómo creía, que las personas no dicen lo pensado y él mismo no es el que pensaba.
¿Qué cambios has realizado en la adaptación de la novela?
He variado la nacionalidad del personaje de Martin y he intensificado la relación de él y Shelton con Lorna (Leonor Watling). Para Sheldon, no es el más listo el que más libros lee, sino el que más experiencias acumula. Martin cree que es superior porque puede amar, y Sheldon le descubre que es superior porque en todos los lugares que quiere ir, él ya ha estado. Lo interesante de la novela es contar que el que llega no es de Oxford, se siente un extraño. Para los ingleses, los americanos son tipos que ven la vida de forma superficial, frívola, que no tienen modales… y en Oxford son los más ingleses de Inglaterra. Me interesaban esos contrastes.
En general, es más Sherlock, más británica, más whodoit, pero, por otro lado, también tiene rasgos hitchkockianos; hay un montón de conexiones con sus películas. Sin ser pedantes, hay referencias cinematográficas claramente distinguibles por cualquiera. La gente siempre habla de homenajes, y eso es algo que no soporto. Parece que te vas a ir a un banquete y te vas a poner hasta arriba de pollo. O la palabra guiño, también es insoportable. Para mí Hitchkock no es un director, es una manera de pensdar, de trabajar.
En tu blog (blasfemandoenelvrticedeluniverso.blogspot.com) te desahogas con mucho humor del día a día y he podido comprobar lo increíblemente satisfecho que estás con el trabajo de Elijah Wood…
He trabajado con gente magnífica: Carmen Maura, de lo mejor del mundo, Álex Angulo, que me vuelve loco, Javier Bardem, un genio… Pero gente tan increíblemente profesional como Elijah, ninguno. Siempre está atento a lo que hace la cámara, a cómo entrar en cuadro, como mirar…, es otra manera de trabajar. Y luego es asombrosmaente educado, amable, siempre positivo, hasta momentos enfermizos, el mejor tío que me encontrado en un rodaje. Me parece apasionante poder disfrutar de estos actores y Elijah es la mayor sorpresa de la película. Ya conocía que John Hurt era un grande, pero no sabía que alguien podía ser tan bueno. Lo domina como si levara sigos rodando, empezó a los 8 años y vive el cine. Es como Obelix, que se cayó en la olla de pequeño. Lo hace todo instintivo, tiene un control absoluto de la cámara.
Un ejemplo de la dedicación de Elijah. El otro día rodábamos a las 4 de la mañana en un edificio a 40 metros de altura, con una tempestad que nos llevaba por los aires. Elijajh se caía al suelo en la escena, y la primera vez que lo hizo puso la mano instintivamente. Normalmente hay tiempo y pones colchoneta, protectores… Pero esta vez no había tiempo de nada. Le digo ntonces que se ha notado lo de la mano. Sonríe y dice que repitamos. Se tira a saco, la cara contra el suelo, lloviendo, el suelo de estaño a bajo cero… Y le digo que tampoco vale. Así y tres tomas más… y el tipo con una sonrisa en la boca. Para mí eso es la vida. Exijo a todo el mundo un nivel de implicación al 100 x 100 porque trabajamos a marchas forzadas. Se me hunde el mundo si me dicen que no. Y Elijah es un ejemplo. Después de eso, ¿quien se va a empezar a poner pegas? Si el protagonista hace eso, nadie se pone tonto. Si él se ríe, te abraza y te adora, todos hacen lo mismo. Genera un ambiente que hace muy fácil trabajar.
Vamos, que se ha enamorado usted…
Joder, es que luego también e sun actorazo. Cómo controla la mirada y cómo clava todas las expresiones y sentimientos sin histrionismo. Sus ojos casi expresan demasiado. La fisonomía de la cara, el tamaño de los ojos, el tono de piel… Necesita la mitad de luz que John Hurt. Está construido para rodar. Y, además, tiene esa manera yanqui de trabajar, que no son tan orgánicos como los españoles, que nos movemos más con el estomago y corazón. Es mucho más cerebral y transmite sentimientos de manera tan limpio que es mucho más cinematográfica. Perdonar por esto, pero en España tendemos, yo incluido, a la exageración. Es maravilloso encontrar un actor que sabe que en un plano corto no puede hacer eso. No puedes gritar en una película. Es horrible. Sabe que si ruedas un plano general hay que actúar de una manera, en el medio de otra y en el corto de otra.
Aun pesar de Elijah, la tensión de rodar en el extranjero le ha hecho sufrir…
Es cieryo. He aumentado el consumo de químicos, sobre todo para dormir. Acumulo mucha tensión. Me juego la piel y trabajamos una media de 14, 16 horas en condiciones muy duras, sabiendo que si no ruedas un plano determinado ese día no lo harás nunca. Y cuando acabas te desinflas. Pero esta vez, quizá por rodar fuera, con actores nuevos, no podía dormir, no me podía apagar, estaba todo el día encendido. Gracias a las compañías farmnacéuticas he podido dormir: dormidina, noctalmid, oxcidal, he probado de todo… Sólo me falta solo que alguien me golpee en la nuca con un bate… igual Elijah tiene ganas… Yo necesito seguridad al rodar. Saber que va a funcionar, necesito a la gente que controlo y sé que funciona. Me encanta trabajar con mis amigos, que también creo que son los mejores.
Por la temática, el cambio de género, el inglés, el presupuesto (8 millones de euros), los actores estrella… ¿es éste el mayor reto de tu carrera?
Realmente me la estoy jugando… pero no me gusta reconocerlo. Pasa palabra.
lunes, 16 de julio de 2007
Rodaje 'Los crímenes de Oxford': charla a pie de cámara con Elijah Wood y John Hurt
En las calles de la vixctoriana Oxford, charlamos con Elijah Wood y John Hurt entre plano y plano del rodaje de Los crímenes de Oxford.
ELIJAH WOOD
¿Qué te hizo embarcar en el proyecto?
Me encantó el guión. Es un guión inteligente e interesante. Estaba intrigado porque era una película de asesinatos, pero con una aproximación muy novedosa: el mundo de las matemáticas, dos hombres opuestos utilizando la lógica, fascinantes diaólogos sobre números…
¿Cómo fue conocer a Álex de la Iglesia?
Voló a Nueva York y me enamoré de él al instante. Salí de la reunión pensando que no había posibilidad alguna de que no hiciera esta película. Tiene una personalidad increíble, es muy apasionado y somos un poco almas gemelas: somos grandes fans de los comics, de la musica, del cine…, me recuerda a amigos. Sabía que estaría bien dirigido.
Incluso aunque sea diferente a lo que ha hecho en el pasado, ha volcado su propia mirada. Y con Leonor ha sido muy agradable trabajar, disfrutamos juntos. Me encantó conocer su banda (Marlango), pero no tocamos nada juntos.
¿Cómo escapa uno del rol de Frodo?
Me encanta lo que hago. Quiro continuar haciéndolo y tratar diferentes cosas, plantearme retos de diferentes personajes y películas. No me gusta hacer lo obvio y que no sea satisfactorio a nivel artístico. Desde que acabé la trilogía de El señor de los anillos ya estaba trabajando en otras películas, así que la transición ha sido cómoda. No me he quedado en la fantasía.
Por cierto, ¿dónde está el anillo?
Tengo uno de los dos que se hicieron para la película. Está en una pequeña caja de madera dentro d eotra caja cerrada con llave y colgada en la pared. Está bien escondido…
“Me gustaría ser un agente secreto si no fuese actor”. Ya es un poco tarde, ¿no?
Eso llo dije de adolescente, me sonaba bien con esa edad. Ahora he comenzado una compañía de discos y quiero ser parte de la música. Me gusta encontrar propuestas nuevas en la música.
Álex declara su amor por ti en su blog…
Estoy emocionado, casi sonrojado por lo que dice de mí. Como actor, me encanta unirme a un equipo de rodaje, ser parte del equipo, todos trabajando juntos para conseguir un opbjetivo. Creo que siendo un buen tipo facilito eso. Y siempre estoy relativamente de buen rollo, pero no soy el único portando la antorcha del buen rollo.
Tres recomendaciones musicales…
The Aliens, The Mules –una banda de Oxford que acabo de conocer– y Acoustic Ladyland, funky jazz, una de las mejores cosas que he escuchado últimamente.
JOHN HURT
Mi personaje es un profesor de matemáticas especializado en series de lógica. Es una figura carismática. Pero no quiero decirte mucho porque es un thriller con misterio…
¿Por qué este proyecto?
Es un guión notable y un personaje al que se le puede sacar partido. Y luego, el oder de persuasión de Álex. La primera vez que le conoci se acercó balanceándose hacia mí en el restaurante y me dijo con acento corleonés: ‘I’m totally the wrong director for this film’ (Soy absolutamente el peor director para este filme). Un gran comienzo y yo dije: ¡Let’s do it! (¡Hagámoslo!). Es encantador trabajar con él. Y es un mérito cómo lo hace aún en inglés. Inluso con ese handicap, consigue mantener esa energía.
¿Qué tal conexión ha habido con Elijah Wood?
Es maravillosos currar con Elijah, he disfrutado cada segundo. Nos hemos llevado muy bien desde el principio. No es lo que piensas de un actor americano, porque su ego suele ser grande, pero Elijah es muy europeo en ese sentido.
Dentro de poco comenzará a trabajar con Steven Spielberg en la cuarta parte de Indiana Jones, un cambio de registro…
La mayor parte de filmes que he hecho en mi carrera han sido independientes. Pero me muevo por las historias; si esta es buena, no imprta la envergadura del proyecto. Una vez me preguntaron que si me arrepentía de algo. Y contesté: ‘¡De todo!’. Cualquier cosa que uno haga, siempre hay una opción mejor. E interpretar es igual, siempre hay una mejor forma de hacerlo. No hay absoluta certidumbre de nada… Es fácil montar un caballo que es buenísimo y acabar primero. Pero los papeles retadores y deliciosos son los que no lo parecen, no los que tienen éxito. Después de Spielberg me encantaría trabajar con Soderbergh, Del Toro… hay muchísimos. El más obvio, Almodóvar. Los directores también pueden ser un reto.
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