Elevar la anécdota y la frivolidad a la categoría de titular es una de la especialidades de los medios de comunicación masivos. Amortajados cada día más por unos propietarios que sólo piensan en sus intereses económicos y políticos, y por unos anunciantes que condicionan la línea editorial a seguir (la gran Banca, Telefónica, El Corte Inglés…), hace tiempo que se perdió la oportunidad de, a través de ellos, trascender la cortina de Matrix e informarse de la verdadera realidad (para eso están los medios alternativos). Hacer del ciudadano una ameba desinformada, no reflexiva, gregaria y temerosa de Dios (Mercado) es el objetivo nada sutil que hoy día persiguen los grandes conglomerados de comunicación.
Fantástico. Por fin sabemos para qué sirve el Senado, además de para regalar un cargo vitalicio al ex Ministro de Franco, Fraga Iribarne. Alguna pregunta retórica, eso sí, asalta este ágora. ¿Es el burka un problema real de la sociedad española? ¿Cuántos millones de mujeres lo llevan? ¿Por qué los medios y los políticos se obsesionan en la anécdota de una vestimenta, por supuesto denigrante para la mujer, pero absolutamente minoritaria entre los inmigrantes de confesión musulmana? ¿Por qué esa cansina tendencia a subrayar un aspecto negativo de una cultura para definir a todo un grupo social inabarcable? En realidad, ¿por qué siempre se informa de la “comunidad musulmana”?
¿Y la “comunidad cristiana”, que se manifiesta pidiendo la pena de muerte, llamando a la desobediencia civil frente a una asignatura de Educación a la Ciudadanía y calificando como asesinos de bebés a los partidarios de la no restriccion del aborto? ¿Pero por qué diablos se agarra el detalle por el todo, y siempre se busca asociar el concepto de extremista o radical con los inmigrantes no europeos? ¿No entienden que la diversidad en esa supuestamente monolítica “comunidad musulmana” es enorme? ¿Que, por ejemplo, hay muchos más fanáticos religiososo entre los españolitos que entre los marroquíes?
Sí, señor. Y habría que añadir, envío de cinco años al parque de recreo de Guantánamo, privación de horas de sueño los días pares de la semana, sometimiento a tácticas de waterboarding los días impares de la misma, esterilización humanitaria y prohibición para utilizar internet hasta los 65 años. Se me ocurre algún pirata más peligroso que los tipos que copian los juegos de Nintendo, sobre todo unos que juegan a la guerra en aguas internacionales y abordan barcos de activistas.
Fracasan las negociaciones sobre la caza comercial de ballenas
Lo de rasgarse las vestiduras ante los cabronazos de Japón y Noruega y su caza de ballenas es una clásico de la agenda mediática anual. En unos meses vendrán los sádicos canadienses con su apaleamiento de focas. Lástima que los toros, los cerditos hacinados y demás seres que se ejecutan a granel no tengan tanta cobertura. La maldición del documental de Al Gore sigue revoloteando sobre los azorados ciudadanos del Primer Mundo. Uno tiene la sensación de que la pátina de preocupación medioambiental y defensa de la diversidad biológica que tanto se afanan en publicitar los Gobiernos occidentales no es más que una cortina de humo. Estados Unidos produce un cuarto de las emisiones de CO2 del planeta y España ha multiplicado las suyas más que ningún otro país de la UE desde que firmó el Tratado de Kyoto (para equilibrar los números, le compra cuotas de CO2 a los países pobres).
Por otra parte, la ONU advierte que el ritmo de desaparición de especies podría ser mil veces más rápido que en cualquier otro periodo de la historia, mientras cientos de millones de personas carecen de la minima seguridad alimentaria diaria, así como de acceso a agua potable. ¿No son éstas las verdaderas noticias? ¿Es posible informar acerca de la pérdida de diversidad biológica sin contextualizarla dentro del voraz modelo productivo y consumista de la actualidad, reclamando su cambio radical?
El pintoresco presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, Fernando González Urbaneja, ha tenido a bien intervenir en otro de los profundos debates que mantiene en zozobra a la “comunidad católico cristiana” española. En vez de martillear día y noche con la precariedad laboral y míseros salarios de la profesión, una situación que conduce a la nula búsqueda de fuentes y a la servil entrega del rigor y honestidad intelectual de muchos periodistas ante los intereses empresariales, el habitualmente mesurado Urbaneja pierde la flema inglesa para criticar a Tele 5 por su utilización del affaire Casillas-Carbonero.
Parece ser que no toca hablar de posturas de fuerza como huelgas o parones informativos para frenar la decadencia deontológica de la profesión, sino centrarnos en las grandes preguntas que hacen progresar la salud democrática de un país: ¿Distrae Sara Carbonero a Iker Casillas? (con la connotación machista que esa afirmación-respuesta desprende) ¿Es lícito que la reportera, en los calentamientos previos al partido, informe desde detrás de la portería en la que se estira su famoso novio? Y aún más importante, ¿por qué se ha cortado la perilla el otrora brilante cancerbero de la selección nacional? A esta saludable controversia se añaden otras cargas de profundidad como: ¿Es "La Roja" un correcto apelativo con el que nombrar a la selección? Podría herir sensibilidades, ¿no es así? Ya se sabe que los rojos hicieron mucho daño a este país durante la etapa de consolidación de la unidad nacional y espiritual de Franco…