Hoy ha fallecido el inmortal Miguel Delibes a los 89 años. Autor de unas 60 obras, entre novelas, libros de viajes y diarios, estuvo presente en mi casa siempre, desde niño. Mi padre fue durante muchos años agente comercial y delegado de Destino en Madrid y Delibes publicó en esta editorial la gran mayoría de sus obras. Cada vez que se editaba o reeditaba alguna, aparecían por casa varios ejemplares de la misma, muchos de ellos dedicados por el autor, que compartíamos y comentábamos. Siendo yo un mocoso y durante la feria del libro de Madrid, en las bulliciosas jornadas de firmas, tuve la oportunidad de saludarle dentro de la caseta, y me sorprendió su cercanía y sencillez. Como es lógico apenas me acuerdo y tampoco le di en ese momento importancia alguna. Mi padre siempre le ha descrito como un hombre serio, humilde y agradecido. En una ocasión tuvo que irse precipitadamente de la feria por compromisos personales, pero al cabo de unas horas volvió únicamente para poder despedirse de los trabajadores de la editorial antes de volver a Valladolid. Hoy nos deja un caballero, un periodista de Castilla, un humanista, un defensor de los humildes y uno de los primeros abogados de la naturaleza frente a los riesgos del progreso. Nos deja el autor del castellano más formal y mejor escrito. Gracias a el, aprendí a leer y a apreciar la magia de la literatura.
"Pero a Daniel, el Mochuelo, le bullían muchas dudas en la cabeza a este respecto. Él creía saber cuanto puede saber un hombre. Leía de corrido, escribía para entenderse y conocía y sabía aplicar las cuatro reglas. Bien mirado, pocas cosas más cabían en un cerebro normalmente desarrollado. No obstante, en la ciudad, los estudios de Bachillerato constaban, según decían, de siete años y, después los estudios superiores, en la Universidad, de otros tantos años, por lo menos. ¿Podría existir algo en el mundo cuyo conocimiento exigiera catorce años de esfuerzo, tres más de los que ahora contaba Daniel? Seguramente, en la ciudad se pierde mucho el tiempo -pensaba el Mochuelo- y, a fin de cuentas, habrá quién, al cabo de catorce años de estudio no acierte a distinguir un rendajo de un jilguero o una boñiga de un cagajón. La vida era así de rara, absurda y caprichosa. "
3 comentarios:
Yo cuando me enteré sentí una pena enorme. Se ha ido un escritor como pocos.
Sencillo y sincero homenaje.
Hola hermano. Creo que casi desde que te conozco recuerdo tu admiración por Delibes y las imágenes de sus libros en tu casa. Se marcha uno de los grandes narradores de la literatura espeñola, pero como pasa con todos los genios, siempre podemos volver a ellos a través de sus obras: Los santos inocentes, Cinco horas con Mario o Las ratas, la que me causó mayor impacto.
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