martes, 29 de septiembre de 2009

Los orígenes del mal

Retomamos la revisión bobolonga de ciertos periodos de la historia contemporánea. Como ya habréis apreciado, nos interesa todo lo relacionado con el periodo de entre guerras y la segunda guerra mundial. Volvamos con la Alemania heredera del pacto de Versalles. Pero esta vez vamos a hacer un recorrido algo diferente, un recorrido por lo más oculto y tenebroso del tercer reich. El análisis lo centraremos en el origen de la atrocidad, en como se justifica lo imposible a través de toda una nueva cosmología pagana. El nazismo ha de ser analizado con métodos distintos a los que emplearíamos en otros periodos. La irracionalidad del estado nacional socialista se escapa a parámetros de causa-efecto. El partido nazi se percato que para ostentar el poder era necesario definir los puntos clave de la unidad nacional alemana, no sólo en el terreno político, sino también en los ámbitos ideológico y simbólico. Y es aquí donde entra en escena lo oculto y lo esotérico. El nazismo fue un fenómeno más que simplemente político. Fue una fe enfrentada al racionalismo y a la democracia parlamentaria. Sabían del valor propagandístico de la liturgia y la simbología nazis. Retomaron modelos del pasado sacralizándolos, transformándolos en arquetipos de divinidad. Inventaron raíces ancestrales que pasaron a ser la piedra angular de las nuevas directrices políticas y culturales que fomentaban la búsqueda delirante de la superioridad racial y que justificaban la apropiación del espacio vital y el holocausto. El pueblo germano estaba influido por nuevas ideologías que tenían en común una máxima: la raza aria esta por encima de cualquier otra. Este sucedáneo de religión y sus dirigentes procuraron no ya responder a una demanda colectiva de orden y estabilidad, sino dar unidad a una sociedad fragmentada por la crítica situación económica y por el fracaso de la republica de Weimar, con unos resultados tan sorprendentes como repudiables.

En 1960 se publico un libro llamado “El retorno de los brujos” de los autores franceses Louis Powles y Jacques Bergier. Es de las primeras obras que conectan el nazismo con lo esotérico y resume bien como analizar esta conexión: “…No somos tan locos como para querer explicar la Historia por las sociedades secretas. Pero sí que veremos, cosa curiosa, que existe una relación y que, con el nazismo, "otro mundo" reinó sobre nosotros durante algunos años. Ha sido vencido. Pero no ha muerto, ni al otro lado del Rin ni en el resto del mundo. Y no es eso lo temible, sino nuestra ignorancia …"

EL GERMEN: LA SOCIEDAD THULE

El Grupo de Estudio de la Antigüedad Alemana (Studiengruppe für germanisches Altertum) o sociedad Thule (Thule-Gesselschaft) es especialmente significativa dentro de las numerosas sociedades dedicadas al ocultismo de la época, ya que supone el germen del nazismo alemán. Fue fundada el 17 de agosto de 1918 por Rudolf von Sebottendorff, un ocultista alemán, como una rama muniquesa de la Germanenorden, una sociedad secreta también conocida como «Orden de los Teutones» (de derechas, secreta y antisemita fundada en 1912).

Para justificar sus pretensiones de poder y crecimiento, la sociedad tomo varias teorías ancestrales sobre civilizaciones y continentes perdidos. Sin pretender aburrir vamos a resumir brevemente la base de la Thule y de otras asociaciones ocultistas de la época. El grado de imaginación es supino, retomando mitos y leyendas. Primero el continente de Hiperbórea colocado por Herodoto en el norte. El termino Thule también procede de la cultura grecorromana, de mapas y escritos de los geógrafos (Pitias en el 330 a. c., quien lo sitúa a seis días de viaje al norte de Escocia. También Tácito, Plutarco y Procopio hablan sobre Thule, como la más septentrional de las tierras habitadas, a menudo identificándose con la también septentrional Hiperbórea). En el poema la Eneida de Virgilio aparece el término de Ultima Thule (en latín ‘el norte más distante’). Designada por la ariosofía capital de la Hiperbórea, situaron Ultima Thule en el extremo norte cercano a Groenlandia o Islandia. Thule, como la atlantida, se habría hundido en el mar, pero algunos de sus habitantes habrían escapado al cataclismo y engendrado la raza aria. El pangermanismo (unión económica y política de todos los pueblos de origen alemán) se encontraba, pues, fundado sobre bases racistas, en las cuales el mito cumplía un rol legitimador. Para rematar la paranoia recogieron las ideas de varios autores como Olaf Rubbeck, autor sueco que 250 años antes relaciono a los atlantes con los hiperboreos. Por si todo esto era poco, añadieron variables, como el concepto de vril (de tradición oriental), una supuesta energía psicoquinética que transformaría a la raza aria en superhombres.

Otras fuentes para estos grupos fueron las interpretaciones iluminadas de algunos filósofos. Obviamente no se puede cargar a la Filosofía el peso de la responsabilidad, el lector absorbe pero a veces no decodifica. Tomaremos solo el mas relevante. Friedrich Nietzsche nunca menciono el vril u otros elementos empleados por estos colectivos, pero encontramos citas de esta índole en su obra: “Veámonos como lo que somos. Somos hiperbóreos. Sabemos muy bien cuán aparte vivimos” Der Antichrist (El anticristo, 1895), o, “la manada busca seguridad dentro de sí misma creando reglas, moralidad y leyes, mientras que los superhombres cuentan con una fuerza vital interna que les conduce a ir más allá de la manada. Esa fuerza les exige y los conduce a mentir a la manada para poder permanecer independientes y libres de la “mentalidad de manada””. En su obra Así Habló Zaratustra, expresa con firmeza que "el superhombre es lo que yo amo, él es para mí lo primero y lo único, -y no el hombre: no el prójimo, no el más pobre, no el que más sufre, no el mejor-"

Con todas estas teorías mezcladas llegaron a la conclusión de que la raza aria era heredera directa de los atlantes. En resumen: muchos alemanes a principios del siglo XX creían ser descendientes de los arios que habían migrado al sur desde Hiperbórea-Thule y que por tanto estaban destinados a convertirse en la raza suprema de superhombres mediante el poder del vril. Increíble pero cierto.

Originalmente, Sebottendorff, pretendió que la Sociedad Thule fuese un vehículo para promover teorías ocultistas, pero la Orden de los teutones le presionó para hacer énfasis en los temas políticos, nacionalistas y antisemitas. La sociedad había establecido varios niveles de secreto, divididos básicamente en dos grupos: un círculo externo, más numeroso, interesado principalmente en la agitación política y un círculo interno secreto, centrado sobre todo en la investigación ocultista. El tema del anticomunismo se añadió tras la Revolución Comunista Bávara en 1918, cuando la Sociedad Thule de Munich se convirtió en el centro del movimiento contrarrevolucionario. Pero la organización contaba con miembros pertenecientes a la aristocracia y por lo tanto era considerada elitista, algo que les impedía obtener éxitos en la política de masas. Para aproximarse a las clases obreras y difundir sus ideas, se creó en 1919, el Partido de los Trabajadores Alemanes (DAP). Ya en esta época pertenecían a la sociedad algunos personajes vitales para la futura Alemania nazi como Rudolf Hess o Alfred Rosenberg.

A finales de aquel año, uno de los miembros mas destacados de la sociedad, Dietrich Eckart, apareció acompañado por un hombre llamado Adolf Hitler. Meses antes Eckart afirmo que: “Necesitamos a un hombre que encabece el movimiento, un hombre que pueda soportar el sonido de la ametralladora. Es necesario que la chusma sienta el miedo en las entrañas. No podemos utilizar a un oficial porque las gente ya no los respeta. El hombre más adecuado sería un trabajador que supiera hablar”. Eckard ve en hitler la figura perfecta para sus propositos. Odio, racismo, rencor, resentimiento, y locura convierten a Hitler en el candidato idóneo para su causa.

Los miembros más importantes de esta sociedad son nombrados en la obra del propio Rudolf von Sebottendorff "Bevor Hitler kam" (Antes del ascenso de Hitler):

1. Freiherr Rudolf von Sebottendorff , (maestro supremo de la Orden)
2. Guido von List, maestro de la Orden
3. Jörg Lanz von Liebenfels, maestro de la Orden
4. Adolf Hitler, Führer, canciller del Reich y Führer de Alemania
5. Rudolf Hess, lugarteniente del Führer y SS-Obergruppenfü hrer
6. Hermann Göring, mariscal del Reich y SS-Obergruppenfü hrer
7. Heinrich Himmler, Reichsführer SS y ministro del Reich
8. Alfred Rosenberg, ministro del Reich y NS-Reichsleiter
9. Hans Frank, Dr. honoris causa, NS-Reichsleiter y gobernador en Polonia
10.Julius Streicher, SA-Obergruppenfü hrer y Gauleiter de Franconia
11. Karl Haushofer, Prof. Dr., Generalmajor retirado
12. Gottfried Feder, Prof. Dr., secretario de Estado jubilado
13. Dietrich Eckart, jefe del "Völkischer Beobachter" e íntimo amigo de Hitler
14. Bernhard Stempfle, sacerdote confesor de Hitler e íntimo amigo
15. Theo Morell, médico de cámara de Hitler
16. Franz Gürtner, presidente de la policía de Múnich
17. Rudolf Steiner, fundador de la doctrina antroposófica
18. W. O. Schumann, científico y profesor en la Universidad Técnica de Múnich
19. Trebisch-Lincoln, ocultista y explorador del Himalaya
20. Condesa Westrap

Pero la llegada de Hitler no fue una casualidad. Tras un papel destacado en la primera guerra mundial (obtuvo la cruz de hierro por su valor en la batalla), albergaba un odio profundo por las clases dirigentes y los altos cargos del ejército. Consideraba traidores a todos ellos por aceptar el tratado de Versalles y por no controlar el auge del comunismo. Sin embargo, tras la guerra y perteneciendo al ejercito de Baviera, colaboro con la cancillería como espía, infiltrándose en las incipientes organizaciones políticas radicales que tanto preocupaban al inestable gobierno alemán. Se envió a Hitler a investigar el DAP. Lejos de controlar al monstruo, lo estaban alimentando. En pocas semanas Hitler asimilo, y fusiono con las suyas propias, las barrocas teorías de Thule y perfecciono sus gestos y su oratoria (su carnet del partido a la derecha). . El vínculo con la sociedad creció rápido hasta convertirse en el nuevo líder del partido de los trabajadores alemanes en 1921. El nombre se modifico para acabar siendo el definitivo Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes (calificado por sus opositores como partido nazi).

El programa nazi contaba con veinticinco puntos entre los que destacaban el rechazo al Tratado de Versalles, la aspiración a la unidad con Austria en una "Gran Alemania" de gobierno central fuerte, y la voluntad de reservar a Alemania sólo para los "verdaderos" alemanes. El apoyo en la campaña anticomunista de los sectores económicos y financieros fue vital para la propaganda y expansión de las ideas radicales del nuevo partido.

El primer Hitler, el de los primeros años 20, supo arrastrar a la masa mediante la demagogia antisemita y la exaltación de la raza, para posteriormente convertirse en un sumo sacerdote ayudado por la tecnología de altavoces, micrófonos y cámaras. Si tomamos grabaciones que se realizaron del fhürer observaremos la tremenda potencia gestual y vocal del personaje. Pasaba de ser un hombre bajito e insignificante a ser una figura enorme e hipnotica que no dejaba ni un movimiento, ni una palabra a la improvisación. Según el autor Francis X. King, “los grandes mítines de Nüremberg, presididos por Hitler en sus momentos de máxima “posesión”, reunían las condiciones necesarias para lo que algunos cultos mágicos describen como un "cono de poder": los reflectores iluminaban el cielo nocturno formando un dibujo cónico sobre las enormes multitudes, lo cual generaba un gigantesco brote de emoción centrado en la figura glorificada de Adolfo Hitler”. El historiador británico Allan Bullock decía que “su poder para embrujar a la audiencia ha sido comparado con las artes ocultas de los curanderos africanos o los chamanes asiáticos; otros los han comparado con la sensibilidad de un médium, y el magnetismo de un hipnotizador”.

Uno de los mejores análisis sobre el personaje lo daba el psicólogo Erik Erikson que describió a Hitler como “...un paranoide psicópata, un niño sádico amoral o un neurótico que actúa bajo la compulsión de matar. En ocasiones, era todo eso, pero, por desagracia, también algo más. Fue en primer lugar un aventurero, en una escala grandiosa. La personalidad del aventurero es similar al del actor, porque siempre debe estar listo para personificar, como si los hubiera elegido, los roles cambiantes que le sugieren los caprichos del destino. Sabía como acercarse al límite, cómo dar la impresión que iba demasiado lejos, para luego volver a acercarse a su público en suspenso... Hitler sabía explotar su propia histeria...

EL MERLIN DE ADOLF HITLER

Hablamos de Karl Haushofer (1869-1946), un geógrafo defensor del Lebensraum (Espacio Vital) y un ocultista adepto al misticismo oriental que fue uno de los más importantes arquitectos ideológicos de la Alemania nazi y de su pacto con Japón. Trabajo para la inteligencia alemana en Oriente, y allí se adentro en las concepciones budistas y en las ciencias ocultas. Fundó en 1918, la Sociedad Vril en Berlín, con creencias similares a la Sociedad Thule. Buscaba el contacto con seres sobrenaturales que vivian bajo tierra para obtener de ellos el poder del vril. También defendía el origen centroasiático de la raza aria. Haushofer desarrolló la doctrina de la geopolítica y a principios de 1920, se convirtió en el director del Instituto de Geopolítica en la Universidad de Ludwig-Maximilian de Múnich. La geopolítica defendía la conquista de territorio para obtener mayor espacio vital como un medio para adquirir poder. Uno de sus alumnos destacados era Rudolf Hess, que fue el nexo con Adolf Hitler. Tras en golpe de estado de 1923, Hitler fue recluido en la fortaleza de Landberg, donde recibía numerosas visitas de sus adeptos mientras escribía mein kampf. Entre ellos se encontraban Hess y Karl Haushofer. En las reuniones se mezclaban las teorías de las sociedades de thule y de vril con la geopolítica y la expansión alemana. Aunque pueda parecer una locura, esto influyo en la política expansionista del tercer reich. El profesor jugaría una carta clave en los asuntos exteriores del Reich, en especial en lo referido a la Alianza Japón-Alemania.

Pero Haushofer enseño a Hitler algo más. Una historia fantástica donde, de nuevo, los Arios son transformados en una raza especial que surge en los últimos tiempos de la Atlántida.

los pueblos Arios fueron trasladados a otras regiones por el Manu, el último de los Dioses Hombres o Superhombres. La migración los llevó por toda Europa y Asia hasta el área del Desierto del Gobi, y desde allí hasta las montañas del Himalaya. Allí, en el techo del mundo fue fundado un Oráculo del Sol, que dominaría y dirigiría las Siete Civilizaciones de la era posatlántica. Los iniciados en este Oráculo, se reencarnaban como líderes de los diversos pueblos que también habían sobrevivido al Diluvio y se instalaron en todos los rincones de Europa, Asia y América. La inmensa mayoría de los mejores arios se establecieron en la India…

Hitler creía que el Cristianismo era una religión defectuosa, infectada por sus raíces en el pensamiento judío. Él veía en sus enseñanzas de perdón el triunfo de los débiles, y el altruismo como anti evolutivo y se veía a sí mismo como un Mesías sustituyendo a Dios o Cristo. Generaron un Neopaganismo como una contraposición al judeocristianismo. El nazismo persiguió todas las religiones excepto el budismo. De hecho desde 1929, grupos de Tibetanos llegaron a Alemania y fundaron Logias (como la Sociedad de los Hombres Verdes, en conexión con la Sociedad del Dragón Verde en Japón). Gracias a la intermediación de Haushofer, ellos supuestamente ayudaron a la causa Nazi con sus poderes ocultistas. Himmler estaba atraído por estos grupos de adeptos Tibetanos de Agharti y, supuestamente bajo su influencia, fundó el Ahnenerbe (Oficina para el Estudio de la Herencia Ancestral) en 1935. Entre otras funciones, Hitler le encargó investigar las runas alemanas y la procedencia de la suástica, y encontrar el origen de la raza aria. Tíbet era el objetivo primario. En 1937, Himmler hizo de la Ahnenerbe una organización oficial adscrita a las SS (del alemán Schutz Staffel, Escuadrón de Protección que luego analizaremos) y como nuevo director de la Universidad Ludwig-Maximilian de Múnich, nombró al profesor Walther Wüst, presidente del Departamento de Sánscrito. El Ahnenerbe tenía un Instituto de Tibet, que en 1943 se renombró como el Sven Hedin Institut für Innerasien und Expeditionen (Instituto Sven Hedin para el Asia Interior y Expediciones).

Es interesante observar la fuerza con la que estas “revelaciones” fueron importantes para el III Reich. Si pensamos en lo invertido en las misteriosas expediciones que se llevaron a cabo en el Tíbet, en América, etc. todo nos empuja a pensar que la enajenación hizo presa de gran parte de la cúpula nazi.

El fin de la relación entre Haushofer y Hitler es algo surrealista. El hijo del profesor participo en un complot para acabar con la vida del fhurer (la ahora famosa operación valkiria de Stauffenberg). El plan no fructifico y por ello fue condenado. Tras su fusilamiento se le encontró en el bolsillo el siguiente manuscrito:

El destino había hablado por mi padre
de él dependía una vez más
rechazar al demonio en su mazmorra
Mi padre rompió el sello.
No sintió el aliento del maligno
y dejó al dominio suelto por el mundo

Poco después el profesor Karl Haushofer se quito la vida mediante un rito oriental después de matar a su mujer.

HIMMLER Y LAS SS

“¿Qué aspecto tendrá el futuro orden social? Camaradas, os lo voy a decir: habrá una clase de señores, habrá la gran masa anónima, la colectividad de los servidores de los pequeños a perpetuidad, y, por debajo de éstos, la clase de los extranjeros conquistados, los esclavos modernos. Y, por encima de todo esto, una nueva nobleza de la cual no puedo hablar… Pero los simples militantes deben ignorar estos planes…”, Adolf Hitler

Las teorías y enseñanzas de las que hemos hablado también influyeron en el entrenamiento de las escuadras SS como los nuevos superhombres. Las SS tenían como misión la protección de los líderes del NSDAP, la defensa de la pureza nacionalsocialista y el rescate de las tradiciones germánicas. Su cuerpo más elitista y siniestro fueron las SS Totenkopf o grupo de las calaveras. Se caracterizaban por una selección extremadamente férrea, eran abiertamente elitistas, y representaban los más profundos ideales del Nacional Socialismo. Sin duda fueron el mayor ejemplo del terror y la violencia dentro del régimen nazi. Se les califico como "La Orden Negra" con todo el sentido maligno que se le puede atribuir al termino.

El responsable de toda esta parafernalia fue el Reichsführer (Jefe Supremo) Heinrich Himmler, un amante de la Historia Medieval, que se creía la reencarnación de Enrique I, el Pajarero, considerado el fundador del estado de Sajonia y del estado alemán. Incursionó en el ocultismo a través de sus estudios del Santo Grial, y fue también un militante de la Thule. El modelo para Himmler era la Orden de Caballería Teutónica del medievo, que alistaba en sus filas a lo mejor de la nobleza germana. Su meta eran las heroicas Cruzadas. Himmler moldeo a los futuros combatientes de la Orden Negra-SS- como monjes guerreros, pero que a diferencia de sus antepasados no buscan la gloria a través del amor de Cristo, su culto, va dirigido hacia otro Dios.

Un principio fundamental debe servir de regla absoluta a todo hombre SS. Debemos ser honrados, comprensivos, leales, buenos camaradas con los que son de nuestra sangre y con nadie más. Lo que le pase a un ruso, a un checo, no me interesa absolutamente nada...” “...Queremos formar una clase superior que dominará a Europa durante siglos…

“…El mundo presenciará la resurrección de la vieja Borgoña, que fue antaño el país de las ciencias y de las artes y que Francia ha relegado al rango apéndice conservado en alcohol. El Estado soberano de Borgoña, con su Ejército, sus leyes, su moneda y su correo, será el estado modelo SS. Comprenderá la Suiza romana, la Picardía, la Champaña, el Franco Condado, el Hainut y el Luxemburgo. La lengua oficial será el alemán, naturalmente. El partido nacionalsocialista no tendrá allí ninguna autoridad. Solo gobernarán las SS, y el mundo quedará a un tiempo estupefacto y maravillado ante este Estado, en que se aplicará el concepto SS del mundo...”
Discurso de Heinrich Himmler ante los estupefactos y silenciosos miembros de la conferencia de Paz de 1934.

Desde 1934 situó su centro de mando en Westfalia, en el castillo de Welwelsburg. Se invirtieron más de 12 millones de marcos para su reconstrucción y mantenimiento. Toda su estructura y los elementos interiores representan un ideal y una simbología que va más allá inclusive de las ideas nacional-socialistas. La forma de Welwelsburg representa una flecha perpendicular al eje este-oeste, y se encuentra orientada en sentido sur-norte, de tal forma que la torre norte representa la punta de una flecha que apunta al norte, es decir al origen, a la cuna de la raza aria. En los planes de las SS, estaban construir otros edificios que rodearían al recinto principal.

La estructura más destacada seria la torre norte de Welwelsburg, con un diseño que manifiesta una intención oculta esotérica. En ella encontramos una sala circular con doce columnas (GruppenführerSaal) y una rueda solar en el centro de la que parten doce rayos formados cada uno por dos runas Sieg (que significaba Victoria o luz y duplicada se convirtió en símbolo de las SS). Por debajo de esta sala está una cripta llamada Walhalla (como la morada de Odín, en la mitología nórdica, donde van los guerreros muertos en batalla para prepararse para el ragnarok, el destino de los dioses, la última batalla entre las fuerzas del bien y las fuerzas de la oscuridad) en la cual se encuentran doce asientos de piedra y un círculo central. Todo el proyecto, según Kirsten John-Stucke, la historiadora responsable de la conservación del conjunto arquitectónico, revela un aspecto esotérico.

Para concluir, la suma de todos los elementos anteriormente descritos: mitología nórdico-germana-oriental y simbología masónico-guerrera-violenta nos dan como resultado una nueva religión pagana destinada a hacer prevaler un sentimiento de superioridad que degenera fácilmente en un delirio de poder. En la práctica hablamos del periodo más oscuro e irracional de la historia del hombre contemporáneo.

No quiero acabar sin hacer antes referencia a una noticia aparecida en los últimos días. National greogaphic presento un documental que busca el origen del hombre. Son 8 años de trabajo tras las huellas genéticas humanas a través del cromosoma masculino xy. La conclusión del director del proyecto Spencer Wells es que “todos descendemos de un único hombre, un Adán científico, que vivió en África hace alrededor de 50.000 años”. Es el padre genético de todos los pueblos que habitan el planeta. El estudio demuestra que las semejanzas entre todos los pueblos son extraordinarias. Esto viene a demostrar que genéticamente, dos negros pueden ser mas distintos entre si que un negro y un blanco. Esto parece obvio para muchos pero conviene recordar a las mentes cuadradas, a los herederos de estas ideas de raza o etnia, que es probable que sean mas parecidos a judíos o a negros que a “arios” como ellos. Que descendamos de un único ancestro de hace tan sólo 40.000 años habla de las enormes semejanzas que existen entre las distintas poblaciones. “Las ramas más profundas del árbol genético humano están en África. Hay más diversidad en un sólo pueblo africano, que entre dos poblaciones separadas por miles de kilómetros”. Poco más se puede añadir.

viernes, 18 de septiembre de 2009

El nazi que comía Strudel

"Tú me has dado mi película” Quentin Tarantino a Christopher Waltz, durante el pasado Festival de Cannes, donde el segundo ganó el premio al mejor actor.


Los nazis molan. Y mucho. En el cine, claro, sobre todo cuando al final reciben su merecido. De sádicos torturadores con la esvástica en el pecho está empedrado el camino del séptimo arte. Laurence Olivier se ponía la bata de doctor Szell y disfrutaba perforando los dientes de Dustin Hoffman en Marathon Man, confirmando que el pánico al dentista es uno de los miedos ancestrales del hombre. El tenebroso doctor Mengele del nunca siniestro Gregory Peck obligaba a resoplar de tension en Los niños del Brasil. El hierro candente del escalofriante Mayor Toth (Ronald Lacey) hacía gritar en el patio de butacas "!!Indy, date prisa!!", en En busca del arca perdida. La repulsión estallaba viendo a Amon Goeth (Ralph Fiennes) disparando a los judíos del campo de exterminio de Auschwitz, en La lista Schindler. Y aún revolvía las tripas la brutalidad en la decadencia del mismisimo Führer, interpretado por Bruno Ganz en El hundimiento.


No solo hay espacio para despiadados sanguinarios. También los ha habido conversos al bien cual san Pablo; ya sea por conflicto patriótico (el insulso Von Ribbentrop de Operación Valkyria, del igualmente insulso Tom Cruise), rehabilitación carcelaria (el Edward Norton de American History X), poder sanador del arte (el oficial –Thomas Kretschman– que descubre a El pianista o la Hana Schmitz –Kate Winslet- de El lector) o instinto de supervivencia, meclado con dos cubitos de hielo de amistad (el impagable Capitán Renaud, que bordara Claude Reins en la ya-no-me-quedan-más-adjetivos-superlativos-que-poner Casablanca).


La lista es mucho más gruesa, pero quizá ninguno de los nombrados ni de los no recordados se acerca a la altura del protagonista de este post: el coronel Landa, cazador de judíos, antagonista de los Ingloriosos bastardos y personaje con más dimensiones que la Teoría de las cuerdas, por gentileza de unos diálogos geniales marca Tarantino y, sobre todo, por la fabulosa interpretación de Christopher Waltz (lee la estupenda crítica de la película en el blog pana La inquieta mirada). Este desconocido actor alemán, de formación teatral y abundante carrera televisiva, se merienda a Brad Pitt y a sus bastardos con un recital interpretativo que lleva el Oscar colgado a la claqueta. “Es uno de los mejores personajes que he escrito en mi vida, y uno de los mejores que escribiré nunca”, ha dicho el gran Quentin, y para qué contradecir al maestro.


El villano sublime


Si se acude al diccionario de la RAE, en su primera aceptación se describe el mal como “lo contrario al bien, lo que se aparta de lo lícito y honesto”. Más adelante se asegura: “dicho de una cosa: ser nociva y dañar o lastimar”. Ninguna de ambas explicaciones se ajusta a los múltiples registros de Christopher Waltz durante el filme. Erudito, calculador, cortés, psicótico, locuaz, políglota, cándido, depredador… En el coronel Landa convive la brillantez detectivesca propia de Sherlock Holmes - homenaje incluido, con esa hilarante y desporporcionada pipa de la secuencia inicial-, el refinamiento, los modales y la impecable vestimenta de un hombre de mundo, la carcajada espontánea de un niño que descubre a alguien haciendo trampas en un juego y la pulsión homicida a tumba abierta de un asesino en serie.


Landa es principio y fin de la película. Se dice que la manera de presentar al héroe o al villano en un filme del Oeste es capital, y Tarantino lleva haciendo spaguethi western y guiñando un ojo a Leone casi toda su carrera. Esta vez estamos en la campiña francesa, en plena II Guerra Mundial, pero bien podrían ser la estación de tren del arranque de Hasta que llegó su hora. Una bucólica casa de campo, un leñador de pura cepa y una amenaza en la ontanaza. El coche que se acerca, la ansiedad que crece, los músculos tensos del fornido campesino, la familia,  ordenada a meterse en casa, el cazador que se aproxima…


¿Pero un momento? No hay disparos. Llega un tipo de nulo poder intimidatorio físico, tranquilo, pareciera dispuesto a tomar el té de las cinco. Bueno, en realidad sólo quiere leche. Dos vasos seguidos que se bebe de un trago. Hay un vínculo por ahí con la inocencia infantil del niño, que se mancha los labios de blanco con su leche de la mañana. ¿Ese es un nazi al que teme toda la comarca? Landa conversa y conversa, cuasi un monólogo. El elogio acertado, sin atisbo de violencia agazapada, por la belleza de las tres hijas. El respeto a su interlocutor. Su modélico ritual de gestos, de naturalidad, de bohnomía, su talante comprensivo con el que va pinchando el globo de la extrema tensión de su anfitrión. Y para cuando éste ya ha sentado de verdad el culo en la silla, ha soplado y se siente a salvo…


Saltamos hacia delante. Estamos en el cine, minutos antes de la proyeccion del filme-propaganda al comienzo del tercer acto. El coronel Landa estalla en una risa incontrolable ante el acento impostado del teniente Aldo Raine (Brad Pitt) y sus dos secuaces –aún me estoy riendo-. Más tarde, conduce a una habitación a solas a la diva Von Hammersmark, émulo-homenaje de Marlene Dietrich, en el rostro de Diane Kruger. Cómo juega a probarle el zapato abandonado en una escena del crimen anterior… Como salta como un jaguar violento sobre el cuello de la mujer. Inesperado, en plena noche de estreno, salvaje instinto animal, fiereza homicida. Esta vez aparece el autor de autores, Alfred Hitchcock, y su Frenesí, con la cámara empotrada entre el estrangulador y la víctima, el horror en primerísimo plano, el detalle del crimen físico.


No me gustaría ser pastel de manzana


Antes del estreno, Landa llega a un Bistrot para charlar con el angel –aún no vengador- de la historia, Shosanna (Mélanie Laurent), la propietaria del cine al que acudirá la plana mayor de la jerarquía nazi. La dualidad agresivo-pasivo agarra vuelo de águila imperial en la composición de Waltz. Se inicia de nuevo el delicioso cortejo interrogatorio. De un lado, el apacible Landa y su conversación sinuosa. Del otro, la interlocutora, respirando de puntillas, consciente de estar delante del hombre que asesinó a su padre. Y en medio, el strudel. Un strudel que se come al compás del diálogo y al que Landa se lanza con la retórica en el cubierto, describiendo florituras y haciendo bordillo en los extremos. Es la fase de las preguntas suaves. De pronto ataca con saña el strudel, le clava la cuchara en el corazón. Toca el turno de las preguntas maquiavélicas, que llevan truco. Dos segundos después, retoma la caricia del pastel. Saborea un delicado trozito. Pero de nuevo cambia. Se mete una basta cucharada al momento después. Lo mastica con un gusto que da gusto. ¿O es asco lo que provoca? Delicado y torrencial, un postre saboreado a la contra de un interrogatorio que en teoría no lo es.


En certera definición de propio actor, “una sublimación de la agresión”. Saborear el momento, la pureza de su interlocutora, quizás, a quien agarra metafóricamente del cuello con esa cuchara siblina. Deshoja la margarita. Me la como, no me la como, me la como, no me la como… Luego la suelta dulcemente… Algún día, cuando los extraterrestres se dignen en visitar a la violenta raza humana, nos descubrirán, entre otras cosas, que hay una partitura musical oculta en los diálogos de Tarantino. Suben, emprenden curvas, socavones, puntazos hasta arriba, dientes de sierra... Fluyen, engatusan, atrapan… “Los actores interpretarán en el escenario las escenas de los guiones de Quentin en los años venideros”, ha dicho Eli Roth, uno de los bastardos. Seguro que sera así, pero misión imposible rivalizar con Christopher Waltz. Qué gozada de película, y qué maravilla de interpretación. 


No te pierdas la crítica de la película en el blog La inquieta mirada


Entrevista en la web slashfilm a Christopher Waltz. En inglés, pero merece mucho la pena.