jueves, 23 de abril de 2009

Por qué soy republicano


Hoy se conmemora el aniversario del Alzamiento Nacional que dio a España la victoria contra el odio y la miseria, la victoria contra la anarquía, la victoria para llevar la paz y el bienestar a todos los españoles. Surgió el Ejército, escuela de virtudes nacionales, y a su cabeza el Generalísimo Franco, forjador de la gran obra de regeneración
Comunicado de la Casa Real, 18 de julio de 1978, casi tres años después de la muerte del dictador

Asuntos de estado impidieron a este rincón bobolongo celebrar el aniversario de la declaración de la II República como se merecía, el pasado 14 de abril. A la visión anoche de un sorprendentemente combativo y certero Cayo Lara en Tengo una pregunta para usted, esta mañana se ha unido la deliciosa lectura de un artículo de opinión en el diario Publico. Hoy, fentre al agarrotamiento sanguíneo provocado por las cápsulas-asientos en las que Iberia experimenta con sus pasajeros, el texto de Vincenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra, ha conseguido que soñase en tricolor durante mi viaje aéreo. A pesar del telón de acero construido por los poderes fácticos de este país para sepultar la memoria histórica, poco a poco surgen voces que devuelven movilidad a algunas articulaciones largamente anestesiadas.

Qué mejor homenaje a la causa republicana que este espléndidamente argumentado artículo, en el que Navarro analiza el vasallaje de los medios de comunicación respecto a la monarquía, las aún férreas convicciones reaccionarias de la familia borbónica y la sacralización de la Transición, ligada a la perversión biográfica de Juan Calos, un entusiasta palmero franquista transformado de súbito en ardiente defensor de la democracia. Aquí puedes leer el artículo Por qué soy republicano.
Si te apetece, lee también el texto que escribió Vincenç Navarro en las páginas de opinión de Público el pasado marzo.

domingo, 19 de abril de 2009

Viaje en ferrocarril, si quiere soñar


Buster Keaton conducía de forma maestra La General en plena guerra civil americana, los hermanos Marx alimentaban una locomotora con la madera de los vagones y a Marilyn Monroe un silbido de vapor le acariciaba sus sinuosas formas, recién llegada al andén. Desde la celebérrimas primeras imágenes de los hermanos Lumiere, el tren, que vivió su época dorada con el western, ha sido protagonista privilegiado del cine. Éste es un humilde homenaje al imbatible ferrocarril, el medio de transporte recomendado por las autoridades del séptimo arte para soñar, enamorarse o planear un crimen.

Una gélida noche de diciembre de 1895, poco más de 30 parisinos fueron testigos de la presentación de un nuevo artefacto mecánico: el Cinematógrafo Lumière, capaz de reproducir el movimiento natural en una pantalla. En el sótano del Grand Café del Boulevard des Capucines se celebró la primera función de cine de la historia y la primera aparición de un tren en la gran pantalla. El filme fundacional: La llegada del tren. Una locomotora del siglo XIX que llegaba a la estación de Ciotat, mientras los espectadores gritaban asustados, convencidos de que aquella máquina se abalanzaba impetuosamente sobre ellos. Ocho años después, Edwin S. Porter avanzó algunas de las bases del lenguaje cinematográfico (los tres actos, la utilización por vez primera del primer plano, el clímax retardado) con el corto El gran robo del tren (1905), una vibrante persecución con el ferrocarril como escenario.

El clasicismo sube al vagón

Comenzando por El caballo de hierro (John Ford, 1925), pasando por El tren de las 3.10 (Delmert Davis, 1957) hasta llegar al vagón del pérfido barón del ferrocarril de Hasta que llegó su hora (Sergio Leone, 1967), el género del Oeste no se puede entender sin la locomotora entrando con fuerza en el plano, metáfora de la vertiginosa colonización del país y del espíritu indómito del colono americano. John Ford recurrió a menudo a la plasticidad del ferrocarril, pero quizá ninguna escena tan icónica como la bajada del tren en Innisfree de John Wayne; El hombre tranquilo (1952) que retorna a sus orígenes para no abandonarlos nunca más.


Entre los viajes al corazón del romanticismo, Breve encuentro (David Lean, 1945) nos enseñó que el amor se puede encontrar en la pequeña sala de espera de una estación, pero que el sueño de otra vida acaba esfumándose al partir el último tren de la jornada, mientras que la volcánica pasión de la Estación Termini (Vittorio de Sica, 1953) tampoco resistió el viaje de vuelta. El poderoso lirismo de David Lean encajó con los vapores de las viejas máquinas de principios de siglo como un puzle de dos piezas. Su travelling arrebatador en Doctor Zhivago (1965) lo repetiría décadas después Warren Beaty para la hermosa escena de Rojos (1981), junto a Diane Keaton. Y si se mira al territorio del suspense, más allá del crimen múltiple de Asesinato en el Orient Express (Sidney Lumet, 1974), surge el espléndido intercambio de asesinatos, al amparo del anonimato de un vagón cualquiera, en la formidable Extraños en un tren (Alfred Hitchcock, 1951).


Ya en la década de los sesenta, dos obras radicalmente diferentes, pero que comparten el protagonismo del ferrocarril, volvieron a echar leña a la caldera. El heroísmo taciturno de Burt Lancaster, saboteando por todos los medios la salida de las obras maestras pictóricas de París en El tren (John Frankenheimer, 1964), nos hizo emocionarnos con la Resistencia francesa, cuyas gestas ha amplificado el cine hasta el infinito. Virando hacia el registro cómico, Trenes rigurosamente vigilados (Jiri Menzel, 1966) saltó por encima de la censura soviética para dibujar la sinrazón de la guerra fría y hacer un canto a la libertad individual y a la sensualidad, frente al anquilosado pensamiento único del telón de acero. Una comicidad que emparenta el filme con la joya más reciente que ha cruzado las vías del ferrocarril, la estupenda Viaje a Darjeeling (Wes Anderson, 2007), donde los tres hermanos más disfuncionales de la historia del cine indie aprenden a aceptar sus rarezas a bordo de un destartalado tren, que transita en busca del sentido místico de la existencia en su recorrido por India.

Próxima estación: Asia

Wong Kar Wai, “el cineasta más romántico del mundo”, como le definió la revista Time, es, quizá, el director contemporáneo que más ha utilizado el tren. Desde el viejo convoy que cruzaba la exuberante selva filipina en Días salvajes (1991), pasando por el cercanías que circula al lado de la casa del protagonista de Ángeles caídos (1995) hasta llegar a la moderna máquina que atraviesa la frenética noche hongkonesa en Happy Together (1997). Pero todos ellos palidecen ante el vanguardista tren digital, diseñado con la tecnología CGI, que aparece en 2046 (2004). ¿Su rumbo?, un Shangri-La donde los heridos por el amor van a buscar sus recuerdos perdidos, una felicidad que resbaló de sus dedos por el egoísmo del pasado. En esos vagones habita la soledad y el protagonista ve su vida pasar a través de los grandes ventanales. Una incomunicación que también está presente en los futuristas vagones de Gattaca (Andrew Niccol, 1997), espacios estilizados y de tonos blancos que buscan la calma y el aislamiento del individuo.

En la saga de Harry Potter, el tren también posee la capacidad de transportar al pasajero a una dimensión mágica. Así, el pequeño Harry llega siempre a su cita anual en la escuela Hogwarts a bordo del expreso del mismo nombre, que sale del famoso andén 9 de la estación de King Cross. Y en Polar Express (Robert Zemeckis, 2004), la locomotora digital manejada por un Tom Hanks pixelado conduce al niño protagonista por tierra y aire a la casa de Santa Claus, ubicada en el Polo Norte.

Antes de arrasar en todo el mundo como El caballero oscuro (Christopher Nolan, 2008), el hombre murciélago rescató su popularidad a la baja en Batman begins (Christopher Nolan, 2005), precuela del personaje, en la que aparece un innovador tren ecológico de energía renovable y recorrido por unos raíles aéros que embellecen el skyline de Gothan City. Construido por el asesinado padre de Batman, y con la parada final en el edificio Wayne, corazón de la ciudad, el tren juega un papel metafórico de la defensa de la justicia frente a la corrupción política y el poder desmedido, fuerzas que quieren acabar con este medio de transporte del pueblo. No es casualidad que, en uno de esos vagones, el hombre murciélago dirime la batalla decisiva para salvaguardar la obra de su progenitor.

Locomotoras de la ciencia ficción

En otras ocasiones, el ferrocarril es un vehículo de las tendencias más atrevidas y símbolo de un imparable desarrollo técnico que imaginan sus autores. Así ocurre con las espectaculares máquinas que aparecen en Inteligencia artificial (Steven Spielberg, 2001), Yo, robot (Alex Proyas, 2004) o Resident Evil (Paul WS Anderson, 2002), todas ellas historias que transcurren en un hipotético futuro donde los trenes son cómodos, velocísimos y estéticamente fascinantes. El tren también aparece asociado con la velocidad vertiginosa en La isla (Michael Bay, 2005), en la forma de una máquina sin ruedas, que primero levita y luego arranca como una centella gracias a su sistema magnético, ideal para que Ewan McGregor y Scarlett Johansson escapen de los malvados.

Igual de impactante es la máquina futurista de Fantasmas de Marte (John Carpenter, 2001), en la que un grupo de policías traslada a un peligroso criminal, o el prototipo Talgo XXI, que aparece en distintas representaciones infográficas en la española Fausto 5.0 (Isidro Ortiz y Alex Ollé, 2001). Más rocambolesco es el modelo que utiliza el doctor Loveless (Kenneth Branagh) en Wild wild west (Barry Sonnenfeld, 1999), un lustroso y versátil híbrido anti balas y con formato de tanque.


En sendas obras de referencia de la ciencia ficción, el tren también vertebra parte de la narración como bien ciudadano. En el clásico Fahrenheit 451 (François Truffaut, 1966), basado en la novela de Ray Bradbury, Oscar Werner y Julie Christie, la pareja protagonista, se conoce y empieza a enamorarse en un prototipo experimental (construido cerca de Chateauneuf-sur-Loire, en Francia), un creativo monorraíl cuyas vías están en el techo, y al que se accede por un escalera similar a la del avión, pero en miniatura. Mientras, en La fuga de Logan (Michael Anderson, 1976), protagonizada por un Michael York que, debido a las leyes de la sociedad, debe morir al cumplir 30 años, los vagones son extremadamente alargados y circulan dentro de unos tubos de cristal que conectan los edificios. Y como cierre más contemporáneo, en Desafío Total (Paul Verhoeven, 1990), basada en un relato de Philip K. Dick, el futurista ferrocarril interconecta la ciudad burbuja, de la que nadie puede salir por el supuesto aire contaminado exterior.

viernes, 10 de abril de 2009

Crónicas de Valdillo (II)

Creo que deberían colocar un cartel en el exterior de algunos taxis: “Adentrarse en este vehículo puede perjudicar seriamente su salud mental”. El taxista madrileño, mas conocido como “pelas”, es un ser en vías de extinción. Puede parecer que su función es la de trasladar a urbanitas, pero nada mas lejos de la realidad. Su verdadero propósito es el de adoctrinar a la sociedad madrileña, que aborregada por los humos de las fabricas del extrarradio y el grupo PRISA, no se percata de la llegada del maligno y de sus acólitos. Al llamar a un taxi, al elevar tímidamente el brazo, lo que se produce es un reclamo. Nos convertimos en la indefensa liebre, que ajena al halcón que observa desde las alturas, mueve tranquila sus orejitas mientras mordisquea un brote de lechuga. No entren en un taxi sin tener en cuenta este símil (repítanlo mentalmente implementando la voz como Félix Rodríguez de la Fuente). Este depredador, por lo general, sigue unas pautas de comportamiento claras y sencillas. El problema es que, una vez dentro del automóvil y tras pulsar el cierre centralizado, las vías de escape son prácticamente nulas. Intentemos adentrarnos en la intrincada mente del homo conservator taxista. Lo primero que debemos indagar, sin dirigirnos nunca al sujeto, es la cadena de radio que tiene sintonizada. Este dato es vital. Si nos encontramos con la Cope o especialmente con Radio íntereconomía, preparémonos para adentrarnos en lo oculto, un viaje psiconservatropico de dimensiones épicas. Debemos no mostrarnos nerviosos porque sus hipotálamos detectan los cambios de ritmo cardiaco y temperatura del pasajero. Obviamente no nos comunicaremos mas allá de lo estrictamente necesario: “Buenos días, calle Antonio López a la altura del hotel Praga.” La fiera observará durante los primeros minutos a través del retrovisor, escudriñando la tendencia de la victima y esperando el momento adecuado para la carnicería. El detonante será algún titular político espetado por el locutor de turno, que dará pie al homo conservator taxista, para comenzar el ritual hipnótico-fascista. Ante sus primeras frases no perdamos la calma: “¿Usted no cree que este hombre nos lleva a la ruina?” (aquí se refiere a Satanás, alias Zapatero) o “Esto ya no es lo que era, antes se vivía mejor”. El que pretenda el dialogo que prepare un tranquimazin o absenta. Cada respuesta nuestra, sobre todo si pretende quitar hierro al tema, se convertirá en la leña del fuego dialéctico. No planteo la opción del enfrentamiento directo y seco. No conozco aun a nadie que se declarase en contra de las opiniones de un taxista madrileño. De haberse producido, el ocupante debe acabar en algún vertedero de pasajeros progresociocomunistas. La respuesta monosilábica funciona en contadas ocasiones pero es un buen recurso. Simular que se habla por el móvil también puede ser útil. Haciendo memoria recuerdo a uno de ellos que me afirmo, tras unos minutos de monólogo y alguna frase aséptica por mi parte, que:

- “Zapatero es el mayor comunista de la historia tras Stalin, es peor que el asesino de Carrillo, ¿por qué usted sabrá que Carrillo era un asesino? Por eso Zapatero le vende nuestras empresas energéticas a los rusos, por que es comunista”.
- “Bueno pero eso es algo exagerado, eso es el mercado. Además estamos en una democracia y la gente le votó, ¿no?”- Le respondí.
- “Es que les tienen engañados, más democracia había con Franco. Ahora solo hay maricones y moros. Menuda libertad. Además, le digo yo que estos de Zapatero van a empezar a quemar conventos e iglesias en los próximos meses. Acuérdese de lo que le digo”.

Tras este diálogo surrealista y sopesar la posibilidad de estar en un programa de cámara oculta, o bajo los efectos de alguna droga experimental, me rebelé. Sí, me rebelé hasta un punto, que el depredador pensó que iba a ser golpeado. Tras gritarle que se callara, le dejé claro que estaba en las antípodas de su ideología, que ese era un servicio público y que no se volviera a dirigir a mí, que después de oír su mierda me iba a costar mucho pagarle. Me devolvió el cambio algo tembloroso. Me enervó los nervios a base de bien. Desde un punto de vista antropológico estos taxistas funcionan como transmisores del virus malahostia, común entre los conductores y amargados occidentales. Ante este panorama prefiero a Robert de Niro puesto hasta arriba de anfetas en taxi driver gritándome: “mE diCes a Mí!, TE refIerEs a mÍ!? Quedan advertidos. Andan sueltos y tienen licencia.

viernes, 3 de abril de 2009

P2P

Que levante el ratón el que alguna vez se halla descargado un archivo a través de una red p2p de Internet. Con p2p me refiero a programas tipo emule, ares, Azureus, bittorrent, etc. Venga esos mouses arriba. Pues si alguno de vosotros tiene previsto mudarse a Suecia en los próximos días, ha de tener presente que antesdeayer entró en vigor una ley contra la piratería en Internet que persigue el intercambio ilegal de archivos. La norma permite al poseedor de los derechos de propiedad intelectual de una obra, recurrir a un tribunal para solicitar que se obligue al servidor de Internet a desvelar la identidad oculta tras una dirección IP que ha compartido archivos de forma ilegal. El artista puede reclamar una indemnización que cubra el "daño real" provocado o presentar una demanda civil (la ley establece que el intercambio de archivos debe ser de "cierta dimensión"). La copia de archivos para uso personal está permitida. Quien sabe, quizá de esta manera sea posible conocer en los juzgados a tus bandas de rock favoritas, o a los gurús de la industria cinematográfica. Ya me estoy imaginando a Coppola señalándome con el dedo y gritando Guilty!! Como ocurre en otros casos, existe una gran distancia entre lo que la sociedad demanda o asume y lo que las leyes legislan y controlan. Este es uno de los argumentos del Partido Pirata, grupo a favor del libre intercambio de archivos en la Red que concurrirá a las próximas elecciones europeas. Este partido ha instado a los suecos a abrir sus redes inalámbricas para hacer ineficaz la nueva ley. "Los ciudadanos podemos hacer mucho: si 10.000 o 20.000 abren sus redes inalámbricas, internet será libre, anónima y abierta para siempre", ha señalado en un comunicado Rick Falkvinge, líder del partido. Según cálculos del World Internet Institute, 1,4 millones de personas compartieron archivos en la Red en Suecia en 2008, lo que equivale a casi una quinta parte de la población. Una encuesta del Instituto Sifo revela que sólo el 3% de los suecos cree que la ley frenará el intercambio ilegal, mientras que uno de cada dos no piensa respetarla.

Si nos centramos en nuestro país, el panorama es bastante diferente aunque algunos quieran vender lo contrario. El Ministerio de Cultura (aliado con los lobbies de la industria cultural, encabezada por la SGAE y, ahora, representados bajo la llamada "Comisión antipiratería") ha abierto un proceso de control y regulación de la red sin precedentes. En estas campañas se vierten falsedades como que descargarse archivos de las redes p2p es ilegal. No lo es. Las muy publicitadas operaciones policiales contra las descargas en la Red fueron en realidad actuaciones dirigidas contra portales de enlaces a redes, a los que las acusaciones imputan ánimo de lucro comercial, y que en ningún caso han llegado todavía a sentencia firme. El llamado “caso Sharemula” se hizo famoso por ser uno de los primeros en ser llevados a la justicia. Básicamente, es una página que proporciona enlaces a redes de intercambio de archivos. La Audiencia Provincial de Madrid confirmó, en sentencia firme y, por lo tanto, no recurrible, que si diseñas una pagina web llena de enlaces a redes P2P no estás incurriendo en un delito. El secreto está en la diferencia existente entre “alojar contenido” y “enlazarlo”. El tribunal ha entendido que un enlace no vulnera la propiedad intelectual, sino que solamente constituye "una forma de facilitar al usuario de internet el acceso a otra página web". Lo que haya en el otro extremo del enlace no es un problema de Sharemula.

Por si tenéis curiosidad por saber las humildes empresas y gentes que estaban detrás de la acusación:
SGAE, Microsoft, PROMUSICAE, EGEDA, Columbia Tristar Home Entertainment y Cía, SRC, The Walt Disney Company Iberia, Twentieth Century Fox Home Entertainment España S.A., Warner Home Video, Lauren Films Video Hogar S.A., Manga Films S.L., Universal Pictures (Spain) S.L., Paramount Home Entertainment (Spain) S.L., Twentieth Century Fox Film Corporation, Walt Disney Enterprises Inc., Columbia Pictures Industries Inc., Tristar Pictures, Sony Pictures Classic Inc., Mandalay Entertainment, Metro Goldwin Mayer Studios Inc., Orion Pictures Corporation, Paramount Pictures Corporation, Universal City Studios y Time Warner Entertainment Company L. New Line Productions Inc. Compañías que, alicatadas de arriba abajo con billetes, no lograron cerrar esta pequeña web.

Pero lo que a nosotros más nos importa es lo que sucede con los internautas que utilizan estas páginas y dichos programas p2p. Un usuario de internet que, desde su domicilio intercambia obras protegidas por la Ley de Propiedad Intelectual, no comete delito alguno si dicha conducta se realiza sin ánimo de lucro, concepto éste que según la Circular 1/2006 de la Fiscalía General del Estado (pdf gracias a trasnochaos.com) "no puede tener una interpretación amplia o extensiva, sino que debe ser interpretado en el sentido estricto de lucro comercial". Pero también puede afirmarse que la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual de 2006 ha colocado fuera de la ley civil a la mayor parte de los internautas españoles, pero difícilmente serán demandados. Quizás habría que preguntarle a nuestros parlamentarios, qué sentido tiene legislar de espaldas a la realidad.

Para demostrarlo, en diciembre de 2008, los colectivos Compartir es bueno y Hacktivistas realizaron una descarga pública de contenidos bajo Copyright mediante p2p frente a la sede del PSOE, avisando con diez días de antelación mediante burofax al Ministerio de Cultura y al Jefe de la Unidad de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil. La descarga se realizó sin problemas con la presencia de la policía y medios de comunicación. No se detuvo a nadie.

Soy usuario de ONO y no puedo dejar de alucinar con la nota informativa que pasó a principios del año pasado a sus empleados, donde se llega a ver hasta qué punto llega el control sobre estos programas. Pincha sobre la imagen.

Internet ha permitido sacarle punta a las leyes, limarlas, difuminar los límites de lo legal, llevar al extremo cada artículo de cada libro de derecho existente. Sobre todo en lo referente a la libertad. Los usuarios expresan abiertamente su deseo de intercambiar información de forma libre y privada, y los que creen perder dinero, apuntan hacia donde no es, intentando investigar a los usuarios, en vez de adaptarse y prepararse para lo inevitable. No podemos disponer de una herramienta de tal calibre sin intentar desarrollar su potencial. Occidente y su sistema ya dispone de suficientes mecanismos de control y de consumismo. Además, la mal llamada piratería digital, podría realmente beneficiar a las compañías según un estudio económico (pdf en inglés) publicado por la Universidad de Oxford. La conclusión principal es que muchos de los que copian no comprarían las obras o programas descargados, pero en cambio realizan una labor de marketing que ayuda a popularizar el producto. Cada uno que haga lo que quiera pero que no nos engañen. Por mi parte, seguiré comprando lo que pueda y descargando lo que quepa, para continuar nutriendo esta cabecita mía, que al final es lo que más me importa.

Para finalizar os dejo un video de David Bravo, abogado sevillano de 31 años que lleva años defendiendo el p2p. Es un tipo con mucha ironía. Si os gusta tiene bastantes vídeos en el tubo.